INTERNACIONAL
la ‘cumbre dentro de la cumbre’

Trump y Xi coronan el G20 con una tregua en la guerra comercial que los enfrenta

Cenaron en el hotel Hyatt, donde se hospedaba el presidente de Estados Unidos, que había propuesto la residencia del embajador norteamericano como sede del encuentro, pero Xi rechazó la idea.

201812011365_internacionales_CP32 Agencia Ap
¿De que se rien? Parece preguntarse el magnate. Comieron una ensalada de vegetales de estación con una mayonesa de albahaca y una emulsión de parmesano; solomillo grillado con cebollas moradas, ricota de cabra y dátiles; y panqueques de postre. | afp

La “guerra comercial” entre los Estados Unidos y China entró anoche en un impasse, al menos por ahora. Los presidentes de ambos países, Donald Trump y Xi Jinping, cenaron al término de la Cumbre del G20 y acordaron una especie de tregua en el conflicto arancelario.
Al cierre de esta edición, aún no estaba claro si eso implica que Trump levantará la próxima ronda de impuestos contra productos chinos prevista para enero. Pero, al menos desde lo simbólico, los mandatarios abrieron un margen para bajar la intensidad de la disputa.
“Creo que la relación especial que tengo con el presidente Xi será una de las principales razones por las que probablemente terminaremos obteniendo algo bueno para Estados Unidos y China”, había dicho Trump a la prensa poco antes de ingresar a la reunión. “Sólo con cooperación entre nosotros podremos servir a los intereses de la paz y la prosperidad”, comentó por su lado Xi.

Sede. Según supo PERFIL, Estados Unidos había propuesto que la reunión se celebrara en la residencia del embajador estadounidense en Buenos Aires, pero Xi se negó. Finalmente se reunieron durante dos horas y media en el Salón Cristal del Palacio Duhau, en la Recoleta, donde se alojaron Trump y su comitiva. Cenaron vacío wagyu, un corte de carne japonés, y comieron panqueques de dulce de leche de postre.
Apenas terminó la cena, Trump partió a Ezeiza para regresar anoche mismo a su país, donde participará en el funeral de Estado del ex presidente George Bush.
Xi volvió al Sheraton, donde se esperaba que su canciller, Wang Yi, brindara una conferencia de prensa cerca de las diez de la noche. El presidente chino dedicará casi todo el día de hoy a una visita de Estado junto a Mauricio Macri, con quien firmará un “plan de acción” para la relación bilateral durante los próximos cinco años y varios acuerdos millonarios.
Cerca del mediodía, Trump había suspendido una conferencia de prensa que tenía prevista en señal de duelo por la muerte de Bush. “Una manera elegante de no hablar”, se reían desde la comitiva estadounidense. Algunos incluso temieron que The Donald hiciera de las suyas y pegara el portazo a la Cumbre y a la cena con Xi. “No hay chances, esta reunión es demasiado importante como para suspenderse”, tranquilizaban los chinos. Finalmente sí hubo encuentro.

Aranceles. Estados Unidos y China libran desde hace meses una “guerra” arancelaria que tiene en vilo a los mercados mundiales. Washington acusa a Beijing de incurrir en prácticas comerciales desleales e implementar tácticas discutibles en la carrera tecnológica, como forzar a empresas estadounidenses a entregar su know how a cambio de acceder al mercado chino.
En lo que va de 2018, Trump ya fijó impuestos de importación por 250 mil millones de dólares contra productos chinos. También amenaza con duplicar la mayoría de esos aranceles a partir del 1º de enero. Esa nueva ronda de sanciones es precisamente lo que estaba en juego en la cena con Xi.
China rechaza las acusaciones y sostiene que la “guerra” comercial es una estrategia de los Estados Unidos para obstaculizar el despegue del país asiático como potencia global. Beijing ya tomó represalias y aplicó aranceles por 110 mil millones contra importaciones estadounidenses.
Mejoría. La administración Trump insiste en que la economía estadounidense está mejor preparada que la china para resistir al conflicto.
Sin embargo, en las últimas semanas creció la preocupación por los efectos que tendría un enfrentamiento prolongado, ya que Trump ha dicho a sus votantes que quiere que su gestión sea juzgada por el crecimiento económico de Estados Unidos.
Ayer aparecieron indicios de que a la noche podía haber acercamiento entre Trump y Xi. “El consenso para la declaración final de la Cumbre fue posible por el clima de distensión entre Estados Unidos y China”, evaluaba un ministro argentino.
Una de las prioridades de la delegación estadounidense era que el documento final incluyera una mención sobre la necesidad de reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) para imponerle “reglas de juego” más estrictas a China. Lo consiguió. “Pero hay una sola línea sobre la OMC”, minimizaban en la delegación china.
Horas más tarde, la cena en Buenos Aires entre los dos líderes mundiales más poderosos terminó con aplausos. Apenas un gesto en medio de una puja estratégica de largo plazo que acaba de empezar.

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