OPINIóN
Notre Dame

Biblia de los pobres

El incendio de esta Catedral parisina llama a la reflexión sobre los espacios religiosos y la importancia de preservarlos

20190416 Notre Dame
Esta iglesia es verdadero patrimonio universal. | AFP

Conmoción, pena y tristeza ha sido la reacción común proveniente de un amplio arco de ámbitos de la ciudadanía común, los fieles católicos, las artes y la historia o gobernantes y líderes mundiales, ante el incendio de la Catedral de Notre Dame de París. No menos destacable es la actitud esperanzada y el compromiso por la reconstrucción, con el cual se ha respondido a semejante drama y desafío. Paradojalmente una pérdida tan significativa, tanto para los creyentes cuanto para la sociedad toda, es motivo de encuentro, de sentimientos y de respuestas mancomunadas y solidarias.

Esta iglesia, patrimonio universal, tiene su origen y finalidad en la fe cristiana de un pueblo que la inspiró, la edificó y la mantiene abierta como lugar de encuentro con Dios y entre las personas. “Biblia de los pobres” se la llegó a llamar, porque en sus vitrales, esculturas y arquitectura toda, el pueblo iletrado de siglos pasados podían contemplar, conocer y entender el sentido de las verdades de fe y, por lo tanto, de su propia existencia.

Así quedó la catedral de Notre Dame mientras se investiga la causa del incendio

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Notre Dame, a la vez que atraía la visita de 13 millones de peregrinos y turistas al año, seguía siendo un centro muy vivo de oración, celebración de la fe y evangelización. Más de un visitante quedaba tan impactado por la profunda hermosura de sus celebraciones litúrgicas como de la belleza artística que allí encontraba. En la actualidad, la arquidiócesis y la comuna parisina estaban llevando adelante un proyecto de reparación y refacción.

 Todo ello nos recuerda una vez más la importancia constante de nutrir, profundizar y difundir la fe, fortaleciendo la comunión, trabajando cotidianamente por la reforma y renovación eclesial, y comprometiéndonos apasionadamente con la misión evangelizadora que busca llegar hasta las fronteras más lejanas e integrar a todos sin distinciones ni acepciones.

La carta de un ciudadano francés tras el incendio de Notre Dame

Junto a esto, nos ayuda a tomar conciencia de la necesidad y relevancia de preservar y contribuir al mantenimiento de nuestro patrimonio religioso en sus manifestaciones culturales, arquitectónicas y tantas otras artes. También en  nuestra Argentina, desde las más antiguas y tradicionales basílicas levantadas en los albores de la nación hasta la más modesta capilla pueblerina, son espacios que cobijan los momentos más entrañables de la vida como la venida de un hijo en el bautismo o la despedida de un ser querido, allí buscamos consuelo, imploramos paz y expresamos la alegría; allí se han firmado pactos que nos constituyeron como sociedad o se celebraron los primeros comicios de la república; aún hoy, la campana de la iglesia sigue tañendo para convocar, convocar o conmemorar episodios importantes. Este hecho tan doloroso – a la vez que nos mueve a sentirnos solidarios con nuestros hermanos católicos y el pueblo francés todo – nos interpela y desafía. Convoca a todo el pueblo argentino – creyentes y personas de buena voluntad – a comprometernos responsablemente con la recomposición, reconciliación y reencuentro social y a la preservación de nuestros verdaderos tesoros históricos.


*Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio. Delegado para los Bienes Culturales de la Iglesia. Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina.

CP