El portavoz del departamento de Estado, Philip Crowley, renunció tras criticar al Pentágono por las condiciones de detención de un soldado sospechoso de pasarle a WikiLeaks miles de mensajes diplomáticos y documentos militares, informó un comunicado este domingo.
"Considerando el impacto de mis dichos, por los cuales respondo absolutamente, he presentado mi renuncia como subsecretario de Asuntos Públicos y portavoz del departamento de Estado", dijo Crowley en una declaración hecha pública por el propio departamento de Estado.
Las polémicas declaraciones fueron la respuesta de Crowley ante un corresponsal de la BBC, quien lo consultó sobre las "torturas" infligidas al cabo primero Bradley Manning, quien se encuentra detenido en un local militar por sospechas de haber suministrado información clasificada a WikiLeaks que luego fue publicada en diarios de todo el mundo.
Crowley respondió que el tratamiento que le está dando el departamento de Defensa en el Pentágono, que incluye el confinamiento en soledad y la obligación de dormir desnudo, es "ridículo, contraproducente y estúpido".
"No obstante, Bradley Manning está en el lugar que debe estar" -dijo Crowley-, ya que "a veces es necesario el secreto" para promover los intereses diplomáticos de Estados Unidos. A última hora del viernes Obama insistió en que el tratamiento que se le dispensa el Pentágono a Manning es el apropiado.
Manning, de 23 años, fue detenido en junio cuando estaba desplegado en Irak, en medio de sospechas de que había entregado documentos secretos del gobierno estadounidense al sitio WikiLeaks. La semana pasada las Fuerzas Armadas estadounidenses formularon otros 22 cargos contra él, incluyendo la "ayuda al enemigo", que puede implicar la pena de muerte.
Pero el Ejército dijo que podría enfrentar la cadena perpetua. En su comunicado de este domingo, Crowley dijo que sus observaciones "tenían la intención de poner de relieve el amplio, estratégico incluso, impacto de las acciones discretas emprendidas cada día por organismos de seguridad nacional" y su impacto sobre el "prestigio y liderazgo global" de Estados Unidos.
En los inicios del escándalo Wikileaks, Crowley había rechazado categóricamente que los diplomáticos estadounidenses sean empleados como espías. "Los diplomáticos son sólo eso: diplomáticos", aseguró Crowley a medios locales.
La secretaria de Estado (que en funciones equivale a ministra de Relaciones Exteriores), Hillary Clinton, aceptó la renuncia de Crowley y destacó su largo servicio prestado a Estados Unidos.