OPINIóN
Paso 2019

El marketing se topó con los límites de la política

La falsa dicotomía “emocionalidad” o “bolsillo” quedó sintetizada en un triunfo arrollador y una derrota sin precedentes

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| AFP

El resultado era previsible, más no la diferencia. Los 15 puntos a nivel nacional y 17 en Provincia que arrojó la estrategia electoral pensada desde la Rosada y polarizada en el discurso, dejó al oficialismo al desnudo, despojado de estrategias y con una derrota adelantada y consolidada que deberá administrar hasta el 10 de diciembre.

Poco son los artilugios  -temidos y sobrevaluados- a los que podrá apelar la afinada maquinaria electoral desplegada por el jefe de gabinete y “conceptualizada” por el gurú ecuatoriano. El marketing se topó con los límites de la política, la simulación con la realidad, la inteligencia artificial –big data- con la irremediablemente humana “conciencia”.  Ni los recursos de un Estado que pretendió en un mes eclipsar tres años de insensibilidades, ni la aceptación del FMI de rifar reservas para calmar la voracidad de un  “mercado” intemperante, ni el respaldo incondicional de un Trump a quien algunos temen y pocos respetan, ni los medios hegemónicos y periodistas dispuestos a “inmolarse” en el intento, ni las operaciones y encuestas “falsas” del viernes pretendiendo tranquilizar la “city”, fueron suficientes para neutralizar un resultado que se palpaba en la calle. Macri no previó en una cuestión de fondo: las urnas se llenan con votos.

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El sistema democrático sobrevivió a Cambridge Analytica, a quienes piensan las elecciones como un tramite, en las que las elites moldean, manipulan, conducen y las masas obedecen.  Pero la Argentina siempre fue un país fuera de la “norma”, particular, sorprendente e, increíblemente, coherente.

En el bunker de los Fernández la “grieta” estaba en el afuera. Se colaba desde los televisores con la imagen de un presidente que invitaba a “dormir” ante resultados que  “desvelan”. La amplitud del Frente de Todos se plasmó en la diversidad de la dirigencia, en reconciliaciones, en saldar pasado con futuro. Cristina reconquistó votos y afianzó carisma, pero sobre todo fue la gran armadora de un escenario político que pretendía acorralarla y del que salió por arriba.

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Alberto Fernández, sin duda el próximo presidente, amplió los límites de un espacio político que se fagocitaba a si mismo. Axel y Magario, a fuerza de militancia, develaron la fragilidad de un liderazgo como el de Vidal, construido de marketing y blindaje. Cambiemos hizo lo suyo: golpeó duramente a los sectores medios  

La falsa dicotomía entre la “emocionalidad” o el “bolsillo” quedó sintetizada en un triunfo arrollador y una derrota sin precedentes

La falsa dicotomía entre la “emocionalidad” o el “bolsillo” quedó sintetizada en un triunfo arrollador y una derrota sin precedentes. El castigo sistemático del  modelo económico que intento imponer Cambiemos no solo fue resistido desde lo económico sino, también, desde el gen argentino que se concibe  a si mismo como un país que tiene derecho a vivir bien, dignamente y ser felices. El voto “emocional” al que apostó el gobierno pensando en azuzar la irracionalidad, el miedo, la bronca, los convirtió en pasado y a la oposición en futuro. No se puede subestimar tanto a tanta gente durante tanto tiempo.