Agencias
Pretoria
Con múltiples actos y festejos en las calles, los sudafricanos celebraron ayer el primer aniversario de la muerte de Nelson Mandela. El ex presidente falleció el 5 de diciembre del año pasado a los 95 años, después de una larga enfermedad. En una intervención pública en Pretoria, la viuda del Premio Nobel de la Paz, Graça Machel, dijo que el ex mandatario estaba en paz cuando murió. “Yo sé que Madiba está bien acompañado. Tuve el privilegio singular de ser el hombro en el que se apoyó en el crepúsculo de su vida, y le estaré eternamente agradecida por haberme elegido”, declaró en la sede del gobierno sudafricano.
En todo el país, sonaron las campanas, las sirenas y las vuvuzelas durante 3 minutos y 7 segundos, antes de guardar 3 minutos de silencio, para totalizar un tributo de 6 minutos y 7 segundos que refleja los 67 años de servicio público del ex presidente.
Al homenaje realizado a los pies de su estatua de bronce asistieron la familia Mandela, su amigo y compañero en la prisión de Robben Island Ahmed Kathrada y su abogado George Bizos. Veteranos de la lucha contra el apartheid depositaron coronas de flores a los pies de la gran efigie ubicada en Pretoria, donde la multitud cantó “Nkosi Sikelel’ iAfrika” (Dios bendiga Africa), el evocador himno nacional adoptado tras el fin de la segregación racial en 1994.
“Este momento debería servirnos para hacer una pausa y reflexionar sobre la vida del hijo más grande de Sudáfrica”, dijo el presidente interino Cyril Ramaphosa, en representación del mandatario Jacob Zuma, de visita en China.
Críticas. La ausencia de Zuma no pasó inadvertida durante la solemne conmemoración, donde los sudafricanos reflexionaron sobre los cambios que imperaron en el país desde 1994 y, también, expresaron su frustración y descontento con la gestión del actual presidente, sobre quien penden múltiples denuncias de corrupción.
El mandatario ganó su reelección este año, pero el desempeño electoral del Congreso Nacional Africano (ANC), cuyo líder máximo fue Mandela, se desplomó a sus mínimos históricos desde el retorno de la democracia. Si bien aún es popular, el legado del líder de la lucha contra el apartheid está en peligro.