La presidenta Cristina Fernández de Kirchner saludó con un apretón de manos y una amplia sonrisa al anfitrión del G-20, su homólogo ruso, Vladimir Putin, al llegar al palacio Constantino, sede de la cumbre.
Previo al inicio de los debates, los restantes jefes de Estado debieron cuimplir con igual protocolo, incluido el presidente de los Estados Unidos. Obama habló distentido con Putin, al que le arrancó una leve sonrisa a la puerta del palacio, donde dio la bienvenida a los participantes de esta cumbre, que se ha visto sumergida de lleno con la crisis en Siria.
Putin y Obama están profundamente divididos en la forma de abordar la guerra civil en Siria, agravada por la supuesta utilización de armas químicas por el régimen sirio de Bashar al Asad el pasado 21 de agosto y que dejó centenares de civiles muertos.
Mientras Obama, secundado por el presidente francés, François Hollande, propugna la intervención militar para infligir un castigo al régimen sirio, Putin, al igual que las autoridades chinas, es partidario de una solución negociada y advierte que una actuación militar fuera del marco del Consejo de Naciones Unidas constituiría una "agresión".
Una inclusión de último momento en la agenda. Putin propuso durante el discurso de apertura incluir la crisis en Siria en la agenda del encuentro y sugirió discutir el tema durante la cena de trabajo de este jueves. "Algunos participantes me pidieron que dé tiempo y posibilidad de discutir otros problemas acuciantes de política internacional, en particular la situación en Siria", dijo el presidente durante la sesión de apertura de la cumbre este jueves. Esta es la primera vez que se incluye a Siria oficialmente en la agenda del G20.