El papa Francisco pasó ayer de los gestos a la acción tras cumplir su primer mes al frente del Vaticano. El Pontífice anunció la creación de un consejo de ocho cardenales de los cinco continentes para que lo asesoren en la reforma de la curia vaticana, el gobierno de la Santa Sede y de la Iglesia Católica, desprestigiado por los escándalos que estallaron durante el papado de Benedicto XVI. Los “apóstoles” de Jorge Bergoglio tendrán la misión de reestructurar la jerarquía eclesiástica.
El vocero vaticano, padre Federico Lombardi, explicó que Francisco constituyó el consejo “para que lo aconseje en el gobierno de la Iglesia universal y para estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus”, promulgada por Juan Pablo II en 1988 y que regula la composición y las competencias de los distintos dicasterios de la curia.
El vocero destacó que, con esta iniciativa, el Papa “ha querido dar una señal y mostrar que ha recibido las sugerencias que se habían manifestado en las congregaciones anteriores al cónclave”. Es vox pópuli en el Vaticano que, en los días previos a la elección papal, arreciaron las críticas de varios cardenales contra el gobierno de la Santa Sede, con epicentro en Roma. El propio Bergoglio fue uno de los más críticos e incluso exhortó a la Iglesia a salir de su “narcisismo ideológico”.
El coordinador del consejo será el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, salesiano y considerado uno de los mentores de la candidatura de Bergoglio. Maradiaga es una de las figuras más destacadas de la Iglesia latinoamericana y llegó a ser “papable” en 2005. Tiene fama de progresista por sus posiciones a favor de una reforma eclesiástica y por sus críticas a la voracidad capitalista. Pero esa imagen se vio empañada por su apoyo al golpe de Estado en Honduras en 2009.
En el consejo sólo habrá un italiano: Giuseppe Bertello, presidente del gobierno de la Ciudad del Vaticano y representante de la curia en el grupo de cardenales. Bertello fue nuncio en México, donde se enfrentó con el corrupto Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. El italiano suena como candidato a la Secretaría de Estado.
Francisco también incluyó entre sus asesores al capuchino estadounidense Sean Patrick O’Malley, arzobispo de Boston, reconocido como uno de los cardenales más comprometidos con la lucha contra la pedofilia. O’Malley, logró recuperar la imagen de la diócesis de Boston luego de que se destaparan casos de abuso sexual y se pronunció abiertamente contra las intrigas palaciegas en la curia. En sintonía con la austeridad de Francisco, el estadounidense vendió la residencia arzobispal para mudarse a una habitación en un seminario.
La representación europea corre por cuenta del teólogo alemán Reinhard Marx, arzobispo de Munich. Lejos de huirle a su apellido, Marx escribió un libro titulado El capital, una defensa del hombre en el que afirma que Karl Marx “no está muerto” y su teoría sobre “el capitalismo deshumanizado, insolidario e injusto” debe ser tomada en serio ya que él “tenía razón”.
Como Francisco, los demás integrantes del consejo vienen de países del “fin del mundo”: el chileno Francisco Errázuriz Ossa, cardenal emérito de Santiago; el indio Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; el congoleño Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa; y el australiano George Pell, arzobispo de Sydney.
El consejo se reunirá por primera vez en octubre. Francisco inició una reforma “revolucionaria”, según los vaticanistas.