Frecuentemente los medios internacionales hacen estudios profundos para confeccionar las listas de personas más ricas y poderosas del planeta. En las listas, suelen aparecer reyes, reinas y príncipes de todo el mundo, aunque con más frecuencia en las listas de millonarios, alternando con presidentes, primeros ministros, empresarios, cantantes y actores.
Hace unos días, por ejemplo, la revista financiera Forbes reveló quiénes son las 100 mujeres con más poder en el mundo, informando que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es más poderosa que la mismísima reina Isabel II de Gran Bretaña. La reina tiene el mérito de ser la más anciana de una lista liderada por la canciller alemana, Angela Merkel.
Isabel II -reina desde 1952- ocupa el puesto número 49, muy por debajo de celebridades como Lady Gaga, Beyoncé Knowles o Angelina Jolie. Se da la curiosidad de que Isabel II, a pesar de ser reina de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y jefa de la Commonwealth (15 naciones) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Británicas, tiene menos influencia política que la presidenta argentina, la primera dama estadounidense Michele Obama o la secretaria de Estado Hillary Clinton.
Como jefa de Estado, tiene el poder de declarar la guerra y firmar la paz, no puede ser enjuiciada, multada o encarcelada, y tampoco puede votar. Cuenta, eso sí, con una fortuna de US$ 650 millones, entre colecciones de arte, palacios, joyas y propiedades.
En el puesto 53 de la misma lista se encuentra la bellísima reina Rania de Jordania, esposa del rey Abdallah II y considerada también una de las mujeres más elegantes del mundo.
Símbolo de modernidad y apertura para las mujeres del Oriente Medio, su figura es muy polémica, especialmente entre los sectores tradicionales de Jordania, que advierten sobre la “interferencia en decisiones ejecutivas de aquellos que no tienen poderes constitucionales”, en una clara referencia a la reina Rania.
Comparándola con las esposas del expresidente de Túnez y del dictador libio Kadafi, los líderes de las tribus jordanas la acusan de usar los fondos del Estado para promover su imagen en el extranjero. Es, además, una apasionada de las redes sociales.
Los reyes más acaudalados
La lista de monarcas más ricos del planeta la encabeza el rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, cuya fortuna es de US$ 35.000 millones. Le siguen varios reyes, sultanes y emires del Oriente Medio, en cuyos reinos mantienen palacios, yates y aviones bañados en oro gracias al petróleo.
Uno de los suyos, el príncipe saudita Alwaleed bin Saud, quien planea construir el edificio más alto del mundo, es inversor de las más grandes compañías del mundo, como Apple, Citicorp o Murdoch. Según Forbes, atesora una fortuna de US$ 19.000 millones.
Otra reina de aquellas latitudes, la soberana qatarí Moozah bin Nasser, lidera rankings de elegancia e influencia. Altísima y sofisticada, la esposa del emir de Qatar representa a su país dentro de la política árabe y en Occidente, y es reconocida como toda una estrella en los medios. Uno de ellos, la revista Vanity Fair, la calificó hace unos días como una de las mujeres más elegantes del planeta. Su esposo tiene 200 esposas y US$ 2.500 millones.
Riquezas del Viejo Mundo
En Europa, el discreto príncipe Hans Adam de Liechtenstein, posee una fortuna de US$ 5.000 millones, superando a otro príncipe europeo, Alberto II de Mónaco. Alberto, dueño de US$ 1.500 millones, gastó 20 de ellos en sus fiestas nupciales con la exnadadora Charlene Wittstock. Desde 2005, el príncipe lleva las riendas del poder económico, empresarial, publicitario, policial, audiovisual, político y diplomático de Mónaco.
Completan la lista la reina Isabel de Inglaterra y la reina Beatriz de Holanda (US$ 300 millones), fortuna que algún día heredarán -en gran parte- el príncipe Guillermo y su esposa argentina, Máxima Zorreguieta. Isabel y Beatriz son las únicas monarcas que gestionan sus fortunas de manera transparente. Las otras familias reales de Europa destacan como las dinastías “más pobres” del mundo.
La mayoría de las monarquías europeas disfruta de una excelente situación financiera. La familia real de Luxemburgo tendría unos 5.000 millones de euros, principalmente en el sector inmobiliario. En Bélgica, un portavoz declaró que la mayor parte del patrimonio del rey belga -Alberto II- está constituido por un castillo en Francia y 12 millones de euros. El libro “El dinero perdido de los Coburgo”, revela sin embargo que la fortuna del rey sería cien veces superior.
En África, el rey Mswati III de Suazilandia lidera un país sumido en el caos: el Sida hace estragos en el %20 de la población y el desempleo afecta al %50 de los habitantes. Su fortuna, sin embargo, no deja de crecer: US$ 200 millones que utiliza para mantener el elevadísimo nivel de vida de sus 12 esposas y su treintena de hijos.
En Brunei, al otro lado del mundo, sus habitantes viven felices porque no pagan impuestos ni servicios como la luz o el gas, y la educación y la atención médica son gratuitas. El sultán Hassanal Bolkiah -dueño de la colección de automóviles de lujo más grande del mundo- posee una fortuna de US$ 40.000 millones.
(*) Especial para Perfil.com.