Exactamente cinco años atrás, George W. Bush lanzó la primera ofensiva aérea sobre el pueblo iraquí. Lo hizo sin el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, que rechazó de plano la iniciativa, pero con el apoyo del primer ministro inglés, Tony Blair, y del presidente español, José María Aznar.
Las imágenes de los primeros bombardeos nocturnos recorrieron el mundo y causaron escalofríos. Cuatro días después, el 9 de marzo del 2003, los soldados estadounidenses ingresaron triunfalmente a Bagdad y desde la administración Bush anunciaron una victoria en el corto plazo.
Luego vino la captura de Saddam Hussein y su ejecución en la horca. Las imágenes del cadáver del dictador se difundieron en todos los rincones del planeta, símbolo del triunfo de la "guerra contra el terrorismo".
Desde el comienzo de la invasión, casi 4 mil soldados norteamericanos murieron y las cifras de los civiles iraquíes muertos ascienden a casi 90 mil.
A cinco años de aquel primer bombardeo, la violencia no para. Y la muerte, mucho menos.