La página “La reacción conservadora despertó una marejada de críticas. El hashtag #La GestapoArgentina condensó este repudio. La forma de exponer los vínculos personales, en especial de las mujeres, y la doble vara, según la cual se señala al conservador en el partido ajeno y se cubre de un silencio cómplice al que milita en el espacio propio, enajenaron al proyecto del apoyo progresista al que aspiraba. De esta manera, el debate colocó sobre la mesa la relación entre el kirchnerismo, el periodismo y las tareas de inteligencia. Un tema oscuro del que aún hay mucho que develar en la historia del peronismo.
Inteligencia. En tiempos de Perón, Raúl Apold, apodado el Goebbels Argentino en referencia al jefe de propaganda nazi, creó un cuerpo de inteligencia dentro de la Secretaría de Prensa. El mismo se conoció como la sección especial. Este nombre en la época evocaba a la otra sección especial, la división policial encargada de secuestros y torturas. En un contexto en el cual el mundo de los servicios de inteligencia aún estaba poco profesionalizado, los periodistas resultaban especialmente útiles. Por su formación servían mejor para informar sobre la vida de los círculos intelectuales que los hombres del ejército. A su vez, ajenos a las internas del mundo militar, podían espiar a los espías. Es decir, conformarse en un servicio de inteligencia paralelo que vigilaba la actuación de otras entidades afines.
Según se deduce de los documentos de la sección especial, un expediente de nueve cuerpos conservado en el Archivo General de la Nación, sus tareas centrales eran el espionaje dentro de los ámbitos culturales y de la propia interna peronista. Pero, pronto sus facultades se expandieron y debió ampliarse el personal. Sus agentes se reclutaron entre los más firmes partidarios del gobierno en las filas de los empleados públicos. Luego de seleccionados, se los instruía en forma personal en su tarea específica. Según el plan de acción de la Sección especial sus agentes se comprometerán a guardar, -bajo palabra de honor y garantía de empleo-, estricto secreto de su trabajo, haciéndoles ver que cumplen una labor en bien de la patria y su progreso.
Tareas. No hay tarea de inteligencia que la sección especial no realizara. Dentro del material conservado en el Archivo General de la Nación hay informes de inteligencia sobre las internas del partido peronista, sobre incidentes de carácter político en escuelas, sobre la actividad comunista, sobre gremios, medios de comunicación, personalidades y organizaciones artísticas y culturales. La s
Sección especial también realizó importantes tareas de inteligencia y contrapropaganda en el conflicto del campo de 1947, cuando la burguesía rural se negó a vender maíz al precio que el IAPI quería imponerle.
La Sección especial tuvo delegaciones en todas las provincias. A fines de 1949, cada una elabora planillas sobre tendencias políticas y otros informes referentes a individuos y entidades de la cultura y los medios. Por un lado, hay una planilla específica sobre los escritores. El cuadro elaborado por la delegación de Santa Fe tenía las siguientes columnas: Nombre, tendencia (Peronista/dudoso, opositor, opositor apagado), influencia (local/nacional regional), moral, solvencia económica, observaciones (en esta última comentan las obras literarias del escritor en cuestión).
Otra planilla se ocupa de los Medios de difusión periodística, cultural, artística, radiofónica. Además de radios y periódicos, figuran los datos de todo tipo de organizaciones culturales: bibliotecas, centros culturales, escuelas de artes plásticas, museos, teatros, centros de estudios, institutos universitarios. El mismo informe, pero de Santiago del Estero incluye, además, conjuntos de baile, academias y compañías de folclore. De todos se consigna su tendencia política y datos referentes a la cantidad y el perfil de la gente que nuclean.
Diarios. Una importancia particular revisten los informes sobre medios gráficos que analizan la tendencia de los diarios de cada localidad, su tirada, su venta y circulación.
A fines de 1949, poco después de tan meticuloso relevamiento, una comisión bicameral, la comisión Visca, cierra decenas de diarios por todo el país. Clausura también organismos de derechos humanos y espacios culturales como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el colegio de abogados de Tucumán o bibliotecas populares. La comisión había sido creada para investigar las denuncias de tortura que se habían formulado contra el gobierno. En vez de cumplir con su misión, clausuró todos los espacios que habían difundido tales acusaciones.
Tras su rol en esta comisión, su director, el senador José Emilio Visca se transformó en un paria político. Algunos de los órganos que había cerrado pertenecían a diversas corrientes internas del peronismo e, incluso dentro del movimiento, había una fuerte hostilidad contra él. Con resentimiento recordaría después cómo Apold y Perón primero lo usaron para desentenderse de él más tarde. En todo momento Visca había actuado siguiendo sus órdenes, con auxilio permanente de la fuerza pública. En su viaje a Salta donde clausuró El Intransigente, el único diario que había denunciado la masacre de Rincón Bomba, fue transportado en un avión del ejército y acompañado de una amplia comitiva de periodistas.
Neustadt. Los hombres pasan, pero la censura y el espionaje continúan. Ya en la segunda presidencia de Perón el todavía ignoto Bernardo Neustadt se suma a esta cruzada. Neustadt acompaña a su padrino político, el contraalmirante Teisaire al Ministerio de Asuntos Políticos. Esta repartición tenía fuertes vinculaciones con la SIDE, y amplia injerencia en la tramitación de certificados que permitían –o no- a una persona acceder a un empleo público tras constatar su adhesión al peronismo.
El rol de Neustadt es el de Director General de Relaciones con las Organizaciones del Pueblo. En este puesto confecciona una nómina de organizaciones culturales, deportivas, sociales y de bien público, entendiendo por estas últimas a aquellas de tipo vecinal que perseguían la solución de los problemas locales. En dicha lista Neustadt especifica orientación política de cada una de las instituciones, a través de la referencia que suponía la militancia política de sus integrantes. En mayo de 1955 en su carácter de funcionario de la Secretaría de Asuntos Políticos, Neustadt autoriza el pago de facturas a Patricio Kelly, dirigente de la Alianza Libertadora Nacionalista, en concepto de trabajos de recopilación de información periodística.
Con estos precedentes en la historia peronista, la página “La reacción conservadora” parece, en contraste, un experimento ingenuo. Quizás, la magnitud de la respuesta al mismo se asocie al mal humor social en medio de una crisis inaudita que amplifica todos los gafes del gobierno. La frase racista de Alberto sobre los barcos y la selva, que hubiera sido festejada si hubiera salido de la boca de Menem en épocas de estabilidad, crea hoy un maremoto en un gobierno a la deriva. Lo mismo ocurre con el proyecto dirigido por Ingrid Beck y compañía.
¿Hubo una sobre reacción? Difícil saberlo. Por un lado, el miedo no es zonzo. No quedan tan lejos las denuncias de espionaje de Gendarmería a activistas de Kraft en 2011 en el marco del Proyecto X. Por otro, aunque quisiera, al kirchnerismo le sería difícil un control de los medios equiparable al de la dictadura de Maduro en Venezuela. Lo que parece fuera de dudas es el hartazgo frente a quienes no cesan de señalar a otros como la derecha, al tiempo que aplican uno de los ajustes más brutales de la historia argentina.
*Investigadora del CONICET- Autora de Perónleaks. Una relectura del peronismo a la luz de sus documentos secretos, de Ediciones RyR.