AFP/ANSA
San Pablo
Aunque gritó los goles de la “verdeamarela”, Dilma Rousseff no la pasó bien el jueves en el Itaquerao, durante el partido inaugural de la Copa entre Brasil y Croacia. Miles de compatriotas la insultaron y abuchearon. Sin embargo, la presidenta no se amilanó ante las críticas y aseguró ayer que los insultos que recibió no la intimidan. “No me voy a dejar perturbar por agresiones verbales. No voy a dejarme atemorizar por insultos que no pueden ser siquiera escuchados por los niños y las familias”, afirmó la jefa de Estado.
“Dilma, ¡vete a tomar por c...!”, le gritaron en el estadio a la sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva, que buscará la reelección en las elecciones presidenciales de octubre. La ex guerrillera, que fue encarcelada y torturada durante la dictadura militar, advirtió ayer que nunca una agresión la apartó de sus compromisos y su camino. “En mi vida personal, quiero recordar que enfrenté situaciones del más alto grado de dificultad, situaciones que llegaron al límite físico, sufrí agresiones físicas que fueron casi insoportables, y nada me sacó de mi rumbo, nada me sacó de mis compromisos ni del camino que tracé para mí misma”, dijo al inaugurar una red exclusiva de ómnibus en los alrededores de Brasilia.
“Los insultos no me van a intimidar. No me dejaré abatir por eso”, insistió ante una multitud de trabajadores que gritaba “1, 2, 3, ¡Dilma otra vez!”. Rousseff agregó que los insultos que recibió no reflejan el pensamiento de los brasileños: “El pueblo brasileño no actúa así, no piensa así, no siente de la forma expresada en esos insultos. Es un pueblo civilizado, extremamente generoso y educado”.
Aunque la gran mayoría ama el fútbol, el Mundial generó descontento y manifestaciones callejeras debido a los 11 mil millones de dólares que demandó su organización. Los sectores anti Copa reclaman que ese dinero se invierta en servicios de salud, educación y transporte. Dentro de esos grupos, se destacan el Movimiento de Trabajadores Sin Techo, que exige el acceso a una vivienda digna, y los Black Block, jóvenes anarquistas que, vestidos de negro, provocaron en las últimas semanas desmanes y actos vandálicos.
Ante el temor de recibir más críticas, Rousseff habría resuelto no asistir a más partidos de la Copa de Fútbol. Según informó ayer la prensa local, la jefa de Estado sí estará en la final, el 13 de julio, cuando entregará simbólicamente la sede del próximo Mundial a su par ruso, Vladimir Putin.
“En el entorno de la presidenta se dice que ella no va a ir a ningún otro partido, desistió de ir al que va a jugar Alemania en Salvador de Bahía, donde estará la canciller Angela Merkel”, sostuvo ayer la cadena de radio y TV Bandeirantes. Los agravios a la mandataria se iniciaron en el sector vip del Arena Corinthians y luego se diseminaron por otros sectores del estadio. Los asesores del gobierno “esperaban una silbatina pero no insultos tan ofensivos” proferidos por algunos de los 62 mil espectadores que asistieron al juego inaugural.