OPINIóN
La columna de la UB

El dólar como garante de la realidad

El dólar no miente. Sabemos que su valor representa varias cosas en la realidad económica y social. Pero también nos muestra un aspecto objetivo de la realidad macroeconómica.

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Imagenes genericas del dolar | Bloomberg

Cualquier argentino con cierta experiencia de vida es testigo de algunas realidades locales: que la humedad es un problema durante enero, que el asado es mejor con vino tinto y que el dólar no miente. Es verdad que pocos son economistas profesionales y pueden desplegar un análisis técnico riguroso y claro sobre el futuro, pero todos parecen opinar con mucha seguridad.

Mientras tanto, las expectativas parecen cambiar con las estaciones y el valor del dólar. En un país con ingresos medios y altos niveles de inclusión, donde el índice de desarrollo humano se ubica entre los más altos de América latina, también contamos con la mitad de nuestros menores de edad bajo la línea de pobreza.

Pero el dólar no miente. Sabemos que su valor representa varias cosas en la realidad económica y social. Por un lado, está el aspecto subjetivo desde el cual nos indica cómo se encuentra nuestra percepción sobre el futuro. Dólar alto nos genera menores ingresos y, por lo tanto, más pobreza.

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Por otro lado, también nos muestra un aspecto objetivo de la realidad macroeconómica. Nos habla sobre los equilibrios fiscales y externos. Nos anticipa el futuro pero, desde esta perspectiva objetiva, también nos ajusta los hechos del pasado. En el pasado, los resultados fueron malos, pero lo notamos sólo cuando llega el ajuste sobre el dólar. Subjetiva y objetivamente, el dólar nos explica cómo llegamos a dónde estamos y cómo será nuestro futuro perceptible.

Sin embargo, debiéramos preguntarnos sobre las causas estructurales de esto. Los economistas se dividen en dos grandes grupos principales, que otorgan más énfasis a la cuestión fiscal o a la externa. Gastamos mucho o no producimos dólares. En el primer grupo se encuentran los que piensan que el déficit fiscal genera necesidad de financiamiento por parte del Estado y que ese financiamiento puede realizarse por dos vías (emisión o endeudamiento). Como ambos mecanismos finalmente impactan sobre la inflación o sobre la salida de dólares, que hace más vulnerable al país presionando sobre el valor del tipo de cambio y generando una devaluación.

El otro grupo de economistas piensa que el problema es parte del consumo de bienes dolarizados. En la medida que la economía crece, se consumen más bienes cuyos componentes tienen más productos importados y esto hace que se pierdan dólares por importaciones, presionando sobre el valor de la divisa y generando una devaluación del peso.

Ambos enfoques sobre las condiciones que hacen que el dólar tenga el valor que tiene son reales y el debate entre economistas se concentra, en realidad, en qué proceso es más fuerte y cuál es más importante.

Lo urgente es enemigo de lo importante. Es seguro que hoy resulta necesario resolver la estabilidad cambiaria. Pero también es fundamental pensar las características estructurales de nuestra economía y los objetivos del futuro que queremos construir.

* Director del Centro de Estudios Económicos e Históricos sobre Desarrollo (CEEHD) de la Universidad de Belgrano