Nairobi - La policía keniana recibió la orden de tirar a matar contra pirómanos, ladrones, personas armadas o que bloqueen las calles, para poner fin a semanas de violentos disturbios postelectorales, afirmó hoy un comandante de esa fuerza.
La orden, dada por segunda vez desde la controvertida reelección del presidente Mwai Kibaki el 27 de diciembre, se produjo después de que comenzasen oficialmente las conversaciones entre Kibaki y el líder opositor Raila Odinga, que lo acusa de haberle robado la victoria.
La represión policial llega asimismo en un contexto de creciente inquietud internacional por la espiral de violencia que en un mes dejó casi mil muertos y más de 250.000 desplazados. "Cuatro categorías de personas se toparán con la acción policial: quienes se dediquen al saqueo, quemen casas, lleven armas de ataque o erijan barricadas", dijo a la agencia de noticias AFP un comandante de la policía que requirió anonimato.
Ayer, helicópteros militares dispararon contra grupos étnicos rivales que se enfrentaban en la ciudad de Naivasha (oeste). "Tenemos orden de disparar a matar contra esas categorías de personas si son sorprendidos actuando", precisó el comandante. Las autoridades ya habían emitido una orden de "tirar a matar" a principios de enero, cuando las bandas comenzaron a atacar a la policía.
Tras semanas de mediación infructuosa, ayer se iniciaron los contactos entre Kibaki y Odinga, organizados por un equipo de mediadores africanos encabezado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan. Sin embargo, reinaba la incertidumbre sobre la continuidad del diálogo. Odinga se negó a reconocer la legitimidad de la presidencia de Kibaki en tanto que su partido, el Movimiento Democrático Naranja (ODM), pide nuevos comicios. El gobierno rechaza esa posibilidad y llama al diálogo.
El ODM anunció que pedirá a la cumbre de la Unión Africana (UA), que comienza mañana en Adis Abeba, que no avale las elecciones kenianas. La violencia se había visto atizada ayer por el asesinato de un diputado del ODM en Nairobi. "La policía será a partir de ahora muy firme con los grupos que atenten contra la vida o la propiedad ajena", declaró a la AFP el vocero policial Eric Kiraithe.
El ejército tuvo hasta ahora un papel secundario en la contención de la violencia, limitándose a desmantelar barricadas y a ayudar a imponer el toque de queda en la ciudad de Nakuru (oeste). Pero ayer, soldados armados con rifles de asalto patrullaban las calles de Naivasha, a unos 80 km al noroeste de Nairobi. Unos 8.000 desplazados seguían refugiados en depedencias policiales de Naivasha, adonde habían acudido días antes cuando estalló la violencia que transformó esta conocida ciudad turística en un campo de batalla. La calma parecía de retorno en la mayoría de ciudades del oeste de Kenia, aunque en zonas rurales de la provincia del Valle del Rift alginas casas seguían siendo blanco de ataques, según testigos. "Nos quemaron la casa. Mi madre tuvo que huir, pero mi padre se quedó para proteger nuestras escasas pertenencias", explicó Stephen Njuguna.
Miembros de la tribu de los kikuyu, a la que pertenece Kibaki, sufrieron importantes pérdidas en la primera ola de violencia que estalló tras las elecciones a manos de la tribu de los luo, de Odinga, y otros grupos étnicos. Desde entonces los kikuyu han llevado a cabo numerosos actos de venganza. Las protestas que estallaron tras las elecciones se mezclaron con disputas latentes de carácter étnico y económico y sumieron a este país africano, considerado hasta ahora como remanso de estabilidad, en la peor ola de violencia desde su independencia en 1963.