La destituida fiscal general venezolana, Luisa Ortega Díaz, busca por estos días apropiarse del liderazgo de la oposición regional a Nicolás Maduro. Desde el exilio y con el respaldo de sus pares de otros países –entre ellos la argentina Alejandra Gils Carbó y el brasileño Rodrigo Janot–, la histórica funcionaria chavista que rompió con la administración bolivariana traza una estrategia alternativa a la presión política y diplomática ensayada hasta ahora por los gobiernos de la región: Ortega Díaz cree que la forma de apretar a Maduro es por vía de causas judiciales por corrupción abiertas en el exterior.
Tras haber escapado en lancha de Venezuela, la fiscal inició una gira internacional que ya la llevó a Colombia, Panamá, Brasil, Costa Rica y México. Está previsto que también viaje a los Estados Unidos, donde se reunirá con representantes de las Naciones Unidas y de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y a Europa, donde visitará la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya.
Ortega Díaz dice tener pruebas de negociados ilegales que involucrarían a Maduro y al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, así como de coimas de la constructora brasileña Odebrecht al gobierno venezolano. Prometió presentar las pruebas ante las autoridades judiciales de Colombia, Brasil, España y los Estados Unidos, ya que no confía en la independencia de la Justicia en su país, donde el gobierno la acusó de “traición”.
Al enumerar los países donde dejará copias de los expedientes, Ortega Díaz no mencionó a la Argentina. Desde su entorno familiar le dijeron a PERFIL que no tiene previsto venir al país en esta primera etapa de su trip internacional. Días atrás, la destituida fiscal mantuvo un diálogo telefónico con el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, estrecho colaborador de Mauricio Macri en materia de política exterior. Pero no fue invitada oficialmente a visitar la Argentina.
Fuentes de la Casa Rosada dijeron a este diario que el gobierno argentino ve con buenos ojos a Ortega Díaz, pese a que la ex funcionaria venezolana llegó a comparar su destitución decidida por Maduro con la disputa que existe entre el Ejecutivo de Macri y la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. En el gobierno argentino aseguran que no se habló de ese tema cuando se comunicaron con Ortega Díaz para expresarle apoyo por la situación que atraviesa hoy.
Quien sí invitó a la fiscal venezolana a la Argentina fue Gils Carbó. La procuradora asocia su propia realidad con la persecución sufrida por Ortega Díaz en Venezuela. La semana pasada se fotografiaron juntas durante la cumbre de fiscales del Mercosur celebrada en Brasilia. Y es probable que vuelvan a mostrarse en compañía durante una reunión con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, prevista para el 11 de septiembre en Washington. Según supo este diario, el Ministerio Público argentino incluso le consiguió un puesto laboral a una funcionaria judicial venezolana que trabaja con Ortega Díaz y que escapó de Venezuela junto a ella.
La “sintonía fina” de la fiscal venezolana con Gils Carbó se repite con su par brasileño, Rodrigo Janot, enemigo declarado del gobierno de Michel Temer, a quien el procurador investiga por corrupción. Janot invitó a Ortega Díaz a Brasilia y la convirtió en la estrella de la cumbre de fiscales. Ante el hecho consumado de su visita a Brasil, Itamaraty tuvo el reflejo de recibirla e incluso de ofrecerle asilo político. “No es que exista un interés especial por ella de parte de nuestro gobierno, pero si estaba de visita en Brasilia lo natural era que el canciller la recibiera –dijeron a PERFIL fuentes diplomáticas brasileñas–. Es cierto que sus últimos movimientos le dieron notoriedad. Por ahora, lo que podemos decir es que le prestamos atención”.
Más allá del apoyo de sus pares, Ortega Díaz se maneja en colaboración con el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, quien se reunió personalmente con ella y quien fue el primero en ofrecerle refugio. Para Santos, tener cerca a la destituida fiscal es una oportunidad para no quedar marginado de las maniobras de presión regional a Maduro, que en las últimas semanas habían sido absorbidas en buena medida por los países del Mercosur.
Hasta ahora, Ortega Díaz mostró habilidad para sumar apoyos pese a haber sido una funcionaria del riñón histórico del chavismo, y pese a que su proyección política en Venezuela todavía es una gran incógnita. La destitución y el destierro le cayeron en gracia: cualquiera que se diga opositor a Maduro debe repudiar su remoción ilegal y manifestarle su respaldo.
Aún está por verse si Ortega Díaz es capaz de probar lo que dice saber sobre la plana mayor del gobierno venezolano, y qué impacto real tendría el avance de eventuales causas contra Maduro y Cabello en el exterior. Por lo pronto, el ex fiscal jefe de la CPI, Luis Moreno Ocampo, planea citarla este mes a las audiencias que dirigirá en el marco de la OEA para establecer si la situación en Venezuela amerita una denuncia contra Maduro en La Haya.