El presidente norteamericano, Barack Obama, eligió a un financista del Partido Demócrata californiano para ser el representante de su gobierno en Argentina, tras la salida de Vilma Martínez. La propuesta, que se barajaba desde hace meses, finalmente se consumó en un comunicado oficial de la Casa Blanca. Ayer Obama le envió al Senado un pliego de nuevos embajadores en distintas regiones del planeta, entre ellos, Noah Bryson Mamet.
Mamet ha fundado su propia consultora y ha colaborado siempre con el partido en la costa Oeste. En su biografía figura haber sido un activo colaborador financiero que buscaba donaciones para el partido Demócrata en Los Ángeles y, en especial, para el congresista missouriano Rich Gephardt, que tuvo una importante participación en el bloque demócrata en la década pasada.
Miembro de varias organizaciones políticas, Mamet ha estado involucrado también en relaciones internacionales, aunque a nivel diplomático oficial sólo figura en su currículum el haber integrado una comisión veedora de la democracia en Sierra Leona.
Es un graduado de la Universidad de la UCLA en Los Ángeles que también ha dedicado algunos años a modernizar escuelas públicas, especialmente en áreas de reciclado y nuevos materiales de enseñanza. Ha integrado organizaciones de jóvenes en política y también asociaciones judaicas nacionales. A simple vista, la experiencia de Mamet no está vinculada para nada con la región latinoamericana. Todavía falta que pase por el Capitolio y que la comisión de Relaciones Internacionales lo apruebe para su nuevo destino: la compleja Argentina.
Seguramente, estará Mamet comenzando a interiorizarse sobre los vaivenes de la relación de Buenos Aires con Washington, relación que ha incluido en los últimos tiempos un problema con un avión militar en Ezeiza, la quita de beneficios de importación a los productos argentinos, la negativa de apoyar a la Argentina en su reclamo contra los bonistas holdouts y la característica de ser Argentina el único país grande de Latinoamérica cuya presidenta no pisó aún la Casa Blanca. La relación con EE.UU. sí en cambio ha continuado por otros andariveles, como ser la ciencia y la educación, tanto es así que un satélite que utiliza la NASA para controlar la temperatura de los mares es argentino.
(*) Especial para Perfil.com