Tras una campaña marcada por la violencia, Turquía acudirá hoy a las urnas en unas elecciones legislativas que definirán quién será el próximo primer ministro. El partido islamista Desarrollo y Justicia (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, aspira a obtener una mayoría absoluta que le permita reformar la Constitución y pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista, lo que posibilitaría que el ex premier continúe dirigiendo los destinos de la nación.
En el poder desde 2002, Erdogan quiere cosechar 330 diputados –tres quintos del Parlamento– para enmendar la Carta Magna y, según la oposición, perpetuarse en el poder. Los últimos sondeos vaticinan un triunfo del AKP, pero ponen en duda la posibilidad de conquistar la mayoría absoluta. La principal traba es el desempeño del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la agrupación kurda que se presenta por primera vez en los comicios. Si superara el umbral del 10% de los votos –establecido por la última dictadura militar–, accedería al Parlamento y le quitaría bancas al oficialismo.
El HDP fue víctima de decenas de atentados durante la campaña electoral. El último de ellos fue perpetrado el viernes y dejó cuatro víctimas fatales y 350 heridos. Durante los funerales, militantes del partido de izquierda culparon a Erdogan, a quien tildaron de “asesino”. El propio líder del HDP, Selahattin Demirtas, responsabilizó ayer al jefe de Estado por crear con sus discursos un presunto clima de agresividad contra la formación kurda.
Erdogan declaró que el ataque no se dirigía contra un partido, sino contra la seguridad de las elecciones, y dijo que había intentado comunicarse con Demirtas pero que éste no atendió sus llamados. “No tienes que llamarme. Nos pusiste como objetivo y nos lanzaste frente a una jauría de lobos. Si eres el presidente de todo un país, ve y discúlpate con la gente de Diyarbakir”, espetó Demirtas.
En Turquía viven alrededor de 10 millones de kurdos, un pueblo sin Estado que pugna ahora por tener representación política en el Parlamento.
Genocidio y el Papa
Desde 2003, Turquía y la Argentina vivieron sus propias décadas ganadas: crecimiento de la economía y aumento de la polarización política. En 2011, el por entonces premier Recep Tayyip Erdogan recibió en Ankara a Cristina Kirchner. Pese a sus semejanzas y la buena sintonía de sus líderes, hay dos temas que dividen a ambos países: el genocidio armenio y la figura de Francisco. El Congreso argentino sancionó en 2006 la ley 26.199 que recuerda la matanza de armenios. Ankara se quejó de esa decisión. “En Argentina hay una situación agresiva contra nosotros”, confió a PERFIL Ali Kaya Savut, director general para las Américas de la Cancillería turca. “El gobierno de Cristina dice que ésa no es su política, pero que no puede parar a los parlamentarios”, agregó. La otra espina en la relación es Francisco, que hace un mes habló sobre el genocidio armenio. Ahora, el gobierno turco reconoce que la frase del Papa le “hizo mucho daño”.