El príncipe Guillermo, nieto de la reina de Inglaterra, será enviado a las islas Malvinas entre febrero y marzo del año que viene, poco antes del 30º aniversario de la guerra que enfrentó a nuestro país con Gran Bretaña, conflicto que se cobró las vidas de 649 soldados argentinos y 255 ingleses. El proyecto fue tildado de “provocación” por miembros de la Cancillería argentina, lo que levantó polémicas críticas en el Parlamento británico.
El jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, general David Richards, negó que el desplazamiento del príncipe como piloto de helicópteros a las Malvinas sea “un acto de provocación” hacia Argentina, tal y como lo manifestó el director del área de las Malvinas e islas del Atlántico sur del Ministerio de Exteriores argentino, Sebastián Brugo Marcó en La Nación: “No se puede obviar el contenido político de este operativo militar teniendo en cuenta que el príncipe forma parte de la familia real. Este es otro acto de provocación por parte de Gran Bretaña con su presencia militar en una zona tranquila donde no hay conflicto armado”.
Según la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) el príncipe, que trabaja como piloto de búsqueda y rescate en la base galesa de Anglesey, “completará un despliegue de rutina en las islas Falklands. Este despliegue es parte de una rotación normal de la tripulación de un escuadrón y forma parte del entrenamiento y de la progresión de su carrera”.
Se trata del tercer miembro de la familia de Isabel II que pisa suelo malvinense: el príncipe Andrés -piloto durante la guerra- viajó en 2002 al conmemorarse los 20 años de la guerra; tres años antes, en el marco de una visita oficial a la Argentina, lo hizo el príncipe Carlos. Ambos con el propósito de rendir homenaje oficial a los soldados británicos sepultados en las islas.
Según la agencia de noticias EFE, el príncipe, que formará parte de un equipo de cuatro pilotos de helicópteros "Sea King", no tendrá ningún rol ceremonial como representante de la monarquía, y lo hará únicamente a título personal, como miembro de la RAF. Formará parte de uno de los mil soldados británicos destacados en Malvinas, donde viven 3.000 personas. Su trabajo será respaldar a las fuerzas británicas, pobladores de islas y barcos que navegan por la zona.
Richards afirma que las relaciones del Reino Unido con Argentina son ahora “bastante constructivas” y, aunque hay “un claro desacuerdo” sobre la soberanía de las islas, las dos partes están decididas a “no repetir los errores de 1982”. Según Brugo Marcó, sin embargo, este proyecto “se contrapone con la búsqueda de diálogo” que mostró Argentina en diferentes foros internacionales.
El diputado Alfredo Atanasoff manifestó que “el hecho de que sea el segundo en la línea en la sucesión de la corona, por su importancia política y por la realización de ejercicios militares, constituyen provocaciones que se suman a las que últimamente el Reino Unido está desplegando en el Atlántico Sur”.
Para Atanasoff, “es necesario que todas las fuerzas políticas se unan en un enérgico reclamo para que cesen estas afrentas a nuestra soberanía, y a través de los medios diplomáticos se exija al Reino Unido el cumplimiento de las Resoluciones de Naciones Unidas que instan a ambas partes a iniciar las negociaciones sobre la cuestión Malvinas”.
El diario inglés Mail Online asegura que “los comentarios argentinos provocaron furia en el Parlamento, cuyos funcionarios se manifestaron profundamente equivocados”. Según el Mail, los políticos británicos solicitaron que “Argentina deje de inmiscuirse en los asuntos británicos”, mientras que el funcionario Patrick Mercer asegura “no entender por qué esto es provocativo”.
“Ciertamente”, agregó, “no es tan provocadora como la invasión de las Islas Malvinas en 1982. Se me escapa por completo el por qué un gobierno extranjero considera los movimientos del príncipe Guillermo”. Según el diputado conservador Rory Stewart, “no puede haber acto de provocación en suelo británico”.
(*) Especial para Perfil.com.