OPINIóN
23 de agosto de 1873

El día en que casi asesinaron a Sarmiento

Nadie recuerda esa fecha. La historia, acostumbrada a prestar atención a las cosas que sí ocurren, dejó de lado la noche en la que fracasó un atentado contra el entonces presidente en pleno centro de Buenos Aires.

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Ataque. Fue perpetrado por tres hombres en la actual esquina de Corrientes y Maipú. El sanjuanino iba a ver a su amante, Amancia Vélez Sarsfield. | cedoc

Ya habían pasado cinco años desde que había asumido como Presidente y en los siguientes doce meses se tenía que realizar la elección que determinaría a su sucesor. Esa noche de invierno en Buenos Aires, tres jóvenes inmigrantes -Francisco Güerri, Pedro Güerri y Luis Casimir- interceptaron la carroza que llevaba a Sarmiento desde su hogar hasta el domicilio de su amigo Dalmacio Vélez Sarsfield con el objetivo de matar al presidente. 

Aquiles Segabrugo, a quien todos conocían como “El austríaco”, los había contratado prometiéndoles a cambio 10 mil pesos y la seguridad de que, luego de cumplir con su misión, recibirían la ayuda necesaria para escapar de la Argentina. 

Sarmiento había adquirido la rutina de abandonar su hogar por la noche y dirigirse a lo de su amigo. Pronto entenderíamos que, además de la visita amistosa, esos encuentros también respondían al interés que el presidente tenía en Aurelia Vélez Sarsfield, quien terminó siendo su pareja hasta el momento de su muerte. 

Este detalle de la vida del presidente era bien conocido por quienes planearon el atentado y decidieron interceptar su coche en la esquina que hoy conocemos como Maipú y Corrientes. 

Plan. Todo había sido bien planificado, lo que nos permite comprender que estos inmigrantes estaban siguiendo las órdenes de alguien que tenía el suficiente poder como para hacer la inteligencia y planear el asesinato de la forma que consideraba más efectiva. Los criminales estaban armados con trabucos y puñales. Se esperaba de ellos que se abalanzaran sobre el carruaje, mataran a los caballos y luego apuñalaran a Sarmiento hasta matarlo, lo que se planeó para que sucediera rápidamente ya que los filos de los cuchillos estaban envenenados.

Apartándose del plan, Francisco Güerri disparó con su arma de fuego apuntando directamente a Sarmiento. Sin embargo, no pudo matarlo. El arma había sido cargada con demasiada pólvora, por lo que el proyectil no salió en la dirección esperada y la única consecuencia de ese disparo fue una grave herida en la mano de Güerri. 

Cuentan las crónicas que todo este evento ocurrió sin que Sarmiento se enterara de lo que estaba pasando, por estar adentro del carruaje y porque había perdido parte de su audición. Los maleantes fueron arrestados y luego de un tiempo confesaron sus intenciones y dieron el nombre de quien los había contratado. Para ese momento, 'El austríaco' -que, en realidad era italiano- había escapado a Montevideo. 

Los tres atacantes debían matar a los caballos y apuñalar a Sarmiento con cuchillos envenenados

Siguiendo la causa judicial, la policía fue a Uruguay pero no logró encontrarlo, ya que Carlos Querencio -hombre de Ricardo López Jordán-, lo ubicó primero y lo asesinó.

Caseros. ¿Qué tiene que ver el caudillo entrerriano López Jordán en esta historia y por qué quiso asesinar a Sarmiento? Para poder explicar esto, debemos retroceder unos años en la historia y comprender algunos conflictos de la Argentina de aquel momento.

La batalla de Caseros en 1852 puso fin a los años de rosismo y colocó al frente de la Confederación a Justo José de Urquiza. Unos meses después, el 11 de septiembre, en Buenos Aires hubo una revolución que expulsó a Urquiza y decidió que la provincia no sería parte de la Confederación. 

El hombre que contrató a los atacantes fue asesinado a su vez en Montevideo

Unos años más tarde, en 1861, se produjo la batalla de Pavón. Derrotada Buenos Aires, fue obligada a unirse a la Confederación y en aquel momento Bartolomé Mitre asumió como Presidente de la Nación, primero de forma interina y luego, a partir de 1862, elegido mediante el voto. Se transformó así en el primero en ocupar ese cargo, abriendo el período que conocemos como el de las presidencias fundadoras. 

Enemistados. López Jordán mandó matar a Urquiza y ordenó el atentado contra Sarmiento, furioso por el acercamiento entre ellos.
Enemistados.  López Jordán mandó matar a Urquiza y ordenó el atentado contra Sarmiento, furioso por el acercamiento entre ellos.

Al terminar su mandato, el país estaba convulsionado por la Guerra del Paraguay que estaba en marcha, y empezaron a circular los nombres de los posibles aspirantes a la presidencia. Los cuatro candidatos más firmes eran: Urquiza, Rufino de Elizalde, Adolfo Alsina y Sarmiento. 

Urquiza era, para aquel momento, la única figura del federalismo que mantenía cierto prestigio y poder; Elizalde era el ministro de relaciones exteriores y candidato de Mitre; Alsina era el jefe de los autonomistas y Sarmiento había sido enviado en misión diplomática primero a Chile, luego a Perú y durante aquellos meses estaba en los Estados Unidos. No estaríamos muy equivocados si decimos que Mitre lo quería lejos de los acontecimientos nacionales y, por eso, decidió enviarlo con honores afuera.

Elección. Pese a los deseos de Mitre, Sarmiento resultó electo presidente mediante los votos del colegio electoral. Una vez que asumió, una de sus principales preocupaciones pasó a ser la de fortalecer la autoridad presidencial, tanto en el plano institucional como simbólico. Se ocupó de ornamentar la figura presidencial, embellecer la casa de gobierno y dotar de los atributos necesarios a la presidencia para que se convirtiera en un cargo respetado. Sarmiento entendió que, pese a las atribuciones constitucionales, el cargo que ocupaba tenía un poder bastante limitado y que era necesario ampliarlo para lograr un buen gobierno. 

Con el objetivo de aumentar la investidura presidencial y fortalecer su poder, decidió reunirse con Urquiza, quien continuaba gobernando Entre Ríos. Ese encuentro tuvo la intención de traer paz a un enfrentamiento personal que llevaba años, una relación que conoció momentos iniciales de concordia y luego se caracterizó por fuertes críticas del sanjuanino al entonces presidente de la Confederación. 

La reunión se llevó a cabo en el Palacio San José y logró el objetivo de pacificar el vínculo. Sin embargo, el que no vio con buenos ojos ese acercamiento fue López Jordán, quien antes había sido partidario de Urquiza pero luego de Pavón lo acusó de haber llegado a un arreglo con Mitre para que la Confederación se rindiera a cambio de asegurarle a él el gobierno en su provincia. 

A Sarmiento le quedaban aún 15 años de vida, en los que fue, entre otros cargos, senador y ministro

Las críticas de López Jordán continuaron por la participación de Urquiza en la Guerra del Paraguay y la relación entre los dos entrerrianos siguió deteriorándose a lo largo del tiempo. El encuentro con Sarmiento radicalizó los acontecimientos: López Jordán lo utilizó de argumento como para liderar una revolución, asesinar a Urquiza y convertirse él en gobernador. Esta rebelión fue entendida por Sarmiento como una provocación personal y sumó al nuevo gobernador de Entre Ríos a la lista de los máximos enemigos del presidente.

Volviendo al momento del atentado contra la vida de Sarmiento: era el año 1873 y faltaban solo unos meses para elegir un nuevo presidente. La política de aquellos años era lo suficientemente nueva y frágil como para que un magnicidio significara un vuelco total de los acontecimientos y eso es lo que esperaba López Jordán. Sin embargo, el atentado fracasó, al igual que todas las rebeliones que lideró. 

A Sarmiento le quedaban aún 15 años de vida, que ocupó convirtiéndose en senador nacional por su provincia, ministro del interior de Nicolás Avellaneda, superintendente de escuelas durante el gobierno de Julio Roca y fundador de un importante diario de la época: El Censor. Y el 23 de agosto de 1873 sigue siendo, incluso hoy, un día que nadie recuerda.

 

*Doctora en historia, profesora de Pensamiento Político Argentino (UBA)