El libro 'The Total Rush; Drugs in the Third Reich' de Norman Olher pone en evidencia un costado poco explorado del nazismo: su adicción por las drogas. Tanto Adolf Hitler como la cúpula del Tercer Reich eran adictos a diversos estupefacientes.
El Pervitin, una metanfetamina, era una de las sustancias elegidas para drogar a las tropas y que combatieran en el frente de batalla. El doctor personal de Hitler, Theodor Morrell, fue quien le proveyó el narcótico al líder nazi y de encargar a las compañías farmaceúticas las partidas del medicamento.
"El doctor Fritz Hauschild, que en su momento había sido jefe farmacológico en Temmler, era el hombre detrás de la producción. Era metanfetamina cristal sin prescripción médica, y millones se aprovecharon de ello”, agregó.
El nazismo se caracterizó, en pos de su búsqueda de la perfección racial y genética, por emitir prograganda en contra del consumo de alcohol y tabaco. Según indicó el Daily Mail, en los registros de la Wehrmacht figuran que se distribuyeron unas 200 millones de pastillas entre 1939 y 1945.
La publicación también indicó que se fabricó un concentrado a base de cocaína destinado a las fuerzas militares. Los conejillos de indias para determinar los efectos de las drogas eran los prisioneros en los campos de concentración.
"Berlín era una cocina de droga al estilo Breaking Bad para Hitler y para los nazis, mucho antes de que el programa de televisión fuera concebido", señaló Ohler a la prensa en la presentación de su obra.