INTERNACIONAL
polémica

Mentiras, censura y la cultura de la cancelación

Las cadenas televisivas de EE.UU. sacaron del aire un discurso de Donald Trump por “mentir”. Un debate sobre esa decisión.

20201108_trump_pablotemes_g
Las cadenas televisivas de EE.UU. sacaron del aire un discurso de Donald Trump por “mentir”. | pablo temes

El jueves pasado, Donald Trump convocó a la prensa en la Casa Blanca y dio un mensaje, tras el cual no permitió preguntas. Denunció, sin pruebas, como venía haciendo en las últimas semanas de la campaña, un fraude en el escrutinio, especialmente por el hecho que aún se estuvieran contando votos a dos días de las elecciones. “Sí sólo se cuentan los votos legales, yo he ganado. No tengo dudas”, afirmó. Que hiciera afirmaciones inexactas no era una novedad. Los “fact checkers” de los medios norteamericanos se han cansado de señalar una y otra vez las miles que ha dicho a lo largo de los últimos cuatro años. La novedad fue que a los pocos minutos de que comenzara a hablar Trump, las tres principales cadenas televisivas – ABC, NBC Y CBS- decidieron sacar del aire al Presidente. Sólo la Fox News y la CNN continuaron con la cobertura.  

Como en Estados Unidos no existen las cadenas nacionales, el episodio privó a Trump de una audiencia muy importante y abrió un debate sobre si la decisión de las cadenas televisivas, respaldada por otros medios, como el diario USA Today (ver recuadro) fue la correcta. PERFIL consultó a académicos y a periodistas que se han enfrentado a la circunstancia de saber que un entrevistado está formulando declaraciones cuestionables. La opinión mayoritaria es que la decisión no fue la correcta y que se trató de una forma de censura. 

Néstor Sclauzero. Director de RePerfilAr, noticiero de NET TV. Ex director de la televisión pública (2015-2019).

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

“Me parece que es un error, principalmente por los argumentos esgrimidos. Es una locura sacar del aire al Presidente porque creés que miente. Es el Presidente de la República. Es como si acá se hubiera hecho eso cuando Cristina Kirchner o Mauricio Macri anunciaban obra pública o cuando Alberto Fernández exhibe sus filminas. Como medio privado, yo puedo decidir si lo pongo o no lo pongo al aire, porque no me gusta, por ejemplo, pero no puedo sacarlo del aire argumentando que miente. Es la palabra del Presidente, aunque esté mintiendo.  

Y no diría que es censura, porque censura es que un tema no esté tratado o analizado en ningún lado. Yo diría que es un criterio editorial que se basa en algo que no corresponde. Yo puedo decir: ‘no lo pongo a Trump porque no estoy de acuerdo’. Eso va por mi cuenta, como empresa o periodista y me tengo que hacer cargo. Lo grave es que lo pongo al aire y lo levanto porque digo que está mintiendo, porque no lo quiero poner o no tengo más tiempo. Ahí está la diferencia. Sacarlo del aire porque miente es un argumento que puede parecer correcto en la academia o en el laboratorio, pero no para un medio. Supongamos que tu compromiso como medio es que quienes te consumen siempre van a recibir lo que es cierto, nada que sea mentira. ¿Quién garantiza eso? En estos casos, la ‘verdad’ es la comprobación del hecho, nada más”. 

Silvia Ramírez Gelbes. Lingüista. Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.

“Desde mi punto de vista, la decisión es un tipo de censura y yo no la habría tomado de estar en esa posición. El riesgo de este tipo de comportamientos es que los adopta alguien que tiene un cierto poder de cancelación del discurso de otro. Y desde luego que Trump estaba hablando sin pruebas y en contra de los hechos. Pero quien se adjudica el poder de cancelar hoy a Trump mañana puede cancelar a Biden o a cualquiera que quiera hablar. Es verdad que es muy negativo (y peligroso en más de un sentido) que un presidente diga falsedades. Tampoco podemos decir que Trump es Hitler. A Hitler se lo muestra en cantidades de documentos audiovisuales para refutar sus palabras: creo que eso se debería hacer con Trump y no cancelarlo. Creo que se pueden contrarrestar esas falsedades con pruebas en lugar de silenciar a quien las dice. Me parece que fue una decisión incorrecta y hasta pienso que va en el sentido contrario de lo que -imagino- se pretende: colaborar con la democracia. Es más: da argumentos a los fanáticos que apoyan a Trump y al propio Trump, que va a usar esto para sostener que los medios buscan silenciar ‘las verdades’”. Me habría parecido más sano que estos medios lo expusieran a Trump mostrando las falsedades con datos”.

Luciano H. Elizalde, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral

“Sin saber los detalles no publicados del asunto, no comparto la decisión de sacar a alguien de la escena pública en el momento en que está hablando o expresándose. La mejor decisión alternativa hubiese sido la de invitar a alguien del Partido Demócrata, incluso, a alguien representante de instituciones académicas o del Tercer Sector o del Estado, pero fuera del ámbito del Poder Ejecutivo, para preguntarles acerca de las expresiones del presidente Trump.

De esta manera, si el medio periodístico está en duda o en desacuerdo, puede hacer lo posible para restablecer la verdad sobre el asunto. Y de esa manera, deja definido también el modo de comportarse de las partes implicadas. Esto puede ser considerado un tipo de censura. No es censura previa, pero es una intervención no adecuada sobre un vocero mientras se estaba expresando. La pregunta que surge es si querían perjudicar o beneficiar al presidente de Estados Unidos. Porque si estaba mintiendo, en realidad, lo importante hubiese sido determinar realmente la mentira, y dejar bien aclarado que era erróneo o mentiroso lo que estaba diciendo”.

Gonzalo Terra, Gerente de Noticias de Canal 4 de Uruguay

“Es una decisión de fuerte impacto que convierte a NBC, CBS y ABC en protagonistas de un hecho político que agrega una polémica innecesaria a la tensa definición de la elección. Abarca muchas dimensiones el análisis, lo que no es posible por espacio y por lo reciente del acontecimiento. No obstante, creo que cuando una persona que ocupa un cargo público se presenta ante la prensa tiene derecho a expresarse, sin importar si para el periodista de turno lo que dice es verdadero, falso, justo o injusto, y mientras no haya, es obvio pero necesario remarcarlo, un delito evidente como la incitación al odio. Esa actitud de la persona pública ante la prensa ya lleva implícita un costo que variará en función de sus dichos y quien lo escuche. Los medios deben garantizarle el acceso a la opinión pública por lo que no considero correcto cortar abruptamente su mensaje bajo la justificación de la desinformación. La posverdad o desinformación es un fenómeno viejo y peligroso que hoy se hace tangible a los ojos de todos por la visibilidad de sus consecuencias. No obstante, ese mismo fenómeno es tan o más peligroso cuando se lo alude como coartada para censurar. Invocarlo en esos términos engañosos a su vez permite que algunos asuman un rol de censor o juez, papel para el que nadie los llamó y que parece estar siempre del lado correcto de la historia por lo que no admite discusión. En este caso concreto, más allá de si hay pruebas de fraude, son las manifestaciones de Trump un hecho político en sí mismo, que lo involucran y describen a él y la investidura que representa. Desde este punto de vista, no es admisible que se interrumpa la transmisión. Escucharlo es tan necesario como luego recibir de parte de esos mismos un análisis periodístico serio, profundo y contextualizado, y una opinión editorial tan severa como el medio lo crea necesario. Ese es el juego de la libertad. Por otra parte, cuando Colin Powell aseguraba que Irak tenía armas de destrucción masiva para justificar una guerra y la enorme mayoría de los medios repitió como un mantra la mentira oficial”.

Santiago Pont Lezica. Director y titular de radio Milenium

“Como director de un medio no es correcto cortar al Presidente, si se ha aceptado participar de la conferencia de prensa. Deberían haberlo emitido completo y luego refutar con información lo que consideraron “mentiras” .  Es un claro acto de censura, una clara toma de posición política del medio, una manipulación de la información y una violación al derecho de libre expresión, en perjuicio de los ciudadanos”.

Fernando Ruiz, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.Presidente de Fopea (Foro del Periodismo Argentino). 

“La mentira no se mata de una vez. Es una tarea interminable. Y eso a veces cuesta entenderlo, porque creemos que basta la comparación directa entre la verdad y la mentira para que el mundo se ordene. La decisión brutal de sacar del aire a Trump, un presidente en funciones, está basada en esa ilusión. Pero no estás matando sus mentiras cuando lo sacás del aire. Al contrario, incluso podrías potenciarlas. Además, le da aire a las teorías conspiranoicas. Es cierto que un presidente que usa la metáfora de “total war” y que tiene algunos seguidores que forman milicias armadas es alguien que claramente hay que parar, pero esa no es la forma de hacerlo. Combatir la mentira es una tarea de largo plazo. Fíjense que en Argentina todavía mucha gente no cree en la causa de los cuadernos a pesar de que no ha habido una causa más fundamentada ni con tantos arrepentidos. Esa decisión de censurar de las históricas cadenas de televisión de los Estados Unidos solo se entiende por el hartazgo de cuatro años de circo trumpiano. El Washington Post ha registrado más de 22 mil mentiras de Trump, incluso registró una que repitió más de 72 veces. Y se trata nada menos de que Estados Unidos realizó una mayor cantidad de testeos que todo el hemisferio occidental junto. Eso le saca la paciencia a cualquiera. Por eso en las sociedades abiertas la paciencia es tan importante como la libertad de expresión. Lo mismo pasa en Brasil con Bolsonaro. Los periodistas de Estados Unidos, Brasil y Argentina han tenido en este punto experiencias en común. Lo bueno de todo esto es que quienes quieren institucionalizar la mentira reconocen con sus acciones que tienen que enfrentar al periodismo profesional, pues es el que va a proteger la verdad”.