INTERNACIONAL
Un drama económico, sanitario y social

Las venas abiertas de América Latina desnudadas por la pandemia

La desigualdad, demografía, informalidad y pobreza lastran la capacidad de la región para enfrentar al coronavirus. Galería de fotos

América Latina es el epicentro de la pandemia 20200610
América Latina es el epicentro de la pandemia. | AFP y AP

Con sistemas de salud desfinanciados y, en algunos casos, al borde del colapso; baja inversión en Ciencia y Tecnología; 104 millones de personas que viven en asentamientos populares; economía informal y precarización laboral; América Latina, la región más desigual del mundo, enfrenta la pandemia sin los recursos de los países desarrollados, con muchas dificultades para disimular sus múltiples fragilidades y vulnerabilidades.

Cuando llegó el coronavirus, la región estaba desnuda. Esas fallas estructurales empiezan ahora a pasar factura. Según el último informe del Banco Mundial, su economía será la que más sufrirá la depresión global en 2020. El Producto Bruto Interno (PBI) se contraerá un 7,2%, dos puntos porcentuales por encima del promedio global, y el precio de las materias primas –petróleo, soja, cobre- sufrirá la “mayor caída de la historia reciente”. Excluyendo a México, el 70% de las exportaciones de América Latina son bienes primarios. A la baja del valor de las commodities se agrega, también, la contracción del comercio internacional, que oscilará entre el 13 y el 32%, según la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Coronavirus: cuáles son los países más afectados en América Latina

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Cepal cuantificó las cifras del drama: 11,6 millones de nuevos desempleados y 215 millones de pobres. Ante la magnitud de esas previsiones, PERFIL consultó a internacionalistas sobre los mayores desafíos y amenazas que enfrenta la región. Alejandro Frenkel, coordinador académico de la Maestría de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de San Martín, considera que el principal reto en el corto plazo es “resolver de manera equilibrada la cuestión sanitaria con la socio económica”.  

Al menos 1,3 millón de personas se contagiaron y 66 mil murieron por coronavirus en América Latina y el Caribe, según el último reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esas cifras podrían multiplicarse si se confirma la subnotificación en algunas zonas de la región. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que la pandemia en América Latina “es la situación más compleja”, porque los países aún no atravesaron el pico de contagios, a diferencia de Asia y Europa.

Bernabé Malacalza, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, considera que la mayor preocupación es demográfica y socio espacial: “Las villas hablan. Los desequilibrios territoriales, demográficos y ambientales pueden llevar a un descalabro mayor. La cuestión de fondo son las grandes desigualdades. Ellas potencian la propagación de pandemias”.

La organización no gubernamental Techo alertó que alrededor de 104 millones de personas viven en villas o favelas en la región. Se trata de una de cada cuatro personas que residen en zonas urbanas. La mitad de ellos no tienen acceso a agua potable. La imposibilidad de mantener distancia social o cuarentenas prolongadas los transforman en poblaciones vulnerables. Ramona, vecina del Barrio 31, es apenas un rostro entre millones. “Si el desafío demográfico se torna en una crisis humanitaria, ahí sí se puede convertir en una amenaza”, explica Malacalza.  

Mientras el corto plazo es una urgencia permanente, el largo plazo también cierne una sombra amenazante. Estados sin capacidades para atender las demandas de la población; organizaciones criminales transnacionales que ocupan los vacíos dejados por las autoridades, como en las favelas de Río de Janeiro; inestabilidades políticas en democracias débilmente institucionalizadas; falta de integración regional que agrava aún más la crítica coyuntura; y el impacto en la región de la disputa geopolítica, comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China; son las principales amenazas de un continente fracturado.

“La falta de integración y coordinación potencia el crecimiento de estas problemáticas, no sólo porque muchas de ellas son regionales y no se pueden abordar de manera nacional, sino porque además hay que pensar una variable externa de la región, que es la necesidad de poder articular una voz común en alguna de las problemáticas globales y que emergerán post crisis del coronavirus”, considera Frenkel.

Malacalza alerta sobre el auge de la extrema derecha y sobre los efectos de la disputa entre la Casa Blanca y Beijing. “Como dice José Antonio Sanahuja, la región ha perdido su condición de actor y está más expuesta para ser hoy una arena de disputas geopolíticas. Venezuela y Brasil son los casos más ilustrativos”, asegura. En relación al enfrentamiento entre Donald Trump y Xi Jinping, remarca: “La disputa geotecnológica puede tener epicentro en Brasil con el desembarco de Huawei en la red de 5G. Estados Unidos seguramente responderá. Estamos viendo una diplomacia más coercitiva y confrontativa de ambas potencias”.

En respirador artificial, el continente lucha, literalmente, por su supervivencia económica, sanitaria y social. Mientras Europa y Asia experimentan la “nueva normalidad”, las venas de América Latina están más abiertas que nunca.