Apenas cinco horas después de jurar como presidente de los Estados Unidos, el 20 de enero de 2017, Donald Trump llenó el formulario para candidatearse a la reelección en 2020 y lo presentó ante la Comisión Federal Electoral. Desde ese momento, el líder republicano, instalado en el Salón Oval de la Casa Blanca, recorrió el país y participó de cientos de actos con sus militantes, embistió contra los líderes de la oposición y la prensa crítica, y recaudó montañas de dinero para financiar su campaña. Así, lleva embolsados más de 211 millones de dólares, superando a todos sus rivales demócratas, que lanzaron sus candidaturas recién el año pasado.
Desfilando en unas primarias sin rivales de peso, el presidente es un imán para los donantes tradicionales del Partido Republicano, entre ellos los hermanos Koch, Sheldon Adelson y Paul Singer, dueño del fondo buitre Elliot Management, que jaqueó a la Argentina en los tribunales de Nueva York. Trump también atrae cada vez más a pequeños donantes. “Mientras hay muchos demócratas compitiendo, él es el único candidato republicano prominente. Por lo tanto, el dinero demócrata está dividido entre los numerosos contendientes y Trump ha consolidado la mayoría de las donaciones republicanas”, afirmó a PERFIL Brendan Quinn, responsable de Relaciones Públicas del Center for Responsive Politics, una organización no gubernamental que estudia el financiamiento electoral en Estados Unidos.
Pero eso no es todo. Además del comité de campaña oficial, hay grupos externos que recaudan fondos para reelegirlo. Son los PACs (comités de acción política) y Súper PACs, organizaciones que tiene permitido recaudar sin límites y publicitar avisos a favor de su candidato o en contra de sus rivales. Los grupos externos que respaldan a Trump embolsaron más de 20 millones de dólares. Combinados con su comando de campaña, la cifra asciende a 232 millones.
“Es demasiado dinero” –se quejó Chris Lippincott, un estratega demócrata de Texas, en diálogo con el sitio Politico–. Los recursos que tiene los destinará a cualquier lugar donde sienta que puede conseguir votos. Los demócratas nunca pondrán alcanzarlo”. Mientras los opositores se desangran financieramente en unas reñidas primarias, el presidente tiene casi 103 millones de dólares en el banco. “La máquina de recaudación de fondos de Trump obtiene el dinero de pequeños donantes y patrocinadores ultrarricos, y luego lo transfiere a su campaña, al Comité Nacional Republicano y a los legisladores aliados”, explica el sitio Open Secrets, del Center for Responsive Politics.
Entre las industrias que más aportan se encuentran los fondos de pensiones, el sector inmobiliario y diversas compañías de bienes y servicios.
Récord. En la campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2016, Trump recaudó 333 millones de dólares. “Parece probable que juntará en 2020 más que en 2016”, aseguró Quinn. En ese entonces, puso de su propio bolsillo 66 millones, pero también recuperó dinero, contratando a empresas de su familia por 13 millones de dólares en 2016 y 1,8 millones este año. Entre otros contratos que firmó en su carrera hacia la reelección, alquiló oficinas de la Trump Tower en Nueva York por 500 mil dólares.
El jefe de Estado no se preocupa por los conflictos de intereses. De hecho, en 2000 había adelantado en una entrevista con Forbes su deseo de lucrar durante las campañas: “Es muy posible que sea el primer candidato presidencial que se postule y gane dinero con ello”.
El presidente participa de decenas de eventos de recaudación. Esta noche cenará en Palm Beach con treinta mega donantes en un evento organizado por el multimillonario Nelson Patz. Según informó The Washington Post, se llevará 10 millones de dólares por cenar y tomarse fotos con sus seguidores.
Singer. El dueño del fondo buitre Elliot Management es uno de los millonarios que respaldan a Trump. “El socialismo está ganando fuerza”, alertó en mayo de 2019. Para evitar el triunfo de un démocrata el próximo 3 de noviembre, el “buitre” donó en 2018 un millón de dólares a Future45, un Súper PAC que brega por la reelección del jefe de Estado. En tanto, los accionistas y empleados de Elliot Management aportaron 4,8 millones de dólares en esta campaña. El 93% de esa cifra fue a los bolsillos de postulantes republicanos, entre ellos Donald Trump.
Singer había sido un férreo opositor a Trump en 2016, cuando financió la campaña del senador Marco Rubio. Tras el triunfo del magnate inmobiliario, se reunieron en el Salón Oval y firmaron la paz. Hoy, es uno de los millonarios que pavimentan su camino hacia la reelección.
Cruce con su fiscal general
El mandatario insiste en intervenir en la Justicia para beneficiar a un ex asesor
AFP
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desestimó ayer las inhabituales críticas que le dirigió el fiscal general, Bill Barr, y reiteró que “tiene el derecho legal” de intervenir en casos judiciales. Así, despertó una nueva polémica, al ignorar las críticas de sus opositores demócratas, que lo acusan de quitar independencia al Departamento de Justicia para beneficio propio.
El jueves, el fiscal general, un hombre cercano al presidente, lo acusó de obstaculizar el trabajo del Departamento de Justicia que él dirige, diciendo que los tuits del mandatario hacían “imposible” cumplir con su misión.
Barr fue más lejos y dijo en una entrevista con ABC que era “hora de dejar de tuitear”. A menudo acusado de ser obsecuente con el presidente, Barr dijo que Trump “nunca me pidió que hiciera algo en un caso penal” particular.
Trump citó esas palabras de Barr y redobló la apuesta en su cuenta de Twitter: “Eso no significa que no tenga, como presidente, el derecho legal de hacerlo, lo tengo, pero hasta ahora he decidido no hacerlo”.
Las declaraciones del fiscal general generaron controversia en momentos en que fue citado por el Congreso para testificar sobre acusaciones de que decidió –supuestamente presionado por Trump– de-sautorizar a sus propios fiscales y pedir una sentencia más leve para su antiguo asesor en la campaña de 2016.
Se trata del republicano Roger Stone, un experimentado activista republicano que fungió como asesor de Trump, quien fue condenado en noviembre de 2019 por mentirle al Congreso, manipular testigos y obstruir la investigación de la Cámara de Representantes sobre si existió colusión entre la campaña de Trump y Rusia.
Cuatro fiscales involucrados en la causa renunciaron al caso de Stone el martes luego de que el Departamento de Justicia revirtiera a última hora la sentencia que ellos propusieron de siete a nueve años de cárcel.
La decisión del Departamento de Justicia de los Estados Unidos llegó después de que Trump publicó una crítica al proceso en Twitter, tarde en la noche. El miércoles, el presidente insistió que Barr había hecho lo correcto y lo felicitó en otro tuit.
“Felicitaciones al fiscal general Bill Barr por hacerse cargo de un caso que estaba totalmente fuera de control”, escribió Trump.
Consultado sobre si había hablado con Trump sobre las recomendaciones en el caso Stone, Barr respondió: “Nunca”. “No voy a ser intimidado o influenciado por nadie. Voy a hacer lo que creo que es correcto”, agregó el fiscal general.