Desde Beijing
La canciller alemana, Angela Merkel, principal referente de la democracia liberal europea, y el presidente chino, Xi Jinping, líder de un régimen de partido único y de tradición socialista, se reunieron esta semana en Beijing con un objetivo común: dar un mensaje al mundo contra la tendencia unilateralista que emana de la Casa Blanca desde que Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos.
Más allá de sus diferencias políticas e ideológicas, los gobiernos de Alemania y China comparten hoy dos preocupaciones que les despierta Trump: el proteccionismo comercial estadounidense y la reciente salida de Washington del acuerdo nuclear entre Irán y las potencias del Grupo 5+1, integrado por los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia, China y Alemania.
La zona de la plaza de Tiananmen amaneció anteayer blindada para la recepción con honores militares a Merkel, quien horas más tarde se reunió con Xi. La canciller alemana ya había visitado diez veces China en ocasiones anteriores, pero esta tuvo particular importancia para ambas partes: el approach diplomático entre Beijing y Berlín abre una puerta a la conformación de una alianza que, circunstancial o no, puede hacer contrapeso táctico al fenómeno Trump. Algunos meses atrás, pareció que sería el eje Merkel-Macron el que cumpliría ese papel, pero el mandatario francés terminó seducido en Washington por su ahora “amigo” republicano.
Turbulencias. “La guerra comercial detonada por Trump no puede detener el crecimiento de China y Alemania, pero el shock financiero causado por los Estados Unidos puede sacudir la economía global, y ninguno de los dos países quiere eso”, señaló a PERFIL el profesor Weiping Huang, investigador del Centro de Estudios Europeos de la Universidad Renmin.
En ese marco de creciente incertidumbre, Europa ve en la convulsión una oportunidad. “Los chinos tenemos un refrán que dice que si el número uno y el número dos se pelean, el número tres saca provecho –dijo a este diario el profesor Li Meng, de la Escuela de Relaciones Internacionales y Diplomacia de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing–. Por eso vino Merkel: si la guerra comercial con los Estados Unidos se prolonga, Alemania y Europa podrán insertar más productos en el mercado chino. Es la misma razón por la que Japón, Australia, Canadá y otros países también se están acercando a China”.
Fuera de la agenda comercial, Merkel y Xi también ratificaron su compromiso de mantener a flote el pacto nuclear con Irán, objeto de boicot por parte de Trump, quien hace tres semanas decidió retirar a Washington del acuerdo. La deriva del diálogo con Irán es reflejo del modo en que el gobierno estadounidense dinamita poco a poco la tendencia multilateralista que había primado en la última etapa de la era Obama. En la misma tónica, Trump también acaba de cancelar el encuentro que tenía previsto con el líder norcoreano, Kim Jong-un (ver recuadro).
Pedido por Corea del Norte
El gobierno de China pidió a los Estados Unidos y a Corea del Norte que no suspendan la cumbre que estaba prevista entre Donald Trump y Kim Jong-un para el próximo 12 de junio en Singapur, luego de que el presidente estadounidense decidiera cancelar la histórica cita bajo el argumento de que Pyongyang ha vuelto a adoptar un discurso hostil contra su país. “La cumbre puede jugar un papel clave en la desnuclearización de la Península de Corea”, afirmó la vocería del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, y agregó que Beijing sigue “animando a ambas partes a que tengan un diálogo directo”. Así, China negó estar detrás de la virulencia renovada en el discurso de Kim, algo que Trump había sugerido días atrás. Aunque China no participa directamente en las negociaciones, el gobierno de Xi Jinping ve la “cuestión norcoreana” como una prioridad geoestratégica.