El papa Francisco volvió hoy a salirse del protocolo y dejó subir a un niño al papamóvil mientras se dirigía a la residencia arzobispal de Rio de Janeiro, donde mantuvo encuentros con cinco presos y almorzará con doce jóvenes que participan de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El niño vestido con una camiseta de fútbol fue abrazado fuertemente por el Sumo Pontífice y al descender del móvil, no pudo esconder su emoción y se tapó la cara para llorar hasta que llegó a los brazos de su padre, que lo esperaba tras las vallas. El pontífice hizo alterar el programa y pidió subirse al papamóvil, para recorrer la avenida Río Branco en ese vehículo y no en la camioneta que utiliza para trasladarse por la ciudad.
El papamóvil circuló lentamente y el Papa se bajó del vehículo para abrazarse con una anciano por varios minutos, y después dejó subir al niño.
En tanto, uno de los custodios le acercó en otro momento un bebé de muy pocos días, al que besó y fue llevado de regreso por el personal de seguridad a su madre.
En el vehículo, abierto en ambos costados, podía verse diversos objetos que la gente le arroja y son acomodados por su secretario.