"Valoro a Máximo y a Cristina, pero no existe una presidencia colegiada, las decisiones las tomo yo”, expresó el presidente Alberto Fernández, en medio de versiones de ruptura del Frente de Todos. Las coaliciones suelen ser exitosas a la hora de ganar una elección, pero cuando llega el momento de gobernar las tensiones salen a la luz del día.
En 2019 la fórmula Fernández-Fernández arrasó en las urnas, convirtiendo a Mauricio Macri en el primer presidente argentino en presentarse a una reelección y perderla. Por aquellos tiempos, todo era color de rosas: “Vamos a volver mejores” era la frase que se escuchaba en cada acto que Alberto y Cristina daban juntos. La figura del ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner era lo que la sociedad reclamaba: un hombre moderado, con experiencia en gestión y con propuestas concretas para salir de la crisis económica.
La unidad fue un éxito para ganar en primera vuelta y permitir el retorno del peronismo al poder. Pero ese equilibrio perfecto a la hora de tener que conducir los destinos del país comenzó a resquebrajarse. Las tensiones entre el presidente y la vicepresidenta ya no se ocultan y los rumores sobre el quiebre de la coalición de gobierno toman cada vez más fuerza.
El primer gran conflicto se dio en septiembre del año pasado, luego de la derrota electoral que el peronismo sufrió en casi todo el país. La carta de Cristina no tardó en llegar y culminó con un mensaje contundente al actual jefe de Estado: “Cuando tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión... pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino”.
Hacia un nuevo tipo de Unidad Histórica
Aquellas líneas generaron una revolución en el ala más “albertista” del gobierno, donde además se sumaban renuncias de ministros nacionales más allegados a la expresidenta, uno de ellos fue Wado de Pedro. Algunos nombres nuevos y los cambios en el gabinete hicieron que el nivel de las discusiones disminuyera. Si bien en los comicios de noviembre el oficialismo logró recuperar una gran cantidad de votos, los resultados electorales no cumplieron las expectativas esperadas.
La negociación con el Fondo Monetario Internacional volvió a provocar una fuerte interna dentro del gobierno, que terminó con la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de Diputados del Frente de Todos. A través de un comunicado, dejó en evidencia las rispideces que se viven en la coalición gobernante: "Esta decisión nace de no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador que responde y cuenta con la absoluta confianza del presidente de la Nación, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado".
A pesar de las críticas y gracias al apoyo de gran parte de la oposición, el gobierno logró aprobar el acuerdo con el FMI en el Congreso Nacional. Pero los diputados y senadores más cercanos a Cristina votaron negativamente y la propia vicepresidenta no bajó al recinto al momento de la sanción de la ley.
El clima en la coalición gobernante no es para nada alentador. “Todos unidos triunfaremos” es una de las frases más destacadas de la marcha peronista. Ahora bien, si esa unidad se quiebra, ¿quién se favorece?
"Unidad o Macri", el mensaje que baja el albertismo
Según el último estudio publicado por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, más del 65% de los encuestados desaprueba la gestión de Alberto Fernández, y arriba del 68% cree que el país no está yendo en el rumbo correcto. Pero el dato más llamativo es que más del 58% de los argentinos votarían a un candidato opositor si las elecciones a presidente fueran este año. Esto deja en evidencia la crítica situación en la cual se encuentra inmerso el gobierno nacional. Con estos niveles de rechazo, es imposible pensar en la reelección de Alberto Fernández. Si la economía no repunta y los ciudadanos no sienten esa mejoría en su vida diaria, al oficialismo no le va a alcanzar con la “unidad” para conseguir un triunfo electoral en los comicios del año próximo.
El presidente tiene por delante el desafío de corregir los problemas que tiene a nivel comunicacional: la falta de una estrategia concreta y las constantes improvisaciones generan aún más desconfianza e incertidumbre. Por su parte, la oposición sabe que los conflictos internos que sufre el gobierno más la actual crisis económica acrecientan las chances de poder arrebatarle al peronismo no solo el sillón de Rivadavia, sino también la provincia de Buenos Aires, un bastión históricamente justicialista. Desde Juntos por el Cambio deberán dirimir las diferencias internas, llegar a acuerdos con la Unión Cívica Radical y ampliar aún más el frente opositor rumbo a las elecciones presidenciales, donde los libertarios jugarán un papel central a la hora de las negociaciones.
La campaña electoral comienza a asomarse y los candidatos son conscientes de que este es un año clave para instalar sus posiciones ante la opinión pública. El partido más difícil lo tendrá que jugar el oficialismo, porque deberá mantener la unidad, mostrar resultados económicos y cambiar su estrategia comunicacional. Si alguno de estos tres ejes falla, la victoria de la oposición será un hecho el próximo año.
* Lic. Camila Miele. Licenciada en Ciencia Política (UBA). Comunicación Política (FLACSO). Linkedin