El ex presidente sudafricano Nelson Mandela, de 94 años, fue internado ayer en un hospital de Pretoria por una infección pulmonar y está en “grave estado, pero estable”, según informó la presidencia de ese país. “Esta madrugada su estado se deterioró y fue trasladado a un hospital”, sostuvo en un comunicado la oficina del presidente sudafricano Jacob Zuma.
“Recibía cuidados a domicilio pero los médicos decidieron que el agravamiento de su estado necesitaba el ingreso en el hospital”, declaró el vocero gubernamental, Mac Maharaj. Y, para despejar dudas sobre la situación clínica del líder de la lucha contra el apartheid, el presidente sudafricano agregó: “Es una infección pulmonar, una neumonía, que afecta muchas cosas, entre ellas la respiración. Pero los médicos me han dicho que respiraba sin asistencia y pienso que es un signo positivo”.
Por su parte, la esposa de Mandela, Graça Machel, oriunda de Mozambique, decidió cancelar un viaje que tenía previsto a Londres esta semana, para poder estar junto al estadista sudafricano. “La señora Machel canceló sus compromisos que tenía el jueves en Londres. Cuando el presidente fue hospitalizado, ella estaba a su lado acompañándolo”, informó la oficina de Zuma.
“El presidente, en nombre del gobierno y de toda la nación, desea a Madiba una rápida recuperación y pide a la prensa y al público que respete su intimidad y la de su familia”, agregó el comunicado del Ejecutivo. Ese espíritu fue compartido por el partido de Mandela, que pidió plegarias a todos los sudafricanos y ciudadanos del mundo por el histórico líder.
Se trata de la segunda hospitalización de Mandela en dos meses. El 6 de abril salió de un centro de salud, tras tratarse diez días por una neumonía. En las últimas imágenes, difundidas en abril, durante una visita oficial, el Premio Nobel de la Paz en 1993 lució muy debilitado, sentado en un sillón con las piernas bajo una manta y el rostro inexpresivo.
La salud de Mandela es un tema de preocupación en Sudáfrica por la avanzada edad del líder africano. Aunque está completamente retirado de la vida política de su país, sigue siendo un hombre venerado por su pueblo por haber evitado una explosión de violencia en la transición entre el régimen racista del apartheid y la democracia, que se inició en 1994.