INTERNACIONAL
opinión

Negociar con “el otro lado”

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Sonrisas. En su primer viaje, Zelensky eligió Washington, donde reforzó su alianza con Biden. | afp

El primer viaje de Volodimir Zelenski fuera de Ucrania desde que comenzó el conflicto fue nada más y nada menos que a Washington. Las conversaciones del ucraniano con el presidente Biden para la entrega de misiles y apoyo financiero han justificado que Zelenski afirme que Estados Unidos es un aliado de Ucrania.

Existen tres niveles de análisis para esta guerra. El primero, desde la perspectiva ucraniana, el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk (alto al fuego implementado en 2014 para poner fin a los conflictos en el este de Ucrania) por parte de Kiev, por un lado, y por el otro la posibilidad de que Kiev se incorporara a la OTAN, como una amenaza directa para Rusia.

Existe un segundo nivel de confrontación que es mucho más importante: todo el apoyo prestado por el bloque occidental a Ucrania en su confrontación con Rusia, ahora, ya asumida por el Kremlin como una guerra. “Nuestro objetivo no es hacer girar el volante del conflicto militar sino, por el contrario, poner fin a esta guerra”, dijo el líder ruso, quien, por primera vez en diez meses, se refirió al combate como tal. 

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El tercer nivel, que va más que nada relacionado a lo sistémico, tiene que ver con la confrontación entre Rusia y Estados Unidos en el ámbito de la configuración de un nuevo orden internacional, con implicaciones muchas veces no calibradas; sobre todo en la relación que se ha desarrollado con Rusia a raíz de las sanciones económicas además de con todos los actores euroasiáticos, empezando por la convergencia estratégica con China, y siguiendo por el progresivo proceso de desdolarización a partir de la Organización de Cooperación de Shanghai y, eventualmente, de los Brics.

Este tercer nivel queda demostrado muy claramente con la afirmación de Zelenski de que la confrontación es, básicamente, entre Rusia y Estados Unidos, en donde Ucrania aparece como un aliado de este último. 

Esta guerra implica muchas consideraciones acerca de cuál es el alcance de la escalada que puede desarrollarse. Hay una amenaza latente de Rusia de la utilización de armas nucleares en el caso de que haya armas estadounidenses o pruebas accidentales que ataquen el suelo ruso. Este es un punto particularmente preocupante en un marco de incipientes reclamos por establecer una forma de diálogo entre Rusia y Ucrania para llegar, primero a un armisticio, y luego a un acuerdo. 

En esta situación está muy claro que las posiciones son intransigentes de ambos lados. Rusia plantea con mucha claridad que los territorios incorporados a la Federación Rusa, las cuatro regiones y Crimea, no van a ser en ningún caso negociados. Y Ucrania, por su parte, reclama la recuperación de estos territorios como parte de la negociación. Esto convierte la situación en una muy difícil de sobrellevar. 

A todo esto hay que adicionar que la intervención de mediadores siempre es vista con suspicacia por un bando y por el otro. Por ejemplo, la intervención de Francia y Alemania es percibida por Rusia como una incorporación que, de alguna manera, facilitó los intereses ucranianos en tanto fue una progresiva postergación del conflicto para fortalecer la posición ucraniana. 

Queda claro que en este contexto se hace complejo evaluar cómo seguirá el conflicto y cuánto durará, pero lo que más alarma es la posibilidad de que exista una escalada que lleve a una confrontación directa entre Rusia y el bloque occidental: no solo con la OTAN sino, y fundamentalmente, con su actor decisivo, Estados Unidos. Esta preocupación afecta a todo el sistema internacional, en el que proliferan las posiciones acerca de la necesidad de llegar a algún tipo de paz para solventar este conflicto. Un conflicto que, por otra parte, distrae a Estados Unidos, y esto además hay que tenerlo en cuenta desde otro escenario problemático que se está desarrollando en el sudeste asiático. Putin declaró que estaba dispuesto a negociar con “el otro lado” y, para él, ese otro lado no se reduce a Ucrania sino que, justamente, abarca a la OTAN y, eventualmente, a Estados Unidos. Eso también es un cambio.

*Analista internacional. Presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales.