INTERNACIONAL
Polmica biografa no autorizada

Primer capítulo de "Un tal Evo"

En el nuevo libro de los periodistas bolivianos Darwin Pinto y Roberto Navia se plantea que las mujeres enloquecen por el mandatario. Destacan su virilidad y frialdad política.

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Con la precisión de cirujano, el ángel de la guarda de Evo, que es su alcahuete oficial, una especie de ministro de faldas invisible, tiene la delicada y casi patriótica tarea de silenciar con buenas artes los ruidos pasionales del mandatario, ese que sabe utilizar su "sexapil" presidencial y su exótica pinta de indígena rústico para enloquecer a las mujeres que caen rendidas en su pecho de toro.

Su nombre es un secreto de Estado. ¡Ay del pendejo que se atreva a revelarlo! Nadie dio la orden por escrito para no abrir la boca. Se trata de una complicidad implícita entre todos los adulones para impedir que los moralistas e hipócritas de este país se atrevan a levantar insanos testimonios contra Juan Evo Morales Ayma, cuyos actos de alcoba se pueden convertir en escándalo mundial y en deliciosa golosina para sus enemigos entrañables.

"Evo tiene un hombre de oro que se encarga de cuidar sus secretos de polleras". Lo dijo una sola vez y sin entrar en muchos detalles un ex asesor de campaña mientras arrancaba con sus dientes una aceituna de un mondadientes en una reunión concertada exclusivamente para hablar de las intimidades del primer mandatario.

Estaba de paso por Santa Cruz cuando arrojó ese dato que es guardado celosamente por los pocos allegados políticos que tienen el privilegio de enterarse de las andanzas amorosas de Evo Morales Ayma, que, según el ex asesor, es probable que haya tomado la decisión de cuidar su imagen después del escándalo que le provocó en plena campaña electoral del 2005 el juicio que le inició Francisca Alvarado que, a través de los estrados judiciales, hizo saber que Morales la había embarazado y negado a cumplir su papel de padre: reconocer a Eva Liz, su hija que el 24 de septiembre de 1994 nació en Curaguara de Carangas, y a darle una pensión para cubrir los gastos de estudios y alimentación. Como es de suponer, aquel problema de faldas fue utilizado por sus oponentes que, al igual que él, estaban interesados en colocar sus nalgas en la silla presidencial después de las elecciones nacionales del 18 de diciembre.

Ahora que es Presidente, para impedir que sus escándalos mancillen la imagen del país y evitar hacerse famoso por la habilidad de su miembro, más que por ser el primer presidente indígena de Bolivia interesado en refundar un país lleno de pobres y desempleados, es que tomó sus precauciones y decidió confiar en un sujeto, anónimo para el resto del país, para que negocie con cualquier mujer que ose tener algo más que un buen día o una noche de amor.

El ex asesor aclara que el hombre clandestino no tiene la tarea de armarle la cama al Presidente, porque él tiene la capacidad de hacerlo solo, sino la de impedir que sus banquetes deliciosos dejen migas esparcidas en la mesa del amor, puesto que, aunque pocos lo crean, Evo no necesita regalar ramos de flores para tirarse a buenas hembras. "Muchas mujeres lo ven simpático y admiran su porte viril de hombre altiplánico, reconocen que tiene unas piernas de Ronaldinho y unos gruesos hombros de amante de primer mundo".

Esther Morales, la hermana del Presidente, con sus 57 años de vida y un diente de oro, recuerda que cuando Evo empezó a hacerse hombrecito, jamás demostró timidez por las mujeres, por el contrario, dice que era entrador y que se tejían tantos cuentos sobre sus relaciones amorosas pero que a la familia nunca le presentó formalmente a nadie como su novia.

Esther no miente. El mismo Evo suelta sorpresivamente en algunos de sus discursos varios datos que demuestran que además del fútbol, la conquista de mujeres era otro de sus deportes favoritos. Después de haber ganado la presidencia en la urnas, él y su vicepresidente, Álvaro García Linera, viajaron a Villa 14, el corazón de Chapare, para festejar el triunfo de diciembre. En pleno discurso, desde la tarima donde se encontraba dando su perorata, divisó entre la campesinada que lo aclamaba como si fuera su redentor, a un tal Patricio, y lo saludó efusivamente aclarando que el nombre de su amigo al que se dirigía en verdad no se llamaba Patricio, sino que le decía eso porque era su competidor más fuerte que estaba tras el culito de la Patricia, una de las mujeres más hermosas que cuando él era un muchacho hacía suspirar a los afiebrados hombres que, alterados por la furia del sol que quemaba más fuerte en el Chapare, empezaban a desflorar más temprano a sus apetitos sexuales.

Aquella no fue la única vez en que el Presidente excitó a su masa, a sus miles de seguidores sin parangón que tiene en esa selva tropical donde hizo sus mejores armas para luchar a capa y espada en la arena política nacional. A principios de 2006 acudió a Villa Tunari para inaugurar un hospital. Aquella vez, un grupo de enfermeras entradas en edad que se habían instalado a un costado del palco desde donde Morales le hablaba al público, empezaron a gritar su nombre: ¡Evo!, ¡Evo! El mandatario las miró y emocionado dijo: "Un gran saludo para mis suegras". Minutos después, cuando estaba hablando de las frutas que se producen en la zona, volvió a referirse a ellas, y les dijo que cuando él dijo que la banana es buena para la salud, no lleguen a pensar que se está refiriendo a la otra banana (a la del hombre).

Al Evo lo recuerdan también en otros escenarios. Las putas del Chapare no tienen buen concepto de él. Las más antiguas de los baldes rojos, que eran las capitales oficiales del placer mientras en el interior de aquel bosque húmedo los cocaleros y los militares se sacaron la madre por casi 20 años, han hecho correr la voz de que es tacaño, incapaz de comprar cerveza ni siquiera para él, peor para ellas. Por eso, cuenta Katita (ese es su nombre de guerra), una de las trabajadoras sexuales de mayor trayectoria en el rubro, que cuando lo veían llegar con su caminar de play boy empírico, a veces con su pantaloncito jean de varios días y su chamarrita azul de todos los tiempos, las trabajadoras sexuales se hacían las que no lo veían, esquivándolo porque sabían que no era un cliente de billetera blanda y que regateaba hasta lo último el precio de un polvo escupido con escaso romance en esas cuevas pequeñas construidas en fila india, donde apenas había campo para un catre de una plaza, y una silla enana que servía para colocar un balde con agua para que el hombre se lave sus intimidades después del acto amatorio que se ejecutaba en un dos por tres.

Es que Evo tenía motivos serios para regatear el servicio de las prostitutas: a pesar de que era dirigente de los cocaleros, sus bolsillos apenas guardaban el suficiente dinero para comer y transportarse por las sendas del Chapare. Avelino Espinoza, su maestro político que vive en Villa 14, dice que en el mejor de los casos se le entregaba 20 pesos bolivianos (algo más de dos dólares) por día cuando era declarado en comisión para cumplir compromisos relativos a los intereses de los cocaleros y que las ganancias que producía su terreno de 12 hectáreas que aún posee en la comunidad de San Francisco, donde tenía plantaciones de coca y frutas cítricas, eran enviadas a Orinoca, por lo menos hasta 1992, cuando su madre María Ayma Mamani aún estaba viva.

Pero así como es mujeriego, es un tipo sin suerte en el amor, según su maestro político y compañero de lucha sindical, Avelino Espinoza, un hombre alto y avanzado en edad (67), que vive en el Chapare desde sus 17 años, y que asegura haber conocido a Evo en las buenas y en las malas. Eso quiere decir que así como lo vio herido y llorando cuando los policías y militares, allá por la década de los 90, tenían la maldita maña de agarrar a balazos a los campesinos que intentaban impedir la erradicación de la coca, también lo vio contento en algunos amoríos, pero que por lo general después lo dejaban con los huevos rotos. "El Evo para todo ha tenido suerte, menos para el amor", sentencia desde su casa de madera de dos plantas.

Es que el hombre que estrechó en su regazo a varias mujeres aún no ha conseguido quedarse con una. El mismo Avelino recuerda que la relación entre Evo y su sobrina Marisol Paredes no fue consumada en matrimonio a pesar de que ambos tuvieron un hijo: Alvarito, de 12 años, que el 2005 se graduó de quinto de primaria en una escuela de la ciudad de Cochabamba.

Evo también embarazó a Francisca Alvarado. Ella y Paredes no fueron las únicas conquistas que Evo tuvo durante la primera mitad de la década de los '90. Un grupo de amigas reveló que el corazón de Morales estuvo ocupado por Evelín Ágreda, quien, enterada de que el hombre de su vida había embarazado a dos mujeres (a Francisca y a Marisol), decidió romper irrevocablemente aquella relación sin precedentes. Evelín Ágreda no quiso hablarle a Erick Ortega, periodista del periódico La Prensa, sobre aquellos viejos fantasmas. Sólo le lanzó una sonrisa cortés cuando le preguntó si ella se consideraba el gran amor del Evo Morales. Pero las amistades de la ex pareja recuerdan que ambos salían a bailar y, aclaran, que él no era bueno para esos asuntos.

A los oídos de Esther el año pasado le habían soplado que su hermano estuvo enamorando con una mujer extranjera. ¿Parisina?, ¿española?, ¿quizá inglesa? Esther no lo sabe hasta ahora. Alguna de sus amistades que tenía acceso a la televisión por cable fue quien le pasó el calenturiento chisme: "En la tele han dicho que al Evo una gringuita lo está conquistando". Nada más supo y tampoco intentó preguntarle a su hermano: "Evito, ¿es verdad que tu hombría está siendo probada por una mujer transnacional?". Pero si Esther no estaba enterada del asunto, el ex asesor, el que reveló sobre la existencia del celestino que le arregla sus problemas de faldas al Presidente, supo los detalles de aquel romance que tenía todos los condimentos para ser cocinado en el altar. Según el informante, ella era una suiza espigada que estaba dispuesta a casarse si es que Evo aceptaba hacer maletas para marcharse con ella. Él le hizo una contraoferta: "Más bien quedate a vivir en Bolivia para que me ayudes a luchar contra los Leopardos (policías encargados de erradicar la coca en Chapare) que están matando a los campesinos". Ante la negativa irrevocable, la historia de amor no prosperó y cada uno decidió seguir su camino, claro, en mundos diferentes.

El periodista argentino Martín Sivak, en un reportaje titulado Un viaje con Evo Morales, publicado en la revista Play Boy, reveló que en 1995 Morales le contó que estaba enamorado y que se iba a casar. Después de tantos años, ahora que es Presidente, Sivak le preguntó qué pasó. Evo le respondió: "Fue la única vez que estuve cerca de casarme. Pero el compañero David (Choquehuanca) --que es Canciller de la República-- me convenció de que no me casara. No me casé y ya no creo que me case. Además yo estoy casado con Bolivia. Yo alguna vez me dije: tanta gente me quiere, pero no me quiere una mujer (se ríe). Y eso pasaba en la década del 90. Yo proponía matrimonio y me decían: No, a vos te van a matar. Te van a meter en la cárcel". Sivak le preguntó quién le dijo eso. Evo le respondió: "Algunas compañeras de la clase media, de la clase profesional. Y nuestras compañeras también me decían: Yo me quiero casar pero para estar todo el tiempo contigo. Y es difícil. Imaginate salir a las cinco de la mañana y la dejas ahí botada en la cama".

Evo confirmó que 1995 fue el año en que decidió casarse con una mujer que era licenciada en pedagogía, pero que fue ella quien al final no quiso porque temía quedar viuda debido a que era evidente que la lucha por la coca le hizo ganar enemigos, que amenazaban con matarlo. "Y se acabó la relación. Somos amigos. No fue una ruptura brusca, fue conversada", aclara Morales pero manteniendo el nombre de su ex novia en la más severa reserva. "El amor es buscar la libertad de la compañera. Si ella no quiso vivir con el temor de que me maten o me lleven a la cárcel, yo respeto mucho su decisión, su libertad. No hay mal que por bien no venga", remata con una voz acompañada por movimientos de su cuerpo que muestran una incomodidad evidente por haber estirado demasiado la lengua para revelar los secretos de su corazón.

A pesar de que la vida sentimental del Presidente ahora tiene un blindaje protector, desde antes que asuma el mando de Bolivia se han ventilado diversas historias que se suman a las varias declaraciones que dicen que el Evo sabe disfrutar de los placeres de la carne y que en secreto le es infiel a Bolivia, a la que él considera su esposa después de haber dicho el 22 de enero de 2006, cuando juró a la presidencia, que se casaba con la nación, no con una mujer de carne y hueso, porque su agitada agenda le impediría cumplir con los deberes maritales.

A pesar de que el entorno del presidente trata de ocultar como un secreto de Estado que Nieves Soto, una cholita de 25 años que vive en el Chapare, es la última amiga íntima del Presidente, la prensa boliviana ha volcado sus ojos sobre ella y no se los ha desprendido hasta encontrar algunas evidencias para especular sobre un posible romance. En uno de sus viajes que hizo Evo a comienzos de 2006 a Chapare para inaugurar la oficina de una entidad financiera (algo impensable hasta el año pasado), el diario La Razón de La Paz publicó que Nieves Soto apareció en la alcaldía de Villa Tunari, donde Morales se encontraba. "Vestía una blusa de encaje blanco y una pollera azul corta que dejaba ver sus delgados muslos. Ella llevaba varios platos de pescado, cubiertos cuidadosamente con bolsas de plástico para evitar que la lluvia tropical los mojara. Poco después, Soto desapareció del edificio, siempre con el fin de no llamar la atención. Más tarde, luego de que el Presidente cumplió su agenda, ella abordó el avión presidencial con destino a la ciudad de La Paz".

Este informe de prensa también da cuenta que algunos dirigentes cocaleros de Eterazama, donde vive Soto, admitieron que Morales conoce a los padres de ella y que antes de las elecciones nacionales ambos compartían una vivienda cuando el entonces candidato visitaba a la población. Según una fuente de Palacio de Gobierno, señaló La Razón, algunas mañanas los pasillos del edificio sienten los pasos de la joven de "pícara sonrisa" llevando personalmente el desayuno al despacho del Presidente, lo que pone en evidencia que los cuidados de Soto a Morales son notorios.

Para evitar que su vida privada salga a la luz pública, el 2001 Evo Morales había intentado callar a la prensa nacional con una respuesta firme: "¿Quién no tiene un amor en esta vida?". Pero el tiro le salió por la culata porque el morbo aumentó más. Ante tanta insistencia, dijo que su enamorada era una compañera cocalera menor que él que lo había conquistado por su apoyo permanente en la lucha sindical, que se veían cada tres días y que él no se consideraba celoso porque tenía mucha confianza en sí mismo.

Un año después (2002), igual en el Chapare, aquel lugar vestido de verde ardiente y sopado de una humedad típica de los bosques tropicales, la chismografía que empezó a tejerse sobre una supuesta relación entre Evo y Margarita Terán, una mujer de 20 años que ya había sido elegida dirigente cocalera, es ya una historia clásica de un amor que, según dicen las malas lenguas, trató de ser escondido a toda costa para no poner en riesgo la revolución cocalera que se gestaba en contra de los gobiernos de derecha, puesto que no era prudente que estén hablando por ahí que mientras miles de campesinos estaban en posición de apronte, el Evo y la Margarita anden ventilando su idilio sin pudor.

Aquel año, cuando ninguno de los chamanes, astrólogos, analistas políticos y saca-suertes, que aumentaron como hongos en Bolivia desde que las crisis económicas de EEUU, Brasil y Argentina salpicaran al país más pobre de América del Sur, pudo vaticinar que Evo ascendería a Presidente dentro de cuatro años, y que éste hacía esfuerzos para evitar tener una apariencia de un Don Juan sin remedio, de un sujeto apestado por las tantas cholitas que, al igual que los hombres, estaban entregadas en cuerpo y alma a la guerra sin cuartel que sobrellevaron en el Chapare por casi dos décadas para evitar que los gobiernos erradiquen la hoja de coca.

Una tarde ardiente de aquel 2002, una de los más sangrientas que se registró en el Chapare (murieron 15 personas, entre cocaleros y militares, según la Defensoría del Pueblo), Evo Morales estaba sentadito en la sede de los cocaleros en Villa 14, en estado de apronte, pero no desesperado, pendiente de que los policías y militares enviados por el ex dictador y presidente de Bolivia Hugo Bánzer Suárez, no rompan el cerco humano de campesinos que estaban dispuestos a dar su vida en aquella guerra.

Junto a Evo estaba el fotógrafo David Sapiencia, que con su natural vocecita amigable procedió a entablar una conversación atípica, (nada de muertos, ni de heridos) sino, de mujeres. Sapiencia se dio cuenta de que los ojos bailarines de Evo se habían detenido en una cholita bonita que posaba, quizá sin darse cuenta, para el ahora primer mandatario de Estado. ¿Es muy linda, no?, le disparó Sapiencia a Evo, en espera de que éste, en un arrebato de sinceridad le confiese que de ella, de la Margarita Terán, la cholita más regia del Chapare, estaba enamorado como un becerro y que, después de sus luchas sindicales, era su segundo motivo para vivir.

Pero el Evo le respondió con otra pregunta: ¿Te gusta?, y remató con una propuesta que aquella tarde le sonó a Sapiencia algo indecente: ¿No quieres agarrártela? Pero el fotógrafo llegó a pensar que era una estrategia pendeja que utilizaba Evo para que a través de él corra la voz, primero en el Chapare y después por todo el país, que con Margarita Terán no tiene nada que ver, que las habladurías eran sólo eso, meros inventos de gente sin oficio.

A decir verdad, el fotógrafo nunca los vio en una situación comprometedora, el lente de su cámara jamás pudo registrarlos haciéndose cariñitos. Fue Oscar Guaigua, un reportero de periódico que el 2002 había llegado desde Oruro hasta el Chapare para cubrir los enfrentamientos, que una noche sin luna, como a las once o doce, los vio agarraditos de la mano, acaramelados, ocultos por la penumbra que inundaba la triste plazuela de Villa 14, esa que en los días de sol se pone insoportable debido a su falta de árboles.

Lo que Evo nunca pudo ocultar fue aquella lejana relación con una ex dirigente del movimiento político Eje Pachakuti, la orureña Francisca Alvarado, una chola de polleras y de trenzas largas, tan morena como Morales y de una voz calmada.

Se conocieron en 1992 en uno de los tantos cursos de formación política que organizaba por todo el país el Eje Pachakuti con miras a derrotar a la oligarquía boliviana. Se siguieron viendo en congresos y ampliados sindicales. Un año después (1993) Francisca Alvarado, que había cumplido los 19 años, se fugó de su casa de Purgajta, un pueblito remoto del altiplano, porque no aceptaba la orden de sus padres de estudiar solamente hasta tercero intermedio. En algún momento, dice, su familia la llegó a desconocer porque su hambre por salir bachiller (lo consiguió en Oruro el año 1999) no eran compatibles con la cultura de que las hijas jovencitas, mientras no se casen, tenían que estar pendientes del papá y de la mamá.

Es así que se trasladó a Oruro, empezó a trabajar como reportera en una radioemisora y a viajar por todo el país, lo que le permitió ver con mayor frecuencia a su enamorado, al Evo, que la esperaba emocionado, como capitán de un barco ansioso por pisar tierra firme después de un naufragio, unas veces en el Chapare y otras en la ciudad de La Paz.

En 1994 quedó embarazada y Evo Morales recibió la noticia con asombro al mes de lo ocurrido. A pesar de ello, Francisca dice que nunca llegaron a vivir juntos y que él le destrozó el corazón haciéndose el que "yo no fui", "el del otro viernes", "el chancho rengo", al negar la paternidad. "Él es bien frío, no es sentimental. No es un hombre de familia, eso nos ha distanciado", dijo con una voz glacial que le lastimaba su garganta como si sus palabras fueran puntas afiladas de hielo.

A su hija, Francisca le puso el hombre de su padre, pero en versión mujer: Eva, y le agregó otro, también corto: Liz. "Con zeta al final", aclara. Cuando la niña tenía cinco años, su madre denunció que Morales se negaba a reconocerla y a pasarle un monto de dinero para su manutención.

Después de siete años de juicio, el 2 de octubre del 2002, la niña fue reconocida y Evo Morales se comprometió a destinar para Eva Liz 150 dólares mensuales, una suma que para ella no es suficiente.

Mucho antes de eso, cuando la niña tenía un año y cuatro meses, Francisca recuerda que llevó a Eva Liz a La Paz, a la casa del Evo, para que él la conozca y para que la niña sienta el calor paternal. Ese había sido el único contacto entre padre e hija, hasta finales del 2005, que fue cuando Alvarado dio esta entrevista.

Eva Liz sólo conocía a su papá por la televisión y, según su madre, la niña se quejaba de que Morales no la llamara para saber si estaba sana o enferma. "Cuando el Evo llega a Oruro los canales de televisión lo entrevistan y mi hija, al verlo, dice: 'El Evo está aquí', no le dice papá, dice, 'ese hombre no debe ser mi papá, porque si fuera mi papá, me llamaría'".

Todo ello hizo que Francisca Alvarado llegue a pensar que Evo no es un hombre para tener familia, porque cree que está acostumbrado a vivir solo y que no le interesa si sus hijos se alimentan o no, con tal de que él esté bien. Le echa en cara que los principios humanos tienen que empezar a ser practicados desde la casa porque si no se lucha desde el núcleo familiar, difícilmente se podrá pelear por otra gente, por los niños desamparados. La mujer vuelve a la carga: "Evo tiene que ser consecuente con su discurso y no hablar una cosa y después hacer otra".

El ex asesor del Presidente, el que puso en evidencia que Evo tiene un hombre que le apaga los incendios que encienden sus pasiones, lanzó un dato que dice que podría empezar a cambiar la imagen de mal padre que tiene el Presidente. Pocos días después de que Evo Morales empezó a gobernar Bolivia, ingresó a Palacio una niña menuda, morena y de cabellitos negros, agarrada de la mano de una persona mayor, y subió por las gradas históricas y se metió en los angostos pasillos sin ventilación de la casa de Gobierno hasta encontrar a su padre que por aquellos días ya era noticia mundial. El ex asesor se ríe de las decenas de periodistas que, emborrachados por la noticia política, a la que ellos la llaman de cruda y dura, no se percataron de que Evo Morales y Eva Liz Morales se reconciliaron cuando enero del 2006 agonizaba y en Bolivia las clases populares y los intelectuales de izquierda creían que un Mesías llegaba a la Presidencia para calmar el hambre, generar empleos y terminar con la discriminación y las injusticias.

Hace 12 años, cuando Evo aún no era la "vedete" de muchos países de Europa, Asia, África y América Latina y de los medios de prensa internacional, Francisca Alvarado, que entonces estaba enamorada de él, dice que escuchaba que la gente se daba cuenta de que Morales no leía ni los periódicos y no era un sujeto preparado para liderar a las masas. Por ello, tomando en cuenta que en las comunidades campesinas se fijaban en todo eso, recuerda que ella le aconsejaba, como maestra que se preocupa por su alumno más querido, que tiene que leer, que si tiene acceso a libros que los aproveche. "Yo en ese tiempo pensaba que un hombre necesitaba apoyo moral, por eso le hablaba de esa manera, en algún momento él me hacía caso y leía, me decía que estaba haciendo tal cosa". Como prueba de que ella siempre pensó que el estudio libera al ser humano, afirma Alvarado, con un tonito de orgullo, que salió bachiller en 1999 en Oruro y actualmente está cursando el cuarto año de Derecho.

Esther Morales es esquiva cuando tiene que hablar de los hijos del Evo. "Me dijeron que tiene un hijo en Cochabamba, (se refiere a Alvarito) no lo conozco ni a él ni a la madre. He querido conocerlo antes, pero no hubo oportunidad". Contesta parcamente y asegura que nunca trató con su sobrino, ni siquiera con Eva Liz, que es la que vive en la misma ciudad que ella, en Oruro. Afirma que sólo vio a la niña alguna vez por las calles grises de la ciudad. "Aquí también dicen que tiene una hija, pero no sé. No la veo parecida al Evo. Es más morenita que yo".

Tras haber desahogado su alma herida, revelando su cercana relación con el dirigente cocalero que se convirtió en Presidente, la madre de Eva Liz aclara con rigor que su odio a Evo es solamente personal, no político. ¿Qué quiere decir eso? Que votaría por Evo en las elecciones porque es mejor apoyarlo a él que a los oligarcas. "Yo siempre le digo a la gente que Morales está con el pueblo. Que si ahora no triunfamos en el gobierno, vamos a tener que esperar otros 20 años", finaliza diciendo.

En 1991 Evo conoció en Guatemala a la mexicana María Luisa Reséndiz, una dirigente indígena que en ese entonces tenía 34 años de edad. Desde ese momento empezaron a enamorar por carta y en 1993 él viajó a México. A su retorno, la relación entre él y María Luisa siguió su curso a través de contactos telefónicos. Ella era la que lo llamaba hasta antes que asuma la Presidencia de Bolivia. "Desde que tomó el poder ya no puedo hablar con él", se queja desde México el ex amor de Morales. Le consulto si me puede dar detalles de aquel romance. "Yo no tengo problema pero antes necesito preguntarle a Evo si me da permiso, no quiero que se enoje", se excusa y promete estirar su lengua si es que le hago el favor de conseguirle el número telefónico directo del Presidente. Le digo que el que tengo es el número de su vocero Álex Contreras. Ella lo anota y dice que lo llamará y me pide que yo le hable al día siguiente. Así lo hago. Me contesta con una voz triste: "He llamado al número que me ha dado pero me ha contestado un señor que parece que estaba ocupado y me ha dicho que no conoce a ningún Evo. Puede que yo haya marcado mal", lamenta y enseguida promete que volverá a intentarlo.