Los suburbios de Francia, a un año de la revuelta que sacudió los barrios periféricos de varias ciudades galas, continúan siendo grandes focos de violencia, pobreza y exclusión social, en el marco de las elecciones presidenciales que se celebrarán dentro de seis meses y que muestran el fracaso de la política gubernamental en materia social.
Considerada por muchos como un modelo en materia de integración social, Francia fue escenario durante octubre de 2005 y por un lapso de tres semanas, de un estallido de violencia que dejó un saldo de 9 mil autos incendiados, decenas de edificios públicos y sedes de empresas destrozadas. Las pérdidas estimadas alcanzaron entonces los 160 millones de euros (poco más de un millón de dólares).
El suceso comenzó con la muerte accidental de dos jóvenes habitantes de un barrio en las afueras de la Ciudad Luz. A partir de eso, una multitud estalló de impotencia y el gobierno francés se vio obligado a decretar el estado de emergencia, que estuvo vigente durante tres meses.
El gobierno francés prometió, además, destinar cien millones de euros para resolver las causas concretas de los incidentes, como es el caso del desempleo, la discriminación racial o el fracaso escolar.
Sin embargo, un año después, el clima en estos barrios periféricos –gran parte de ellos transformados en verdaderos guetos– sigue siendo igual de explosivo, las agresiones a los policías aumentan y los problemas que provocaron la revuelta del 2005 continúan sin resolverse.
Octubre 05. “Los habitantes están decepcionados porque se dan cuenta de que la sociedad no ha cambiado su mirada despectiva hacia ellos y, en general, hacia la inmigración”, subrayó el alcalde socialista de la localidad de Cliché sous Bois, Claude Dilain.
Este suburbio, en el que murieron electrocutados el 27 de octubre del 2005 dos jóvenes que huían de la policía, fue el origen de la revuelta y es un claro espejo de los problemas de numerosos barrios periféricos franceses.
Entre sus 1,3 millones de habitantes, unas ochenta nacionalidades conviven en las afueras de las grandes periferias. La tasa de desempleo alcanza al veinte por ciento de la población y puede trepar hasta el cuarenta por cientos entre los jóvenes potencialmente activos.
Las respuestas oficiales. Para mostrar la buena voluntad del gobierno, el primer ministro, Dominique de Villepin, aumentó en un 25 por ciento el presupuesto municipal, aprobó una ley sobre la igualdad de oportunidades y otorgó mayores medios financieros a los organismos que luchan contra la discriminación pero los frutos de estas medidas parecen ser escasos.
Al mismo tiempo, el Poder Ejecutivo francés aumentó su intransigencia y decidió castigar con más severidad a los autores de agresiones a agentes de policías y a aquellos que provoquen revueltas callejeras.
El año pasado, las tres semanas de violencia concluyeron con un saldo de cuatrocientas condenas a mayores de edad y la presentación de más de 550 jóvenes ante los jueces, de los cuales 110 fueron enviados a institutos y correccionales para menores.
“La seguridad es un paso previo indispensable si queremos avanzar. Hay que fortalecer la presencia de las fuerzas del orden en la vida diaria de estos barrios e impulsar además el desarrollo económico de los suburbios y luchar contra el desempleo juvenil y las discriminaciones", declaró Villepin.
A seis meses de las elecciones presidenciales en Francia, está claro que tanto para la derecha como para la izquierda, la cuestión de estos barrios problemáticos formará parte de la campaña. De hecho, el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy –que no oculta sus ambiciones presidenciales–, anunció esta semana que los jóvenes de entre 16 y 18 años que reincidan en sus crímenes serán juzgados como mayores de edad, es decir, como si tuvieran más de 18 años.
El año pasado, Sarkozy dejó un recuerdo amargo en Clichy sous Bois cuando llamó “escoria” a los jóvenes de estos suburbios. Con todo, su actitud ha sido calificada de “demagógica” y claramente “electoralista” por los sindicatos de jueces franceses.
Pero el ministro se ha ganado el apoyo de gran parte del electorado de derecha francés gracias a esta rígida política de seguridad. Frente a esta forma de actuar, la izquierda francesa predica una aproximación más humana y más social al problema de los suburbios.
“Todos los ingredientes que hicieron que la situación explotara el año pasado siguen ahí y habrá otros. La última ola de violencia fue destructiva y la próxima lo será más todavía2, advirtió el precandidato socialista Dominique Strauss-Kahn.
Fuente: AFP