INTERNACIONAL
EDICIÓN DEL 14 DE ABRIL

Papa Francisco en L'Osservatore Romano: "Aceleremos el latido de la esperanza"

Las palabras citadas en la portada corresponden al mensaje tradicional del Domingo de Pascua de Resurrección en la mañana del 10 de abril. Frente a cien mil fieles procedentes de todo el mundo en la plaza de San Pedro Francisco presidió en el atril de la Basílica vaticana sin pronunciar la homilía.

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El papa Francisco | AFP

“Aceleremos el latido de la esperanza”. Este texto que encabeza esta edición especial del L´Osservatore Romano en lengua española refleja la palabra y el pensamiento del Papa Francisco para estas Pascuas. Este ejemplar con el doble de páginas de lo habitual contiene en forma completa y oficial los textos, homilías, sermones y eventos relacionados a la Semana Santa. Las palabras citadas en la portada corresponden al mensaje tradicional del Domingo de Pascua de Resurrección en la mañana del 10 de abril. Frente a cien mil fieles procedentes de todo el mundo en la plaza de San Pedro Francisco presidió en el atril de la Basílica vaticana sin pronunciar la homilía. En torno al medio día, el Pontífice se asomó a la Logia central para dirigirse a los presentes y los que escuchaban a través de los medios de comunicación el mensaje pascual e impartir la bendición “Urbi et Orbi”.

El párrafo de la homilía que contiene la frase mencionada es el siguiente: “Conforta a los refugiados, a los deportados, a los prisioneros políticos y a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud. Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica. Hermanos, hermanas, encontremos también nosotros el gusto del camino, aceleremos el latido de la esperanza, saboreemos la belleza del cielo”.

«Hoy hay tantos “cristos abandonados”» que hay que cuidar; «pidamos hoy la gracia de saber amar a Jesús» en cada uno de ellos; «no dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia». Lo subrayó el Papa Francisco en la misa del Domingo de Ramos, presidida en el atrio de la Basílica Vaticana, el 2 de abril, en presencia de sesenta mil fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Se publica en este ejemplar la homilía pronunciada por el Pontífice después de la proclamación de la Pasión del Señor según Mateo.

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«En este día en que nació el sacerdocio, es hermoso reconocer» que el Espíritu Santo «está en el origen de nuestro ministerio, de la vida y de la vitalidad» de todos los sacerdotes «llamados a ser profetas de su unción y apóstoles de armonía». Así lo subrayó el Papa Francisco la mañana del 6 de abril, al presidir la misa crismal del Jueves Santo en la basílica vaticana. La homilía del Pontífice se publica en forma completa y oficial con esta edición del periódico vaticano en español.

Salvar sirviendo: es lo que hace Jesús cuando lavó los pies a los discípulos. El Papa Francisco volvió a proponer el gesto y su significado en la tarde del Jueves Santo, 6 de abril, con los reclusos de la cárcel de menores de Casal del Marmo, en Roma. En la capilla penitenciaria, el Pontífice celebró la Misa in Cena Domini con la que abrió los ritos del Triduo Pascual. Se publica el texto de la homilía pronunciada por el Obispo de Roma en donde expresó que “Y esta conciencia, esta certeza de que cada uno de nosotros puede resbalar es lo que nos da la dignidad—escuchen la palabra: la “dignidad”— de ser pecadores”.

En la tarde del Viernes Santo, 7 de abril, el Papa Francisco presidió en la Basílica Vaticana la celebración de la Pasión del Señor. Después de la proclamación del Evangelio de Juan (18, 1 — 19, 42), el cardenal capuchino, predicador de la Casa pontificia, pronunció la homilía sobre el tema «¡Anunciamos tu muerte, Señor!». Se incluye en este ejemplar el texto completo.

Entre las páginas 7 a la 9 se publica con esta edición el texto del Vía Crucis celebrado en el Coliseo en la tarde del 7 de abril, Viernes Santo. Debido al intenso frío de estos días el Papa Francisco no estuvo presente en el Coliseo y siguió el Vía Crucis del Viernes Santo desde la Casa Santa Marta. Así lo anunció la Oficina de Prensa de la Santa Sede, subrayando que el Pontífice se uniría a las oraciones de quienes se reunirán con la diócesis de Roma para el sugestivo rito en la colina del Palatino. Tras la celebración vespertina de la Pasión del Señor en la basílica vaticana, serán “voces de paz en un mundo de guerra “las que marcarán el rito que recorre las etapas del camino de Jesús hacia la muerte, acompañado este año por las reflexiones “de hermanos y hermanas que en el mundo han sufrido y sufren la falta de paz”.

Una elección que suena como una invitación a dejarse “ahondar por testimonios y resonancias que han llegado al oído y al corazón del Papa también durante sus visitas”. Son “ecos de paz”, reza la oración introductoria, “que reaparecen en esta ‘tercera guerra mundial a pedazos’, gritos que vienen de países y zonas hoy devastados por la violencia, las injusticias y la pobreza. Todos los lugares donde se padecen conflictos, odios y persecuciones están presentes en la oración de este viernes santo”.

El Vía Crucis concluyó con la siguiente oración final (“14 gracias”): Señor Jesús, Palabra eterna del Padre, por nosotros te has hecho silencio. Y en el silencio que nos guía hacia tu sepulcro hay aún una palabra que queremos decirte pensando en el itinerario del vía crucis que recorrimos contigo: gracias. 

Gracias, Señor Jesús, por la mansedumbre que confunde a la prepotencia. 

Gracias, por la valentía con la que has abrazado la cruz. Gracias, por la paz que brota de tus heridas. 

Gracias, por habernos dado a tu santa Madre como Madre nuestra. Gracias, por el amor que mostraste ante la traición. 

Gracias, por haber cambiado las lágrimas en una sonrisa. 

Gracias, por haber amado a todos sin excluir a nadie. 

Gracias, por la esperanza que infundes en la hora de la prueba. Gracias, por la misericordia que sana las miserias. 

Gracias, por haberte despojado de todo para enriquecernos. 

Gracias, por haber transformado la cruz en árbol de vida. 

Gracias, por el perdón que has ofrecido a tus verdugos. 

Gracias, por haber vencido a la muerte. 

Gracias, Señor Jesús, por la luz que has encendido en nuestras noches y, reconciliando toda división, nos has hecho a todos hermanos, hijos del mismo Padre que está en los cielos. Pater noster”.