Al visitar la zona desmilitarizada coreana (Dmz), el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence definió como "acorazada" a la alianza entre Washington y Seúl y reiteró que "todas las opciones están en la mesa" para presionar a Pyongyang a dejar de lado sus armas nucleares y el programa misilístico.
El vicepresidente norteamericano volvió a definir como una "provocación" el último y fallido test misilístico de Corea del Norte, afirmando confiar en que el claro mensaje del gobierno de Donald Trump sea recibido por Pyongyang. Pence dijo que Trump espera que China use sus influencias "extraordinarias" para que el régimen norcoreano abandone su programa misilístico y nuclear.
Pence precisó que utilizarán "medios pacíficos o en última instancia cualquier medio necesario" para proteger a Corea del Sur y estabilizar la región.
El vicepresidente además visitó la base militar Camp Bonifas, para mantener un diálogo con los líderes miliares y reunirse con las tropas norteamericanas allí desplegadas. El campo militar se halla a unos 4 km de la Zona desmilitarizada coreana (Dmz), una franja de tierra "colchón" instituida en 1953 de acuerdo con las Naciones Unidas que atraviesa la península coreana a lo largo de 250 kilómetros de la frontera entre el Norte y el Sur.
Mientras tanto, China advirtió que "ante una situación delicada y peligrosa" todas las partes involucradas en la crisis deben dar prueba de "moderación" absteniéndose de provocaciones. La posición china fue fijada por el portavoz de la cancillería, Lu Kang.
El vocero dijo que es necesario reducir las tensiones y "volver a la mesa de negociaciones y resolver los problemas por medios pacíficos".
Pekín quiere restablecer el diálogo multilateral (del cual forman parte China, las dos Coreas, Estados Unidos, Rusia y Japón).