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Caos

Chile despertó: por qué los estudiantes y las redes son la génesis de las protestas

PERFIL habló con el presidente del centro de estudiantes del Instituto Nacional, el colegio secundario más emblemático del país, cuyos alumnos dieron inicio al estallido social.

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Protesta de los alumnos en los subtes de Chile. | AFP.

Rodrigo Pérez tiene 18 años y es el presidente del centro de estudiantes del Instituto Nacional José Miguel Carrera, el colegio secundario más antiguo y prestigioso de Chile, que cuenta con exmandatarios, líderes políticos y reconocidos artistas entre sus egresados. Fueron los estudiantes de esta institución los que la semana pasada realizaron la primera manifestación contra el alza de la tarifa del transporte que este lunes el Senado anuló, y que derivó en la mayor agitación social del país desde el regreso a la democracia a fines de los '80. "Fue todo muy sorpresivo. No lo esperábamos porque el país estaba dormido", expresa el joven en comunicación telefónica con PERFIL desde Santiago, minutos después del inicio del cuarto toque de queda que tuvo lugar la noche del lunes 21 de octubre.

En un marco de descontento regional —con conflictos en Ecuador y Perú—, y en un país donde los sueldos rondan los 400 dólares al mes, las protestas en la capital de Chile tuvieron su inicio en una cuenta de memes llamada Cursed, que es administrada por alumnos del Instituto Nacional y que en la actualidad supera los 19.700 seguidores. "Comenzó de manera super espontánea. Se hizo un llamado en una página que es de estudiantes del liceo", detalla Rodrigo con respecto a la primera acción estudiantil, que llamaba a evadir de forma masiva el pago del boleto, comenzó a sumar ciudadanos comunes y tuvo su pico la noche del viernes con un saldo de 20 estaciones de metro quemadas, el edificio de la transnacional eléctrica ENEL envuelto en llamas y denuncias de la aparición de presuntos grupos radicalizados. 

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Rodrigo Pérez.

Fue ese mismo viernes que el presidente Sebastián Piñera decretó el Estado de Emergencia y los militares se desplegaron por las calles. Hoy, las autoridades oficiales contabilizan 15 personas sin vida y más de 1500 arrestadas en el marco de los saqueos y la represión. "Hay entre 15 y 20 compañeros de nuestra comunidad educativa detenidos", explica Rodrigo, quien al momento de esta comunicación se encontraba a resguardo entre cuatro paredes en la comuna de Conchalí, en el norte de Santiago. "En mi barrio está la Policía de Investigaciones, que también está armada. Me voy a dar una vuelta porque es imposible estar acá escuchando todos esos ruidos en el contexto histórico que está viviendo nuestro país", afirma en relación al sonido de disparos y protestas durante el toque de queda.

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—¿Qué análisis haces de la situación?

—Siento que es una olla a presión, un desgaste. Esencialmente, fueron las emociones las que hicieron estallar a la sociedad a través de la rabia, la impotencia y la poca participación que hay en la toma de decisiones. En esa línea, existe un hastío. De un momento a otro, super sorpresivamente se generó un estallido social en donde comenzó a prenderse fuego la ciudad. Lo que se ve es una expresión de violencia política que no es únicamente de ahora. Han sido años de violencia que hicieron tomar esa vía. Creo que es importante que entendamos que la única salida que tiene este conflicto es devolverle la participación a la población. Eso es con asambleas constituyentes o con plebiscitos que sean vinculantes para que las personas en Chile se sientan parte activa de las transformaciones y de los cambios; que sean construcciones conjuntas de la sociedad y que se puedan plasmar en reformas educativas, del sistema de previsión, etcétera.

—¿Cómo se refleja este hastío desde lo económico?

—Como estudiantes, nosotros desde primero a cuarto año de la escuela media, durante cuatro años, tenemos que pagar 230 pesos (chilenos). El Estado tiene establecida la obligatoriedad de la escolaridad en el sector secundario. Hasta cuarto media, la educación en Chile es obligatoria. Por ende, es un deber del Estado preocuparse por el transporte público de los estudiantes que establece la propia constitución; que garantice la posibilidad de transportarse y el derecho a la locomoción. Exigimos que se cambie el modelo de financiamiento de la educación pública y que pase a manos del Estado.

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Las protestas de los estudiantes en el subte de Santiago de Chile. Foto: AFP. 

—¿Y cómo evaluás el rol de los partidos políticos?

—Yo no estoy militando en ningún partido. Considero que la gente que salió a manifestarse es precisamente la gente que no va a votar, que está desencantada con un sistema político y que en su expresión de izquierda o de derecha tiene un historial para no confiar. Hubo un quiebre muy importante de la confianza. Antes era normal porque la gente entendía que, dándole su voto a una persona cada cuatro años, iban a representar fielmente su posición. Pero esa confianza se quebró por más de 30 años de robos de las fuerzas militares y armadas, de robos de la clase política, de alza de los pasajes y de las subas de los sueldos de los parlamentarios. Es una suma de cosas. No hay encanto hoy con las propuestas de la clase política. Son los mismos de siempre los que toman las decisiones. La gente se mantiene en las calles porque quiere ser partícipe activa de las transformaciones sociales.

—Sos joven ¿cómo vivís el toque de queda?

—Para nuestros padres y madres esto genera un estrés postraumático. Es un proceso bien negro porque mucha gente en Chile, sumada mi familia, tiene desaparecidos, gente a la que torturaron y golpearon (durante la última dictadura). Esa fue la última vez que se vio a los militares en la calle. Se llegó a esa situación. Hoy, esto se vive con pena, con rabia y con impotencia. Sin ánimos de justificar las transgresiones y la violencia, son las emociones las que mueven a la gente. Es una expresión auténtica. Ningún Estado autoritario va a poder eliminar eso. 

FeL