OPINIóN
Homenaje

Celso Castiñeira de Dios, el recuerdo de un periodista comprometido con su profesión y la justicia social

Fue un hombre de pocas palabras y afable, de los que alienta y defiende, comprometido realmente con la vida.

Celso Castiñeira de Dios 20220506
Celso Castiñeira de Dios | Cedoc Perfil

Ahora que lo pienso nunca escribí nada sobre él. Quiero recordar pero no puedo, el momento en que le pedí a mi amiga Mónica Valdés que lo llamara y me consiguiera una reunión con él porque yo quería escribir en “Médico Moderno” y “RM en la cultura”, que habían recibido el Premio Juan Pablos en 1980, 1986 y 1987 en las que Celso Castiñeira de Dios (“Telo” para sus amigos) era Jefe de redacción.

En su oficina la reunión duró escasos minutos, me dio las consignas suficientes para que yo me pusiera las pilas y volviera con los textos ya escritos. Así sucedió y una vez que Telo me dijo “Está bien, pibe” sólo atiné a decirle gracias ante el temor de expresar una trivialidad.

Me fueron publicados más de un centenar de artículos de carácter histórico y sociológico y una serie de diez cuentos con el sabor de lo breve y bueno, que yo seleccioné y prologué, todo ello con la pura intención de vivir días felices y comunicar lo averiguado.

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Interesante homenaje

Compartir una experiencia periodística con Telo tenía sentido para mí. Me estaba dando el gusto de escribir en revistas prestigiosas sobre historia y literatura fundamentalmente, cobraba en término, y, por si esto fuera poco, me permitía estar el tiempo necesario con los míos.

Militante fervoroso años atrás y comprometido en la búsqueda de justicia social en Argentina, Telo tenía una mirada muy crítica sobre aquellos compatriotas que reventaban tarjetas de crédito, que se iban de México hacia otros países dejando sin pagar alquileres, cuentas telefónicas o adeudando sus haberes a mexicanos que trabajaban con ellos. “Deshonran la hospitalidad mexicana y dañan la imagen de la comunidad argentina.”

El secuestro de Beatriz Madero Garza, la hija del industrial minero Enrique Madero Bracho, primo hermano de Pablo Emilio Madero, candidato presidencial del Partido de Acción Nacional (PAN), lo enfureció a tal punto que firmó un comunicado, junto a un grupo de ciudadanos argentinos y militantes del Movimiento Justicialista contra esas “prácticas aventureras y delictivas”, deseando que ese lamentable episodio no empañe la honorabilidad del conjunto de los argentinos residentes en México”, país que calificaban de “refugio generoso” para perseguidos y de “hogar para quienes llegaron en busca de un mejor horizonte de vida”.

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Releo las numerosas editoriales escritas por Telo y saltan dos aspectos a la vista. El primero, la universalidad de los intereses históricos y sociales que cubría, con una metodología muy útil y enriquecedora. El segundo, su apuesta tanto a la eliminación de males concretos y no a la realización de bienes abstractos como a favor de toda diversidad e incluso de todo conflicto, porque la uniformidad aplasta la vida misma.

Un ejemplo de lo dicho, es el siguiente fragmento tomado de la editorial de marzo de 1987 de la revista Médico Moderno, titulado “El hombre y su morada”:

“En nuestros tiempos, más de mil millones de personas no tiene techo u ocupa viviendas extremadamente pobres e insalubres. De ellas cien millones viven bajo puentes o en terrenos baldíos. Naturalmente el problema es más grave en los países subdesarrollados: en América Latina 20 millones de jóvenes y niños viven y duermen en las calles; en África el 80 % de los habitantes de las ciudades viven apiñados en barrios bajos o en asentamientos promiscuos. Las naciones altamente industrializadas no están inmunes a este problema: sólo en Estados Unidos se estima que hay más de 2.5 millones de personas sin vivienda. A este paso el año 2000 ofrecerá un espectáculo espeluznante: habrá 440 ciudades con una población mínima de un millón de habitantes, de las cuales 284 estarán en los países en desarrollo. La población urbana habrá crecido en más de 140 millones en América Latina, 193 millones en África y 470 millones en Asia… ¿Dónde vivirá toda esa gente más los mil millones que se registran ahora sin vivienda? Este año de 1987 ha sido designado por la ONU como “Año Internacional del Albergue para los Sin Techo”, convocatoria que nos hará conocer con mayor precisión y dramatismo el problema de la colmena humana, pero que, lógicamente, no se resolverá.”

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O este otro fragmento de la editorial de septiembre del mismo año, titulado: “La humanización del trabajo”:

“Andando el tiempo, y con ello la estructuración progresiva de valores, el trabajo ha devenido en la humanización del comportamiento laboral del hombre, en su propia humanización e incluso de la Naturaleza entera. Así, el trabajo, en la concepción de Raymond Ruyer, no es una condena para el hombre, sino lo que le permite escapar a la angustia: es la salvación contra la angustia de la contemplación de la nada. Para Juan Pablo II (“Laborem Exercens), “el trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Y si la solución, o mejor, la solución gradual de la cuestión social, que se presenta de nuevo constantemente y se hace cada vez más compleja, debe buscarse en la dirección de hacer la vida humana más humana, entonces la clave, que es el trabajo humano, adquiere una importancia fundamental y decisiva.

Cualquiera fueren los ángulos desde donde se contemple el trabajo –capitalistas, marxistas, cristianos, etc.–, éste constituye un valor supremo (un “don de Dios”, dice el Eclesiastés), constantemente en crisis por los desequilibrios de la sociedad, la irrefrenable escalada de injusticias, y el impacto, que pudiera ser dramático, del acelerado avance tecnológico en los medios de producción.”

Homenaje a una leyenda

Cada uno a su modo deja su marca. Nunca tuve charlas extensas con él, hombre de pocas palabras y afable, con harta experiencia en su profesión, de los que alienta y defiende, comprometido realmente con la vida del país en que vive  –ayer fue Argentina, en ese momento era México, tratando de hacer su trabajo lo mejor posible.