Lejos de la pompa que dominó el casamiento de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, la boda del príncipe de Mónaco se perfila como un acontecimiento donde reinarán la espontaneidad, la diversión y la elegancia. En el palacio reina la paz: en una entrevista al semanario francés «Le Journal du Dimanche» Charlene Wittstock, la novia sudafricana, se confiesa "serena", mientras que Alberto está "sin ningún estrés particular".
Veintidós casas reales del mundo recibieron invitaciones, y esta vez sí estarán presentes, al contrario de lo que sucedió hace 55 años. Para el casamiento de Rainiero III con Grace Kelly, las monarquías europeas les dieron la espalda y boicotearon, con su ausencia, la ceremonia. No consentían que un príncipe se casara con una norteamericana plebeya, y para colmo, actriz.
Por el contrario, parece que Alberto II estará rodeado de sangre azul el día de su boda. Los príncipes herederos de Dinamarca y los Reyes de Suecia con toda su familia confirmaron su presencia, y se sentarán muy cerca del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su esposa, Carla Bruni.
El puntapié inicial será el jueves 30, cuando miles de periodistas mundiales acreditados asistan a una conferencia de prensa en la playa del Hotel Méridien de Mónaco. Esa noche, el Estadio Louis II será escenario de un concierto espectacular al que están invitados los monegascos, los extranjeros que trabajan en Mónaco y algunas de las comunidades vecinas. Más de 15 mil personas podrán disfrutar de la música de la banda de rock "Eagles" en un concierto que durará dos horas.
El 1 de julio a las 17 horas (mediodía argentino) la pareja hará entrada en el Salón del Trono del palacio para su boda civil. Ante el Ministro de Justicia, Philippe Narmino, firmarán los registros con un bolígrafo con incrustaciones de piedras preciosas.
La firma servirá para convertir a la campeona olímpica de natación, Charlene Wittstock, en "Su Alteza Serenísima la Princesa de Mónaco". El príncipe la presentará desde el emblemático balcón del palacio a sus súbditos, y sonará por primera vez el "Himno a la princesa", compuesto para la ocasión y entonado por 24 músicos de la Fanfarria de Carabineros que tocarán trompetas de plata.
Los ciudadanos están invitados, un rato después, a una recepción al aire libre en la plaza que está frente al palacio, y degustarán un buffet preparado por el elitista restaurante "Fairmont Monte-Carlo", compuesto de platos mediterráneos y algunos típicos de Sudáfrica, en honor a la novia. Además, brindarán con botellas exclusivas de Champagne Perrier-Jouet.
Por la noche, habrá en el puerto un espectáculo musical único y gratuito a cargo del célebre compositor francés Jean Michel Jarre. Jarre, que en su momento contribuyó al desarrollo de la revolucionaria música electrónica, e ideó un show futurista que incluirá luces de láser, vídeos en alta definición y pirotecnia.
La frutilla del postre será el 2 de julio, a las 17 horas. En una celebración totalmente atípica en la realeza europea -al aire libre y con todo el país como invitado- el arzobispo católico de Mónaco bendecirá a a la pareja. El patio del palacio será una especie de jardín artificial adornado de rosas, hortensias, lirios y orquídeas. La República del Ecuador envió como regalo 9.000 rosas.
Tras un paseo en un lujosísimo automóvil descapotable (un Lexus LS 600h) en la espléndida Sala Garnier de la Ópera de Montecarlo se celebrará la cena oficial que pondrá el broche de oro a tres días de celebraciones por todo lo alto.
Según informaciones del diario «Nice Matin», el prestigioso chef francés Alain Duccase es el encargado de preparar la cena. Este cocinero tiene varios restaurantes en París y Montecarlo y fue galardonado a lo largo de su carrera con varias estrellas Michelín. Paralelamente, habrá otra cena de gala organizada por la empresa portuaria SBM (Societé des Bains de Mar) en el célebre Museo Oceanográfico.
En los salones del primer piso del museo se instalarán treinta y ocho mesas redondas destinadas a albergar a sesenta privilegiados invitados. Media hora de fuegos artificiales y un baile servirán de broche de oro para lo que es, a la vez, un espectáculo y un necesario asunto de Estado.
El destino elegido por la pareja para su luna de miel es Sudáfrica. Allí tienen reservaciones en el lujoso hotel Oyster Box, a orillas del Índico, construido en 1869, según informó la revista «People». La suite tiene dos plantas, piscina privada y una terraza con salón con capacidad para diez invitados. Cuesta 7 mil dólares la noche.
(*) Especial para Perfil.com.