OPINIóN
Política

Argentina necesita un proyecto educativo a largo plazo

Un niño que entra en nuestro sistema escolar pasa, al menos, 12 años en la escuela. Sin embargo, cada 2 años (que es el término de las elecciones intermedias) hay cambios drásticos en la estructura y direccionamiento del proyecto educativo vigente.

Educación
Educación. | Pixabay

La continuidad de las políticas educativas en Argentina parece una misión imposible de lograr. ¿Cómo hacer para que con cada cambio de gobierno dejemos de aniquilar todo lo que hizo el anterior en materia educativa? Un niño que entra en nuestro sistema escolar pasa, al menos, 12 años en la escuela. Sin embargo, cada 2 años (que es el término de las elecciones intermedias) hay cambios drásticos en la estructura y direccionamiento del proyecto educativo vigente. Esto es desesperante y desesperanzador, porque si hay algo que se debe hacer en educación, es mirar y pensar políticas a largo plazo, y en Argentina eso parece ser una misión imposible. 

Nuestras políticas educativas parecen adolescentes: cambian de rumbo con cada cambio de humor y, muchas veces, son diametralmente opuestas a la visión anterior. No hay direccionamiento, no hay continuidad, no existe coherencia institucional. ¿No es triste que nuestros alumnos vivan esto de que no sabemos adónde ir?

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Si tomamos las pruebas estandarizadas como parámetro, podemos ver cómo nuestro país mantiene una deuda enorme con los aprendizajes y también con las trayectorias de los alumnos. Pero, más horrible aún es la pérdida de entusiasmo de los docentes. Si hay algo que la política educativa tiene que cuidar y alentar es ese entusiasmo. Sin embargo, desde el retorno de la democracia, la Argentina tuvo 19 ministros de Educación y con cada uno cambian los enfoques pedagógicos, conceptos, formas de enseñar y evaluar, prioridades y estrategias de mejora.  Los docentes se desesperan y tienen que enseñar en un contexto plagado de cambios de rumbos y de la inestabilidad permanente.

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Al igual que cientos de funcionarios, es una realidad que experimenté en carne propia. Durante 2019 ocupé el cargo de directora de Formación Continua de la PBA, desde donde le brindamos un lugar importante a la educación afectiva y emocional, ya que las pruebas PISA mostraban que el clima escolar era una falla importante en nuestro sistema educativo. Lo hicimos sin por ello eliminar ninguna de las líneas de trabajo anteriores. También se impulsó un plan de robótica educativa muy fuerte. Este plan necesitaba un acelerado proceso de actualización para docentes. Nuestra dirección hizo muchos esfuerzos en consensuar con la dirección de tecnología educativa para tener los cursos de formación y los kits de robótica en nuestros CIIE (135 centros de formación continua en cada distrito de la PBA).

Lo hicimos porque hay mucha evidencia internacional que da cuenta de una revolución tecnológica, que demanda de alumnos con nuevas habilidades y conocimientos y que el mejor camino para adquirirlos es a través de hands-on learning, es decir un aprendizaje concreto y práctico que los ayude a meter mano y experimentar la tecnología incluso antes de saber cómo se llaman sus partes.

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La gestión que nos sucedió, en lugar de analizar los resultados positivos y avances logrados a partir de estas implementaciones, decidió desestimar la importancia del clima escolar y de los efectos de lo emocional en el proceso de aprendizaje de los alumnos.

La actual gestión también decidió llevar adelante un proceso de eliminación de los drivers que permitían el funcionamiento de los kits de robótica, dejando sin efecto su funcionamiento y aporte a la incorporación de nuevas habilidades por parte de los alumnos.

Una vez más, como tantas otras a lo largo de los últimos 30 años, se privilegió los intereses y colores partidarios antes que el futuro de nuestros alumnos, de nuestros hijos e hijas.

¿Quiénes sufren estos cambios políticos?

Los alumnos y los docentes. Hace unos meses, el Ministerio de Educación de la Nación dio a conocer los resultados de las pruebas Aprender 2021. Esta edición del operativo censal evaluó los aprendizajes en Lengua y Matemática de alumnos de sexto grado de las 23.000 escuelas primarias de Argentina. Una vez más, los resultados volvieron a ser negativos, el 22,3% de los chicos está por debajo de un nivel básico de lectoescritura; ese número se triplicó con respecto a la evaluación anterior, hecha en 2018. Y en relación con los aprendizajes en Matemática, el 23,1% de los estudiantes se ubicó por debajo del nivel básico, manteniéndose sin avances en comparación a los resultados de 2018.

Todavía hay muchos que se preguntan por qué los chicos no mejoran, no avanzan en sus aprendizajes. La respuesta es clara y sencilla, hace más de tres décadas que no hay continuidad en las políticas educativas en nuestro país.

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Estoy convencida de que, como argentinos, debemos tener conciencia de este desastre que los adultos provocamos por sólo mirar nuestros intereses partidarios y el corto plazo de quién va a ganar la próxima interna o las próximas elecciones. Es hora de que la clase dirigente, aquellos que ocupan funciones en representación del voto democrático de la mayoría, piense en el futuro de las nuevas generaciones, dejando de lado la mezquindad y miseria política, que impacta de lleno sobre los que tienen menos posibilidades, herramientas y recursos.

La única esperanza que tiene nuestro país de salir del pozo, es acompañando a las nuevas generaciones con una educación que pueda mirar con faros largos y que sea desafiante y responda a las necesidades del mundo que vivimos. La política educativa es de largo plazo o no es. 

 

* Victoria Zorraquín es licenciada, profesora y especialista en Educación. Fundadora de la ONG Educere: “Docentes por un Mañana”. Hace más de 25 años que Victoria se dedica a hablar acerca de la necesidad de recuperar el prestigio docente. Ha recorrido escuelas de todo tipo y condición en la Argentina y en el mundo. Estuvo al frente de la Dirección de Escuelas Secundarias, Agrarias y Rurales, que depende del Ministerio de Agroindustria de la Nación. Durante 2019, ocupó el cargo de directora de Formación Continua en la Provincia de Buenos Aires. Además, Victoria es autora del libro “Esperanza en la Escuela”.