Al igual que en la Argentina, Brasil, Venezuela y otras naciones latinoamericanas, en Perú se vive por estas horas un clima de fin de ciclo político, aunque con dos matices no menores: el país está lejos de atravesar una crisis económica; y su alineamiento internacional en los últimos años no ha seguido a los gobiernos de la izquierda regional sino al eje del Pacífico. Así y todo, el presidente Ollanta Humala dejará el poder con bajísima aprobación popular y sin haber logrado instalar un candidato propio para las elecciones que se celebrarán el próximo 10 de abril.
En 2011, cuando llegó a la Casa de Pizarro, Humala era un militar nacionalista que se declaraba afín al chavismo. En los años siguientes, sin embargo, el mandatario se sumó con total pragmatismo a la línea política y económica de Chile, México y Colombia. Durante su gestión, el PBI de Perú creció a un ritmo anual promedio de 4,6% y nunca cayó en recesión. El desempleo se mantuvo en niveles más que razonables y la inflación, en cifras envidiables para otros países de la región.
Sin embargo, Humala se va rotundamente desaprobado. Según una encuesta publicada anteayer por la consultora peruana Datum, su imagen positiva actual es de apenas 15%. En los próximos comicios presidenciales, el oficialismo no tendrá candidato: las preferencias de los electores se reparten entre los opositores Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Verónika Mendoza. Dos de los tres disputarán un casi seguro ballottage. La Constitución peruana impide la reelección presidencial inmediata. Por eso se había instalado la idea de que la esposa de Humala, la carismática Nadine Heredia, podría intentar sucederlo. Pero ese proyecto naufragó.
Vara alta. “Históricamente, la sociedad peruana califica muy bajo a sus gobernantes: aquí es muy difícil dar la talla –comentó a PERFIL el politólogo peruano Arturo Maldonado–. Humala llegó con un discurso transformador que puso muy altas las expectativas, pero luego no pudo satisfacerlas pese a la objetiva buena marcha de la economía”.
Entre otros factores, la imagen de Humala se vio afectada por denuncias de corrupción y, en particular, por la salida a la luz de supuestas agendas privadas de Heredia –cuya veracidad fue desmentida por la primera dama– donde habría datos sobre presuntas cuentas millonarias de la pareja.
En opinión de Maldonado, las posibilidades de Humala de volver a jugar un papel en el futuro dependerán de su habilidad política para situarse como baluarte antifujimorista en caso de que gane Keiko. “Este país ha tenido cadáveres más fríos que lograron regresar, como Alan García", recordó el analista. En Perú, nadie muere para siempre”.