Los principales candidatos a la presidencia española, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y el conservador Mariano Rajoy (PP), se enfrentaron ayer en el segundo y último debate televisado en el que intentaron convencer a los indecisos de cara a las elecciones del 9 de marzo. A partir de hoy ya no se puede hacer campaña.
El lunes pasado, en el primer debate televisado entre dos candidatos presidenciales españoles en 15 años, 13 millones de televidentes siguieron desde sus hogares el minuto a minuto de la confrontación entre Rajoy y Zapatero, a quien los analistas le dieron la victoria.
En el debate de ayer, Zapatero intentó la performance del lunes pasado, mientras que el equipo de Rajoy trató que su candidato mejore algunos puntos (por ejemplo, que evite mirar el cronómetro para ver cuánto tiempo de exposición le queda).
Hasta ayer, últmo día para la difusión de encuestas, Zapatero llevaba una ventaja de entre 4 y 4,5 puntos porcentuales sobre Rajoy.
L a economía y la inmigración volvieron a ser temas claves del debate de ayer. Zapatero intentó además alguna referencia al último de los escándalos que sacude a la campaña presidencial española, el que surgió luego de que un alto dirigente del PP sostuviera que la estrategia de su partido consiste en lograr que los socialistas no acudan a las urnas.
La desmotivación como estrategia. En declaraciones al diario inglés Financial Times , el dirigente del PP, Gabriel Elorriaga, sostuvo que “toda nuestra está estrategia está centrada en desmotivar a los votantes socialistas”.
“Sabemos que no nos van a votar pero podemos sembrar suficientes dudas con respecto a la economía, la inmigración y temas relacionados con la soberanía nacional, que el próximo domingo prefieran quedarse en casa”, dijo Elorriaga al diario.
Las declaraciones causaron tanto revuelo político que el PP tuvo que publicar una desmentida en la que aseguraba que Elorriaga no había dicho lo que el prestigioso matutino decía que había dicho.
Sin embargo, luego de que la corresponsal del FT ratificara lo escrito, Elorriaga se vio obligado a sincerarse. “No me atrevo a jurar que a lo largo de una hora y media no lo dijera”, dijo.