El escándalo de las cárceles vip para represores en Chile monopolizó esta semana la campaña presidencial. Diez de los mayores represores de la dictadura chilena, entre ellos Manuel Contreras, ex jefe de la policía secreta de Augusto Pinochet, serán trasladados del penal Cordillera, “una cárcel de cinco estrellas”, a otra de cuatro, tras el anuncio del presidente Sebastián Piñera de cerrar el establecimiento penitenciario. Los militares serán alojados en Punta Peuco, que también cuenta con comodidades, denunciadas por los organismos de derechos humanos.
El jefe de Estado decidió cerrar la cárcel, ante los cuestionamientos por las exclusivas condiciones que gozaban los represores. Esas críticas originaron un agrio debate sobre qué fuerza política era responsable por los privilegios. El gobierno de Piñera culpó a la Concertación y a la ex presidenta Michelle Bachelet por permitir que los militares estuvieran detenidos en Cordillera.
Lo cierto es que esa cárcel fue levantada por el socialista Ricardo Lagos en 2005. “Es una paradoja que un gobierno de derecha, sostenido por grupos de ultraderecha que apoyaron a Pinochet, sea quien haya decidido poner fin a esta situación de privilegio. La Concertación está pagando costos políticos por no tomar antes esa determinación”, opinó en diálogo con PERFIL Gabriela Zuñiga, vocera de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Sin embargo, según la militante de derechos humanos nada cambiará, ya que los represores pasaron del “Hotel Hyatt al Radisson”, alegando que ambas son prisiones vip.
El penal Cordillera, que permitía visitas diarias de familiares, contaba con pileta, cancha de tenis, cabañas con agua caliente, radio y televisión. Contreras, ex jefe de la DINA, vivía solo en una cabaña y concedía entrevistas a medios televisivos. En una de esas notas, sostuvo que los gendarmes encargados de su custodia estaban “para llevarle el bastón”, lo que motivó una sanción por “denigrar” a sus guardias.
En Cordillera, los militares también intentaron homenajear con un almuerzo al ex brigadier Miguel Krasnoff, condenado a 144 años de prisión por crímenes de lesa humanidad. Para evitarlo, Gendarmería prohibió las visitas, hasta que llegó la orden presidencial de trasladar a los reclusos.
Punta Peuco, por su parte, tiene cuartos individuales, pabellones con living, cocina y ducha. Cada habitación cuenta con una cama de plaza y media y los internos poseen estufas, radio, televisión, computadora y heladera. Beneficios que no hay en ninguna cárcel común de Chile, ni tampoco del resto de América latina.