En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), el padre Miguel Ángel La Civita, perteneciente a la diócesis de La Rioja, se refirió al vínculo “fraternal” entre el papa Francisco y el monseñor Enrique Angelelli. El sacerdote y el exobispo de La Rioja fueron recibidos por el entonces noviciado jesuita Jorge Bergoglio en Buenos Aires, en tiempos de persecución a la Iglesia por parte de grupos militares.
El padre Miguel Ángel La Civita es un sacerdote santafesino, pero actualmente pertenece a la diócesis de La Rioja. En su formación compartió mucho tiempo con monseñor Enrique Angelelli, el obispo de La Rioja, quien fue asesinado junto con los sacerdotes Gabriel Longueville, Carlos de Dios Murias, y el activista rural catequista Wenceslao Pedernera. Todos ellos fueron asesinados en el invierno de 1976, recién comenzada la dictadura que se inició el 24 de marzo, por grupos de militares al mando del general Luciano Benjamín Menéndez. A los cuatro se los recuerda como los mártires riojanos, y en 2019 el Papa Francisco los beatificó.
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Escuché su conversación previa con la producción, contando la relación que usted tenía con Bergoglio cuando era adolescente él era el provincial de los jesuitas. Me gustaría primero que hiciera una síntesis suya de cómo el asesinato de Angelelli terminó haciendo que Bergoglio fuera una especie de padre espiritual, y cumpliera ese rol que dejaba de cumplir Angelelli, cuando usted venía de La Rioja.
En síntesis, en los momentos que se desata la represión acá en La Rioja, ya con una persecución abierta a la Iglesia y a todo lo que fuera movimiento popular, el obispo decide que vamos a terminar nuestros estudios en Buenos Aires. En aquel momento, se habían cortado las posibilidades de seguir estudiando aquí, en La Rioja. Fuimos al Colegio Máximo de San Miguel, donde nos quedamos dos años y medio, terminando las materias que nos faltaban.
Ahí conocimos al padre Jorge Bergoglio, que era el noviciado jesuita y había trasladado la casa provincial al Colegio Máximo de San Miguel y tuvimos una relación más cercana con él. Los padres jesuitas que estaban en el colegio nos acompañaban en lo que hacía a nuestra formación. En el momento que lo conocimos al padre Jorge, él se acercó mucho a nosotros por la simpatía que tenía por el obispo Angelelli y por esta Iglesia de La Rioja, donde también había comunidades jesuitas trabajando en diferentes lugares de la provincia, como en Famatina y en Guandacol. Él había estado ahí en el servicio pastoral.
¿Todavía no se había producido el golpe militar? ¿Estamos hablando de 1975?
No, no se había producido. Cuando se produjo el golpe, nosotros estábamos en el colegio.
Ahí es que, poco iniciado la dictadura militar, asesinan a Angelelli, y ustedes quedan de alguna manera “huérfanos”, por decirlo de alguna forma.
Sí, es una forma de expresar lo que sentíamos en ese momento. La ausencia de alguien que nos había recibido acá, de una Iglesia que nos había acobijado, de una Iglesia que nos había dado un lugar, y para la cual nos estábamos formando. Éramos tres seminaristas.
Padre, ¿cuál era la relación de Angelelli con Bergoglio en aquel momento?
Era una relación muy fraternal. Yo no te puedo decir cuál era la profundidad que tenía, pero por el hecho de tener comunidades acá en La Rioja, la cercanía era grande porque trabajaban juntos. Además, ya había sido previa la presencia de Bergoglio con la venida de Arrupe, que era el padre general de los jesuitas, y que también había visitado La Rioja. La relación era muy cercana.
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Angelelli fue también uno de los representantes argentinos en el Concilio Vaticano II. ¿Es correcto decir que representaba el ala más progresista de la Iglesia argentina, y que era probablemente el más destacado de los obispos progresistas que tenía la Argentina, y por eso fue al primero que mataron ni bien comenzada la dictadura?
Sí. Ha sido uno de los obispos de más renombre en aquel momento, junto a otros obispos como monseñor Devoto o monseñor Zaspe y monseñor Ponce de León. Eran el ala más progresista del episcopado argentino, y llevaban adelante la postura del Concilio Vaticano II. Monseñor Angelelli se destacó porque era el más joven de todos ellos, con una participación muy fuerte en el Concilio. Fue uno de los obispos que firmó el pacto de las Catacumbas en Roma, al terminar el Concilio, con un compromiso al Papa de servir a la Iglesia de los pobres.
¿Podríamos decir que hay un punto de continuidad entre la doctrina de Francisco con la de Angelelli?
Sí, yo creo que tenían sus matices, pero realmente estaban en esa postura. Había una sintonía en cuanto a la pastoral y a la manera de mirar la realidad.
Con el ánimo de provocar intelectualmente, si el mundo hubiera sido otro hace 50 años, Angelelli a lo mejor hubiera sido el Papa argentino…
No sé. Esas cosas no son opinables.
Obviamente, pero simplemente para poner a los más jóvenes en contexto de quién era Angelelli, por qué lo mataron, y la relación con Francisco a través de su historia personal.
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