“Es una historia que conozco. Tengo amigos que estuvieron a punto de caer en actividades terroristas, como otros cayeron en las drogas”, dijo la cuñada presidencial al término de su visita a Marina Petrella, ex miembro de las Brigadas Rojas italianas, el grupo terrorista de izquierda que asesinó al ex premier italiano Aldo Moro.
Condenada en Italia por asesinato y secuestro y refugiada en Francia durante la presidencia del socialista François Mitterrand, Petrella hoy se deja morir para evitar la extradición a Roma, en una huelga de hambre que mantiene desde abril y la redujo a 40 kilos.
La controversia estalla desde el momento en que el primer ministro de Sarkozy, François Fillon, firmó el decreto de extradición de la misma ex guerrillera que ahora recibe el apoyo de un miembro de la familia del jefe de Estado. Arrinconado, Sarkozy le pidió a su par italiano, Silvio Berlusconi, el indulto para Petrella. La manifestación de apoyo a Petrella por parte de Valeria Bruni descolocó a propios y extraños.
En efecto, tanto Valeria, de 54 años, como su hermana Carla, abandonaron Italia cuando pequeñas para exiliarse en París. Sus padres, el rico industrial Alberto Bruni Tedeschi y la pianista Marisa Borini, escaparon de la opulenta Turín por amenazas. Las Brigadas Rojas extorsionaban a los magnates con el secuestro de sus hijos. Los Bruni Tedeschi siguen siendo un poderoso grupo económico.