Johan Friso de Orange-Nassau descansa ya en el Hospital Wellington, de Londres, ciudad a la que su familia decidió trasladarlo luego de doce días de internación en Innsbruck (Austria). El príncipe holandés, cuñado de la argentina Máxima Zorreguieta, quedó sepultado por una avalancha de nieve que lo dejó en estado de coma. Más de veinte minutos bajo la nieve y sin oxígeno causaron daños irreversibles en su cerebro.
En la capital británica, Friso (de 43 años) recibirá tratamiento médico en una clínica especializada mientras su familia y los médicos vislumbran un futuro sombrío. La Familia Real holandesa habría adoptado esta decisión, según informó RNW Radio Nederlands, al constatar que en su país no existe ningún centro suficientemente preparado para el tratamiento y una eventual rehabilitación del príncipe.
De hecho, en Holanda sólo existe una clínica especializada en el tratamiento de pacientes en coma profundo y posiblemente irreversible, el Centro Leijpark (Tilburg, en el sureste del país), pero que sólo recibe pacientes menores de 25 años, una edad considerada por los expertos como "límite" para un posible tratamiento.
Según el diario on-line, Vincent Buitendijk, gerente de la organización que administra la clínica de Tilburg, explica que el motivo de la negativa a admitir pacientes mayores de 25 años se debe a que "el cerebro se desarrolla hasta esa edad y después de ella ya no se produce la regeneración de las células cerebrales”.
En Londres, el príncipe Friso está acompañado de su madre, la reina Beatriz (que la semana que viene regresa a Holanda para retomar su actividad), de su esposa Mabel Wisse Smit, sus hijas, y de sus hermanos. Según el comunicado de la Casa Real, "Londres ofrece a las hijas del príncipe las mejores perspectivas de continuidad y de estabilidad".
"El día de hoy marca el fin de un largo e intenso periodo para la Familia Real y en particular para la familia del príncipe Friso”, continúa la nota. “Ahora es momento de comenzar el proceso de rehabilitación. La familia del príncipe Friso tiene todo el espacio necesario para sobrellevar la situación de salud del príncipe Friso y seguir con su vida. La familia, por tanto, invita a los medios a que continúen salvaguardando su necesaria privacidad”.
En Holanda la cuestión podría llegar a ser polémica, teniendo en cuenta que existen protocolos que aconsejan que el paciente fuera desconectado de los sistemas que le mantienen con vida. “¿Qué está esperando ahora la familia del príncipe Friso?”, se pregunta el periódico holandés DE VOLKSKRANT.
En caso de que el príncipe necesite respiración mecánica, Holanda ofrece a los médicos la posibilidad legal de suspender esa asistencia, pero sólo en caso de que estén absolutamente convencidos de que no hay ninguna posibilidad de que el paciente se recupere. En principio, pueden hacerlo sin autorización de la familia, pero siempre que puedan comprobar, desde el punto de vista médico, que ya no tiene sentido aplicar más tratamientos.
En Inglaterra, en cambio, los médicos también pueden poner fin al tratamiento pero sólo con la aprobación expresa de la familia del paciente, según explica la Asociación Médica de Gran Bretaña (British Medical Association, BMA).
Con respecto a la eutanasia, la legislación holandesa es muy estricta: es el paciente quien tiene que expresar su deseo de que se le aplique la “muerte dulce”, llegado el momento, por lo que esta opción queda descartada en el caso del príncipe Friso.
El segundo hijo de la Reina de Holanda permanece en estado grave tras ser sorprendido por un alud de nieve cuando esquiaba fuera de pistas en los Alpes austriacos. Sepultado por espacio de veinte minutos, Friso logró ser reanimado, pero los médicos austriacos que le atendieron no dieron esperanzas: la falta de oxígeno provocó tales "daños masivos en el cerebro del paciente" que, si no muere, es posible que pase el resto de su vida en estado vegetativo en una cama.
Según Jan Bakker, experto en cuidados intensivos del centro médico Erasmus de Rotterdam (Erasmus Medisch Centrum), “lo que contó el doctor nos ha transmitido a nosotros, los especialistas, un mensaje dramático. En realidad, las posibilidades de que un paciente logre salir de un coma profundo como el del príncipe Friso se acercan mucho al cero absoluto“, comentó al VOLKSKRANT . “Con el diagnóstico en la mano, dudo mucho que el príncipe logre respirar por sí solo“, opina.
Además, de por sí el organismo entero del príncipe Friso está resentido. “Si en algunos meses más, se llegara a la conclusión de que el estado de Friso jamás llegará a cambiar, también habría otras opciones”, explica el periodista Ben Kolster. “Alguien es esa situación es muy vulnerable a las enfermedades. Quién sabe si dentro de un año no escuchemos que el príncipe falleció de una pulmonía. La familia, en ese caso puede haber decidido que no se le aplique medicación para esa enfermedad".
El drama se suma a una larga lista de padecimientos que trastocaron la intimidad de la Familia Real en las últimas décadas. El primero que se recuerde, la ceguera de nacimiento que padeció la princesa Cristina causó un revuelo espectacular. Su madre, la reina Juliana, se consideró culpable de la tragedia de su hija menor por haber contraído sarampión durante el embarazo.
Durante tiempo, buscó soluciones científicas en vano, hasta toparse con una curandera llamada Greet Hofmans. La vidente, con sus sortilegios, amuletos, extraños tratamientos y sesiones de espiritismo, logró dominar completamente la voluntad de la reina Juliana hasta el punto de provocar una crisis política. El esposo y la hija mayor de Juliana denunciaron el caso, la curandera fue echada del palacio y la reina se tuvo que resignar a que su hija fuera ciega durante el resto de su vida.
La salud también jugaría una muy mala pasada a la actual reina, Beatriz, cuando su esposo –Claus von Amsberg- cayó víctima de una profunda depresión crónica que lo mantuvo largas temporadas confinado en un hospital psiquiátrico de Austria. Pese a ser un matrimonio bien avenido, hay malas lenguas que aseguran que no soportó el nuevo protagonismo de su esposa cuando esta se convirtió en reina.
Desde 1991 hasta su muerte en 2002 las apariciones públicas del príncipe Claus fueron muy escasas. Durante aquel tiempo, la reina madre Juliana viviría también confinada en su palacio, víctima del Alzheimer que la alejó de la realidad. En 2001 su esposo confesó que ella ya no reconocía a nadie de su familia.
(*) Especial para Perfil.com