Luego del fin de semana en Washington, y siguiendo las alternativas de la crisis de salud disparada con la epidemia de la gripe porcina, se han producido distintos movimientos en la administración Obama. No solo los mercados han sufrido los vaivenes, también en la Casa Blanca aumentaba la preocupación, pues la prensa había comenzado a criticar “la reacción en el gabinete”, algo que los demócratas acusaron rápidamente.
La primera de las dudas fue cuando uno de los asesores de Obama reportó que el arqueólogo Felipe Solís de México, había muerto de la enfermedad gripal, unos días después de haber saludado a Obama en persona, ya que fue su guía en una parte de su gira mexicana hace una semana y media. La Casa Blanca tuvo que salir a desmentir la versión por la cual Obama podría él mismo estar en peligro.
Al mismo tiempo, mientras se recomendaba “solo viajar a México por razones impostergables”, en la frontera se repartían máscaras a los oficiales del servicio de inmigración. Pero para algunas autoridades, no estaban claros los próximos pasos a seguir.
La prensa se percató de que no había una autoridad que pudiera manejar la crisis frente al público. Ahí el punto mayor. La administración Obama hasta el momento no había podido lograr la aprobación del Congreso para el cargo a Secretario de Estado de Salud, puesto que permaneció vacante hasta el día lunes (pese a que Obama cumple 100 días en el poder, pasado mañana).
En una rápida maniobra del Senado, fue confirmada ayer martes la nueva responsable, la ex gobernadora de Kansas, Kathleen Sebelius (el cargo se denomina Secretaría de Salud y Servicios Sociales). A tal punto llegó el apuro que la llamaron a Kansas y fue inmediatamente puesta en un avión a Washington. En pocas horas fue confirmada y juró frente al Presidente casi al mismo tiempo. “Quisimos que jurara inmediatamente porque tenemos un desafío enorme con este problema de salud” dijo Obama. “Tenemos casos en Estados Unidos y hay que prestar rápida atención” agregó. Lo increíble es que dos días antes, Obama había dicho que “no era tal la gravedad para alarmarse tanto”, aunque por las dudas, se declaraba la “emergencia pública”.
Pero duró poco la tranquilidad o al menos los pedidos de mantener la calma. Se notó ayer otro fuerte cambio de 180 grados cuando el mismo Mandatario estadounidense le pidió al Congreso 1.500 millones de dólares para que sean agregados a los 83 mil millones que se gastan en la guerra, a efectos de atender cualquier derivación relacionada con una posible “pandemia”. Según Obama, “hay que actuar ahora con mucho cuidado”, tal cual le expresó por carta al Congreso.
Por la noche del martes la preocupación seguía en la Casa Blanca pues hay reportes de que existen casos de enfermos contagiados graves, que han aumentado los riesgos de exposición, y que posiblemente se produzcan bajas relacionados con la epidemia que se viene generando en la población que viaja seguido al vecino país de México o que tiene habitual contacto con la población mexicana, especialmente desde Texas hacia el Oeste.
Por el momento las fronteras permanecen abiertas, pero la administración Obama preparaba tropas de la Guardia Nacional, a efectos de ser enviadas a todos los pasos fronterizos y realizar controles. También se han movido stocks de drogas antivirales, como el Tamiflú, a distintos Estados, para que estén preparados, desde varios depósitos federales.
(*) Especial para Perfil.com