Los recortes en salud y educación y el aumento del desempleo no impiden que los monarcas cuenten con millonarios presupuestos, ostenten fortunas siderales y no rindan cuentas en sus países.
Hace dos semanas, el rey Juan Carlos de Borbón despertó indignación en España al quebrarse la cadera durante un safari por Africa.
La excursión para cazar elefantes costó veinte mil euros y, según el Palacio de la Zarzuela, fue financiada por un empresario sirio.
Sin embargo, sus súbditos no perdonaron el viaje, realizado en la peor semana para la Bolsa madrileña y mientras Mariano Rajoy aplicaba los ajustes más duros de la democracia española. “El último servicio que don Juan Carlos puede hacer a la Corona es abdicar en su hijo. Ya”, escribió el sociólogo Manuel Castells en La Vanguardia.
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