La canadiense Mary McCarthy tiene 107 años y es millonaria. Pero, víctima de las circunstancias políticas, vive en la pobreza en Cuba, en una mansión en ruinas, la misma a la que ella y su esposo se mudaron hace 62 años, en la entonces elitista área del Country Club de La Habana.
El gobierno cubano confiscó sus propiedades y la fábrica de cuero de su marido, valuadas en 4 millones de dólares y sólo le quedó la ruinosa mansión en la que hoy vive de la caridad, decorada con muebles estilo Napoleón III, candelabros y un piano Steinway, según informa el diario español ABC.
Pero de hecho, Mary tiene un pequeña fortuna y valiosas joyas, que heredó cuando enviudó en 1951. El problema es que permanece congelada en un banco de Boston, desde que Estados Unidos impusiera sanciones a Cuba después del triunfo de la revolución.
La anciana reclamó al presidente George W. Bush que libere su dinero para poder vivir dignamente el resto de sus días. Diplomáticos canadienses intercedieron y desde enero último, el gobierno estadounidense le permite a Mary retirar de su banco de Boston una pensión de 96 dólares mensuales.
El año pasado, Stan Keyes, entonces cónsul general de Canadá en Boston, envió una carta a la oficina del Tesoro estadounidense para solicitar la transferencia de los fondos de la anciana a Canadá. “Depende de la caridad y se merece vivir el resto de sus días con comodidad”, dijo.
La señora McCarthy asgura que sólo necesita el dinero para sus medicinas y su médico, y rechazó una propuesta para volver a Canadá porque asegura que no podría soportar el crudo invierno de su país.
“Me quedé en La Habana porque mi marido murió y yo heredé la propiedad”. Además, asegura que le gustan los cubanos. “Son la mejor gente del mundo”.