OPINIóN
Procesos

Creencias y emociones en la política exterior

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Argentina. Roberto Russell y Sistemas de creencias y política exterior. | cedoc

Nos encontramos en un momento de la historia en el cual, tanto en el plano internacional como en el nacional, parece faltar el “eslabón perdido de la lógica política” que explique el momento actual.

Mucho se ha teorizado y aplicado al estudio de la política exterior la influencia de los sistemas de creencias en los trabajos de Ole Holsti “The belief system and national images: a case stusy” y Alexandr George “The Operational Code: A neglected approach to the study of political leaders and decisión-making”. En Argentina, Roberto Russell, en “Sistemas de creencias y política exterior argentina 1976-1989” instaló de manera científica el estudio de este tema.

Estas investigaciones mencionadas responden a la pregunta: ¿cómo influyen las percepciones ideológicas de los tomadores de decisión en el diseño e implementación de las relaciones internacionales?

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Estamos en una original etapa de la humanidad donde algunos líderes globales se han transformado en profetas que ofrecen un mensaje parapolítico, prepolítico y pospolítico, con contenidos emancipatorios, religiosos y experimentales en lo socioeconómico.

Cada vez más se confirma la relación causal de lo que hemos denominado “realismo discursivo presidencial”, como la capacidad de los mandatarios de construir la realidad a partir de los encendidos discursos, a veces sin lógica aparente.

Estas narrativas, que no están mediatizados por instituciones que las racionalicen y las enmarquen en la lógica política de representación parlamentaria, se conectan con un destinatario aglomerado como “gente” o “pueblo”, que según el emisor tiene una característica positiva que se enfrenta a un enemigo, construido con adjetivos negativos, que encarna el mal que padecen aquellos.

La pieza psicológica y social de este andamiaje comunicativo que se crea, amplifica y tensiona en los extremos es sustentada en el segundo componente que analizaremos: las emociones. Estudios recientes profundizan lo que se llamó “el giro afectivo” y su influencia en la toma de decisiones. Esto responde al título del texto de Cecilia Macón “Sentimus ergo sumus”.

Este trabajo se sumó a otros como el de Jonathan Mercer “Feeling like a state: social emotion and identity”, y el Roland Blaiker y Emma Hutchison “Fear no more: emotions and word politics”.

Este conjunto de interpretaciones se pregunta: ¿cómo se explica aquello que sustenta lo que se expresa en los discursos?, ¿de dónde surgen esas percepciones de la realidad que no tienen racionalidad?

Pero el aspecto central a profundizar para explicar el fundamento de una política exterior presidencial emocional es cómo se legitima y se sostiene tanto su aspecto discursivo como emocional.

Aquí, ambos estudios de las creencias y las emociones deben indagar en dos aspectos. En primer lugar, cuál es la coalición política y económica que sostiene esta expresión emocional-discursiva. En segundo lugar, cuál es la base social y el imaginario colectivo que se identifica con estas formas y contenidos de expresión afectiva.

No se trata de hacer un análisis psicobiográfico de los líderes de las (¿nuevas?) derechas, sino de explicar los procesos profundos que los crearon, que los sostienen y que buscan respuestas a sus problemas. De este modo, encontraremos la manera de analizar sus causas y comprender que es necesario seguir fortaleciendo la democracia, el desarrollo inclusivo y un proceso de selección de candidatos con los filtros institucionales de la modernidad política, que creíamos consolidada.

*Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Austral.