Nashville es una ciudad divertida, quizás no muy visitada por los argentinos, que se destaca por ser una mediana urbe donde -en calles no muy anchas y por las noches- hay animados bares en donde puede escucharse música “Country” ya que es su capital.
Pero el ritmo alegre no afloró en esta oportunidad y los únicos que bailaron tensos, frente a un público aturdido por las novedades financieras y las cámaras, fueron los candidatos presidenciales John McCain y Barack Obama.
Este segundo debate, tal cual se hace habitualmente, está concebido como una instancia al estilo clase universitaria en un espacio semicircular, preparado especialmente para que los candidatos hagan lugar a las preguntas que le son formuladas por el público presente y por el moderador, responsabilidad que cayó en Tom Brokaw de la NBC (algunas preguntas inclusive fueron recibidas vía Internet).
Estados Unidos pasa por una de las peores crisis. Y se nota. El debate pareció una suerte de ruego por parte de ambos candidatos a los norteamericanos para que no pierdan la fe.
Si bien se tocaron todo tipo de temas, como las cuestiones sociales, la salud, las relaciones internacionales, la guerra en los dos frentes abiertos (Irak y Afghanistan), y otros tantos (terrorismo, relaciones con Pakistán, desarrollo nuclear de Irán), el debate tuvo como centro la problemática económica.
El público quiere saber cómo va a hacer la clase media para subsistir, qué se hará con el dinero de la ayuda crediticia recientemente aprobado, qué planes de impuestos tienen en mente los candidatos y también cuáles son los planes sociales futuros.
Pero hubo una cuestión clave: ¿Que sacrificios tendrá que hacer la gente en este nuevo período?. Fue la pregunta de la noche, ya que este pueblo, durante mucho tiempo, ha vivido con crédito fácil y cierto consumismo. Ahora, con déficit y deuda, empiezan a aflorar los problemas y son graves, ya que el desempleo y la recesión, se ven de cerca.
Quizás McCain haya tenido una postura más enérgica. Quizás Obama haya querido explicar con más detalles sus planes. Pero se nota en los dos un estilo muy distinto y se percibe que ambos candidatos no se quieren mucho.
Durante la noche fueron reprendidos a menudo por Brokwaw, ya que ambos solían excederse en el tiempo asignado. Pero a decir verdad, objetivamente, no se les daba mucho espacio para cada respuesta (sólo 2 minutos). Y dentro de todo, en esta sociedad, se respetan las reglas.
Concluído éste segundo debate, queda uno más, el último. El próximo encuentro será el 15 de Octubre en Nueva York. Mientras tanto, en cada ciudad, en cada calle, y en los vehículos, se pueden observar como la gente pone carteles y calcomanías, tanto de Obama como de McCain.
(*) especial para Perfil.com