El viernes 18 de octubre será recordado por años en la historia de Chile como el comienzo de la revolución ciudadana más masiva desde el regreso de la democracia. Un alza de $30 (menos de 3 pesos argentinos) en el boleto de subterráneo fue la mecha de una escalada de manifestaciones que han sumado tantos adeptos como actos de vandalismo.
Cinco días antes del estallido social todos los representantes del gobierno les bajaron el perfil a múltiples evasiones masivas de estudiantes en todas las estaciones. Pero tras los actos, se comenzaron a sumar ciudadanos comunes que vieron en la manifestación una forma de reclamarle a un sistema cada vez más desigual por las necesidades masivas no resueltas.
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La noche del viernes todo salió de control y turbas de vándalos incendiaron 20 estaciones de subte en toda la ciudad y quemaron vagones nuevos con menos de dos años de operaciones. Al día siguiente el gobierno sin posibilidades de controlar decide decretar Estado de Emergencia y suma al ejercito al control de la ciudadanía. Esa segunda acción empoderó a una ciudadanía que no estaba dispuesta a tolerar a los manifestantes y el fin de semana le permitió participar de masivas marchas repudiando todo, incluso la aparición de efectivos del Ejército.
El sábado casi como un dato anecdótico el gobierno anunció el congelamiento de la tarifa del subte, pero esto no sirvió de nada. Demostrando que el movimiento no tenía como foco una simple alza, era simplemente el catalizador de múltiples demandas por pensiones muy bajas, alto precio de los medicamentos, falta de acceso a la salud, históricos reclamos por la educación gratuita y una lista casi interminable de demandas. Ante el nulo efecto y el desorden sociales fuera de todo control el General de Ejército decreta la medida más fuerte que se recuerde en la historia de Chile, el Toque de Queda, restringiendo el derecho a circulación.
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La noche del sábado mostró la peor cara del movimiento, durante toda la noche turbas de ciudadanos se sumaron a violentistas en el saqueo de cientos de supermercados, tiendas de ropa, centros comerciales e incluso locales de autos, estos últimos para ser quemados.
El domingo nuevamente marchas en Plaza Italia y Plaza Ñuñoa, esta última, símbolo de la clase media comprometida con las luchas sociales, terminaron de la misma forma y la fuerza pública se vio superada en todo momento.
Los partidos políticos de todos los sectores han mostrado su incapacidad total para administrar la situación. El Presidente convocó a representantes de los 3 poderes del Estado para una mesa de trabajo, la que no tuvo ningún efecto real en la gente
Hoy lunes en un llamado casi desesperado de los ministros sectoriales a intentar volver a la normalidad, la ciudadanía trabajó poco casi nada, se adelantó el toque de queda y el caos vuelve a tomar la ciudad.
MC/MS
