Evaluar a un gobierno que todavía está dando sus primeros pasos, afianzándose en el poder, puede ser difícil y hasta resultar injusto. Pero en un país con los problemas graves y urgentes que tiene Argentina, la evaluación empieza en el día 1. Justamente una de las primeras medidas sobre la calidad de un gobierno puede pasar por ahí: en lo bien que identifica y prioriza esos problemas, aunque aún no sea capaz de resolverlos.
Dicen que el primer paso en la solución es reconocer que hay un problema. El segundo entonces es darle la dimensión apropiada: saber si es algo urgente, imprescindible o necesario. Lo urgente debería ocupar nuestra atención inmediata, y guiar las primeras acciones de gobierno. Lo imprescindible, que sigue en orden de importancia, debe formar la columna vertebral de un plan a largo plazo. Lo necesario, por último, hay que apuntar a resolverlo en el camino.
El gobierno de Alberto Fernández viene mostrando hasta ahora señales diversas y en frentes muy distintos. Lo que falta todavía es jerarquizar. En economía, para dar un ejemplo, se han tomado medidas concretas, como la baja al límite inferior de las Leliq, y los controles al ingreso de productos al país, y el FMI ve con buenos ojos la nueva gestión. Lo que falta es la presentación de un plan económico concreto, que hoy en día todavía se está esbozando.
La falta de claridad es comprensible en un país donde quedan tantos frentes abiertos. Fernández se debate en la vieja tensión entre abarcar y apretar. Al mismo tiempo, da la sensación de que no todas sus medidas atacan asuntos urgentes. Ir a reunirse con el Papa puede ser pensado como algo necesario en términos de prensa, por ahí simbólicos, o según cuentan algunos hacer llamar a la súper liga de Fútbol y “sugerir” que empiece el fútbol en la fecha prevista … nada de ello es un paso clave para resolver la coyuntura en la que vive el país.
Un caso más delicado es el que empieza a perfilarse en la Provincia de Buenos Aires. La falta de planificación de Kicillof con respecto al tema de la deuda estuvo muy cerca de derivar en una pequeña crisis. Su gobierno parece ser una “estudiantina” de adolescentes que piensan que gobernar la provincia como recorrieron la provincia con el Clio, además con la eterna ilusión que el gobierno nacional venga al rescatare. La falta de una respuesta por parte de Fernández le dio a Kicillof el cimbronazo que lo hizo ponerse en acción.
Para el nuevo gobernador es un inicio con el pie izquierdo, porque muestra una modalidad de gobierno que deja dudas de su certeza. El tema de la deuda no fue una sorpresa. Al momento de la transición en la Provincia, el equipo de Vidal le dejó en claro al de Kicillof cuál era la situación. También le dejó una caja …. y algunas herramientas para realizar el pago , mucho no será pero en algunas provincias los que heredaron fueron los papeles multicolores de los cajones de escritorios Aunque esto no es importante; sea cual sea la herencia recibida, lo cierto es que el nuevo gobernador decidió procrastinar sobre este tema. Exactamente lo opuesto a lo que Buenos Aires necesita en este momento.
En medio de estas desinteligencias también está la interna latente entre la Provincia y la Nación. Es una tensión que cabía anticipar por el armado mismo del Frente de Todos. Ahora se empiezan a notar en concreto las rispideces, que han llegado incluso a un cruce público entre Sergio Berni y el presidente. Es una interna que tendrá que quedar de lado, porque el país necesita acciones rápidas y eficientes que repongan la economía y el tejido social. Es necesario fijar un plan de etapas y de prioridades que todos conozcamos y entendamos.Ortega y Gasset decía "¡Argentinos, a las cosas!" En esta situación no hay tiempo para la rosca ni para alimentar egos. Y si nos queremos ir a Uruguay nos van a tratar de cagadores aunque seamos santos.
ED / DS