La inclusión laboral de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo requiere estrategias formativas adecuadas para garantizar su participación efectiva. La filosofía de “A trabajar se aprende trabajando”, promovida por la Dra. Cristina Jenaro, destaca la importancia de la experiencia práctica como clave para el aprendizaje y la adaptación en el entorno laboral, facilitando una inclusión más efectiva.
En nuestro país, la formación laboral para personas con discapacidad sigue centrada en talleres específicos para ciertos oficios, sin brindar herramientas que respondan a las exigencias del mercado actual. Además, pocas veces se consideran las preferencias e intereses individuales, limitando sus oportunidades de desarrollo personal y profesional.
El aprendizaje basado en la experiencia directa ha demostrado ser más eficaz para las personas con discapacidad intelectual. La participación en entornos laborales reales les permite desarrollar habilidades técnicas, sociales y adaptativas, facilitando su integración natural y eficiente. Un enfoque práctico les ayuda a adquirir competencias específicas, fortalecer su confianza, mejorar su adaptación social y laboral e incrementar sus posibilidades de empleo al demostrar sus capacidades en el propio ámbito de trabajo.
Entre los principales beneficios de este enfoque, se destacan el desarrollo de habilidades reales, ya que la capacitación en entornos laborales permite que los aprendices adquieran competencias directamente relacionadas con su puesto. Además, enfrentar desafíos en el trabajo incrementa su autoconfianza y refuerza la sensación de pertenencia dentro de la sociedad. La interacción con compañeros y supervisores en un entorno real también mejora sus habilidades comunicativas y de trabajo en equipo, lo que favorece su adaptación laboral y social. Finalmente, la formación práctica aumenta significativamente las oportunidades de inserción laboral, ya que permite demostrar capacidades en la práctica y no solo a través de evaluaciones teóricas.
Para lograr una formación realmente efectiva, es fundamental implementar estrategias que favorezcan la adaptación y el aprendizaje. Algunas medidas claves incluyen programas de empleo con apoyo, donde profesionales acompañen y orienten a los trabajadores con discapacidad durante su proceso de integración, el fomento de prácticas y pasantías dentro de empresas y organizaciones para que adquieran experiencia real, la personalización de la capacitación según las necesidades y capacidades individuales de cada aprendiz, y la implementación de sistemas de evaluación continua para monitorear el progreso y realizar ajustes según sea necesario.
Garantizar la formación laboral de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo a través de experiencias prácticas no solo fortalece sus habilidades, sino que también les permite desenvolverse con mayor autonomía en el ámbito laboral. La filosofía de “A trabajar se aprende trabajando” resalta la necesidad de formación en entornos reales, impulsando una inclusión que no sea meramente simbólica, sino efectiva y sostenible.
La construcción de una sociedad más equitativa no depende solo de normativas, sino de compromisos reales que generen oportunidades laborales para todos, sin distinción de capacidades. Las instituciones, las empresas y la sociedad en su conjunto deben asumir la responsabilidad de diseñar y fomentar estrategias de capacitación inclusivas, asegurando que todas las personas tengan acceso a un futuro laboral digno y acorde con sus habilidades e intereses.
* Psicopedagoga especialista en Discapacidad. Codirectora del Programa para la Inclusión Laboral de Personas con Discapacidad de la Universidad Austral.
