INTERNACIONAL
estallido social

Siete claves para entender el sorpresivo 'brasilerazo'

Jóvenes que reclaman gasto social, mientras la economía modelo de la región preparaba la fiesta del Mundial. La reacción de Dilma. Fotos de una protesta histórica.

La violenta represión de la Policía Militar fue desmedida, provocó la reacción de todos los sectores y las marchas se multiplicaron.
| Cedoc

Un gobernador que se reunió con Dilma Rousseff dijo que la mandataria se encontraba "perpleja" por las protestas en Brasil. Si las manifestaciones descolocaron a la jefa de Estado, aún más sorpresivas resultan para los vecinos latinoamericanos acostumbrados a las noticias sobre la potencia regional. Aquí, siete claves para entender el conflicto.

1 Transporte público. La suba de las tarifas en el transporte urbano fueron el detonante de las marchas. Según un estudio publicado por el diario Folha, el precio del colectivo en San Pablo es uno de los más altos del mundo. Si se toma como parámetro el salario medio, un paulista necesita trabajar casi 14 minutos para pagar un pasaje, mientras que a un porteño le alcanza con menos de dos minutos. Los gobiernos estaduales tuvieron que dar marcha atrás con la suba de las tarifas, pero la bola de nieve ya había echado a correr y no se pudo frenar.
 

2 Mundial. Los manifestantes rechazan los miles de millones destinados por Dilma Rousseff a la organización del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016. Según la Universidad de San Pablo, el costo de ambos eventos será de 33 mil millones de dólares. Pero sólo el Mundial podría generar una inyección de hasta 80 mil millones de dólares para Brasil, de acuerdo con estimaciones de la Fundación Getúlio Vargas. Por eso el reclamo es más simbólico que económico.
 
3 Otras reivindicaciones. El rechazo a los gastos para eventos deportivos se suma al reclamo de mayor inversión en salud, educación y transporte. Luego de diez años de consolidación económica con el Partido de los Trabajadores (PT), aún hay grandes deudas sociales en esos rubros. En las marchas también se vieron consignas contra la corrupción, aunque no se dirigen específicamente al gobierno sino a la desacreditada clase política brasileña en general.

4 Represión policial.
La violencia de la Policía Militar es un mal endémico. Se trata de una institución heredada de la última dictadura que depende de los gobiernos estaduales, pero cuyo entrenamiento está bajo la órbita del Ejército. “Brasil se democratizó, pero jamás discutimos qué Policía necesitamos en democracia –dijo a PERFIL Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos–. La represión es producto de su formación militar: están entrenados para combatir enemigos, no para proteger ciudadanos. Su reforma es una gran deuda del PT”.

5 Estancamiento económico. Es el telón de fondo estructural de las protestas. La economía brasileña creció un 0,6% en el primer trimestre de 2013, por debajo de la expectativa oficial que había sido fijada en  0,9%. El freno se debe a la desaceleración del consumo interno, que era hasta ahora la locomotora del país. Los consumidores perdieron confianza por los niveles de una inflación alta, en torno al 7%, que no tiene correlato en la suba de los salarios.

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6 Quiénes protestan. La composición social de las movilizaciones es un factor clave. Los protagonistas de las protestas son mayoritariamente jóvenes sin militancia partidaria o sindical y con nivel educativo medio o alto. Desde este punto de vista, los manifestantes brasileños se parecen más a los “pingüinos” chilenos que a los caceroleros argentinos.

7 Reacción de Rousseff.
La jefa de Estado midió cada paso a la hora de dar respuesta a las manifestaciones. Se reunió con Lula da Silva y luego con su gabinete en pleno para analizar qué mensaje daría. Hasta ahora, Rousseff evitó confrontar con los manifestantes e incluso celebró el tenor de los reclamos. Llamó a “oír la voz de las calles” y prometió un paquete de medidas para satisfacer las demandas. No obstante, lanzó una advertencia contra los grupos minoritarios que causaron disturbios y destrozos en las marchas.

Nuevas marchas. El discurso por cadena nacional de Dilma Rousseff en la noche del viernes no conformó a los manifestantes brasileños, que ayer convocaron a nuevas marchas en las principales ciudades del país y mostraron su disgusto con el mensaje presidencial en las redes sociales.

En Belo Horizonte, la tercera mayor ciudad en el sureste de Brasil, fue convocada una manifestación que llegó hasta el emblemático estadio Mineirao donde se jugó el partido Japón-México por la Copa de las Confederaciones. También en Salvador de Bahía se llamó a una protesta que coincidió con Brasil-Italia.

También hubo convocatorias en otras 12 ciudades, incluidas Brasilia y San Pablo. Los manifestantes sumaron un nuevo reclamo: exigen frenar una reforma que quitará poder de investigación a las fiscalías públicas. Como los manifestantes ven a las fiscalías como baluartes contra la corrupción, el Congreso decidió aplazar esa votación.